El 29 de noviembre de 1974 fue secuestrado Daniel Winer de los sótanos de la Facultad de Ingeniería de Buenos Aires y asesinado días más tarde. Era estudiante de ingeniería química y secretario gremial del Centro de Estudiantes de Ingeniería “La Línea Recta” (CEI). Fue parte de quienes ya entonces habían comenzado a denunciar los preparativos golpistas desatados en 1974, tras la muerte de Perón ese mismo año. Denunciaban como fogoneros de los preparativos golpistas no sólo a los enemigos conocidos por el pueblo argentino, como la oligarquía, monopolios, el imperialismo yanqui y el inglés, sino también a la entonces Unión Soviética (URSS): una potencia socialimperialista, “socialista de palabra e imperialista en los hechos”, tal como lo señaló Mao Tse-tung.
A 40 años de su secuestro y asesinato sigue en discusión la intensión y la dirección política del grupo “Mazorca”, que se atribuyó el hecho. Recientemente en 2011, en el contexto de los enfrentamientos de Guillermo Moreno como interventor de Papel Prensa contra el grupo Clarín, apareció públicamente la figura de Soaje Pinto como abogado de uno de los representantes del multimedio en el directorio de la empresa.
Miguel Ponce, radical y presidente del CEI en 1974, ligó a Soaje Pinto como uno de los autores materiales del secuestro y asesinato de Winer. La información le habría llegado de boca de Jorge Roulet, decano interventor radical desde 1973 y luego desplazado por la intervención normalizadora de Alberto Ottalagano. Ponce también sumó como otros responsables los nombres de Jorge Recio (interventor del CEI en 1974), Boccardo y Peralta Tanco.
Por otra parte conocíamos que Jaime Lemos y Domingo Sofrá formaban parte de la lista de celadores dedicados a apretar a estudiantes y trabajadores en la facultad en aquel momento. Estos dos celadores, además, estaban vinculados a Adolfo Oscar Medaglia en la agrupación “peronista ortodoxa” llamada “17 de Octubre” en UPCN. Pero Medaglia habría sido dirigente del PC en la década del ‘30 y posteriormente un combatiente destacado de la Guerra Civil Española. Luego regresó y se reintegra a esa organización, a la que también habría pertenecido Sofrá.
Es la actual disputa por Papel Prensa la que hace reaparecer a uno de los señalados como autor y responsable de aquel asesinato hace 40 años. El grupo K, que busca arrebatarle Papel Prensa a quienes la recibieron de manos del propio dictador Jorge Rafael Videla en 1978, ahora se asocia a la nueva potencia en ascenso: China. Son los Cristóbal López y como parte de este armado buscan, como lo hizo ayer Clarín, controlar el papel y la prensa. Es una disputa entre sectores enfrentados de las clases dominantes.
La aparición y señalamiento de Soaje Pinto como co-responsable del secuestro y asesinato de Daniel Winer refuerza la posición de que su asesinato fue parte de las acciones de los grupos políticos y económicos que habían comenzado los preparativos golpistas. En cambio, hay quienes buscan identificar la acción de “Mazorca” como ordenada desde el “isabelismo”, como una más de las acciones criminales de la Triple A. Pero este planteo fue y es funcional a desdibujar el objetivo particular de su asesinato.
La Triple A fue creada por Domingo Perón, y conducida por López Rega, tras el asesinato del jerarca sindical José Ignacio Rucci. La acción fue reivindicada por Montoneros y se produjo a sólo tres días de su rotundo triunfo con la formula Perón-Perón, que desplazaría a Héctor Cámpora en el gobierno. Desde una posición obrera y popular condenamos la política de terrorismo ese sector de burguesía nacional como respuesta al terrorismo que lo golpeaba, extendiendo su acción criminal a cientos de militantes populares. En definitiva facilitó los planes golpistas, lo mismo que la propia intervención de Ottalagano en la UBA. Pero esto no nos lleva a simplificar y tergiversar la realidad. Los últimos datos obtenidos nos reafirman que el verdadero objetivo de los asesinos de Winer era quebrar la posición antigolpista, que denunciaba el golpe que se comenzaba a preparar, viniese de donde viniese.
El golpe de 1976
Desde el Cordobazo, un gran auge de luchas obreras y populares recorría la Argentina, con la reactivación del movimiento obrero que tuvo su expresión en el renacimiento del clasismo. Crecía lo que los medios dominantes llamaban con pánico “sóviets de fábrica” y un importante sector del pueblo empezaba a ver la necesidad de cambios revolucionarios. A esto las clases dominantes -la burguesía intermediaria, los terratenientes y las potencias imperialistas- necesitaban ponerle fin.
En aquel momento, luego de la derrota de Vietnam, los yanquis ya se habían lanzado a asegurarse el control de Sudamérica con el golpe de Augusto Pinochet en Chile (desde el 11/9/1973), que se sumaba al control dictatorial que tenían de Brasil y la organización del Plan Cóndor de coordinación de la represión en toda América Latina. A la vez el desplazamiento del entonces ministro de Economía José Ber Gelbard, hoy reconocido públicamente como “amigo de la URSS”, significó un punto de inflexión en la relación entre el gobierno peronista y esa potencia en expansión, que también necesitaba otro tipo de políticas.
Pero muchas fuerzas de izquierda, antiyanquis, que veían a la URSS como amiga de los pueblos, ubicaban como el único peligro, junto con el gobierno de Isabel, al avance de un golpe pinochetista en Argentina. Algunas de estas fuerzas veían entonces en el general lanussista Rafael Videla a un general “peruanista”, “democrático”, al estilo de Velazco Alvarado en Perú y lo terminaron respaldando, apuntando centralmente contra el gobierno de Isabel Perón, como fue explícito en el caso del PC. Además de la instrumentación de las Fuerzas Armadas en la interna interimperialista, desde algunas organizaciones se producía el “ajusticiamiento” de algunos militares, permitiendo que ascendieran otros, como ya había sucedido con Montoneros alrededor de la muerte del general Aramburu y el ascenso del general Alejandro Lanusse que quedó como dictador en 1971.
A la vez, dentro del gobierno peronista distintos grupos operaban y buscaban hegemonizar el gobierno que sucediera al de Isabel Perón. Por un lado, estaban los grupos “por izquierda” como Montoneros o Gelbard, en retroceso. Por otro, operaba un grupo “por derecha” desde la gobernación de la Provincia de Buenos Aires con Victorio Calabró. El gobernador Calabró también fogoneó la permanencia del senador Ítalo Luder a cargo de la presidencia interinamente, luego de la licencia a la que fue obligada Isabel por “enfermedad”. Tras fracasar el golpe institucional de Luder, en medio de otros amagues golpistas como el de Capelini en 1975, directamente pasaron al golpe abierto con el general Videla. Por eso Calabró no fue derrocado el 24 de marzo, sino que entregó ordenadamente la gobernación a la dictadura en 1976.
La lucha continúa
La Junta de Comandantes instaurada el 24 de marzo de 1976, bajo la hegemonía del Videlismo, expresó claramente los intereses del conjunto de las fuerzas imperialistas y reaccionarias. La represión, la cárcel, la masacre obrera y popular y los 30.000 desaparecidos eran la condición para llevar adelante su política a favor de la burguesía intermediaria, la oligarquía terrateniente y los capitales imperialistas.
Por eso a 40 años del secuestro y asesinato de Daniel Winer, desde el Comité de Reconstrucción del Comunismo Revolucionario lo recordamos y exaltamos por su militancia comunista y revolucionaria, por ser parte de los que impulsaron la lucha popular con una política de independencia de clase, que denunció el avance de los planes golpistas desde posiciones verdaderamente antiimperialistas en aquel complejo momento y enfrentaron los preparativos del golpe que se perpetraría en marzo de 1976, viniese de donde viniese. Hoy seguimos exigiendo justicia por Daniel Winer y los 30.000 compañeros desaparecidos y asesinados. Hoy seguimos luchando por la liberación y el socialismo.