Los encuentros sostenidos durante tantos años son una de las respuestas a la opresión que las mujeres vivimos cotidianamente. Las distintas formas de esta opresión se expresan en las temáticas de las decenas de talleres que se realizan en cada Encuentro.
Esta opresión de género se origina en la división de la sociedad en clases y la instauración del patriarcado. Desde entonces se sucedieron, y coexistieron, sociedades basadas en distintos modos de producción con explotación de clases como el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo, actualmente en su fase imperialista. La Iglesia Católica sigue siendo uno de los principales pilares para sostener política e ideológicamente el modelo de familia patriarcal.
El patriarcado fue adaptándose a cada uno de estos particulares sistemas de explotación, opresión y violencia. Fue funcional a ellos y respaldado por ellos. En el capitalismo, la mujer se incorporó a la producción como asalariada. Pero eso no la ha liberado de la función doméstica, sino que ahora se debe cumplir una doble jornada: como trabajadora y también cumpliendo su rol en la familia como madre, criando a los hijos y haciéndose cargo de todas las tareas domesticas que garantizan su subsistencia. Por eso hoy la mayoría de las mujeres sufrimos una doble opresión: de género y de clase.
En la lucha por nuestros derechos vamos arrancando conquistas. Pero dentro del capitalismo no se puede terminar con la opresión de las mujeres. La verdadera liberación de las mujeres exige ir a fondo en la revolución de liberación nacional y social en marcha ininterrumpida al socialismo, con la perspectiva de terminar con todo tipo de explotación de clase. Sólo así podremos desarrollar otro tipo de familia y de sociedad, donde hagamos desaparecer toda la opresión contra las mujeres. Esto solo será posible si la inmensa mayoría de las mujeres, que constituimos la mitad del pueblo, participamos activamente y somos protagonistas.