ECUADOR CON CORREA REELEGIDO. Rafael Correa acaba de lograr
un nuevo turno presidencial en Ecuador al obtener casi el 58% de los votos. ¿Qué
política se profundiza por este camino? En la nota desarrollamos el tremendo
avance de las megamineras, particularmente las chinas, en sentido contrario a
los acuerdos populares consagrados en la Constitución de
Montecristi de 2008.
En el sureste cordillerano, selvático y tropical del Ecuador, sobre la
frontera con el Perú, en la misma Cordillera del Cóndor que los gobiernos de
Quito y de Lima se disputaron en guerra fratricida en 1995, hay preparativos
militares. En esa región inexplotada, Correa se propone avanzar un tranco
decisivo en su proyecto extractivista y mega-minero, porque —dice— “Ecuador ya
no puede ser un mendigo sentado sobre un saco de oro”. Y para eso, fuerzas de
seguridad del Estado se aprestan a arrasar a las poblaciones indígenas y
campesinas de la sureña provincia de Zamora-Chinchipe.
Alexander Zaitchik, periodista de Brooklyn, se internó en la selva de
la Amazonía ecuatoriana, donde los originarios shuar se preparan a resistir la
entrega de sus tierras, ríos y bosques ancestrales a los monopolios
extranjeros.
“El gobierno ha entregado la tierra que no es suya, y tenemos el deber
de protegerla. Donde hay minería industrial, los ríos mueren y perdemos nuestra
forma de vida. Ellos quieren que renunciemos a nuestras tradiciones, que
trabajemos en las minas, y dejar que ellos contaminen nuestra tierra. Pero
vamos a dar la vida para defender la tierra…”, dice Domingo Ankuash, dirigente
shuar y presidente de una asociación indígena.
Con Correa llegan las megamineras.- El gobierno de Correa ya dio autorización a empresas mineras
extranjeras para deforestar y perforar gran parte de los bosques vírgenes del sur
ecuatoriano. Correa, fervoroso antiyanqui —tiene el mérito de no haberle
renovado a Washington el contrato de la base militar de Manta—, es ahora un
igualmente fervoroso amigo de los imperialistas
chinos. Igual que en otros países sudamericanos, los chinos batallan por
los recursos mineros estratégicos, y en muchos casos hacen punta. La China
Railway Corp. (Corporación de Ferrocarriles de China) ya está construyendo para
la china EcuaCorriente (ECSA) la infraestructura de “Mirador”, una gran mina de
cobre a cielo abierto. La minera canadiense de oro Kinross ya está trabajando en
39 lotes, incluido “Northern Fruit”, uno de los más grandes yacimientos de oro
de América Latina.
Estos proyectos, y otros que están en lista de espera, amenazan el modo
de vida de los shuar —allí están desde sus tierras de cultivo y pastoreo hasta
sus sitios sagrados— y las economías agrícolas y turísticas de las provincias
del sur del Ecuador. La zona de El Cóndor es también una fuente decisiva del
agua que va a la cuenca del Amazonas hacia el este y un reservorio inmenso de
especies animales y vegetales. Su flora tiene un enorme potencial para
beneficio del hombre, y gran parte de ella apenas ha sido detectada desde
helicópteros. Aún antes de saber lo que hay, será destruida por las compañías
mineras. El denso microclima de la región, originado en el régimen de lluvias y
en los ríos, no sobrevivirá a la gran explotación minera. El saqueo minero
afectará las lluvias, secando y contaminando el sistema de los grandes afluentes
del Amazonas.
Canadienses y chinos en tierras de los shuar.- Esa región es el hogar ancestral de unos 8.000 originarios shuar, tribus
indígenas, campesinas y guerreras que hace más de cinco siglos resistieron primero
al imperio incaico y después a los colonizadores españoles sedientos de oro. En
1599, para pagar la fiesta de la coronación de Felipe III, el gobernador
español de Maca exigió a los indios un impuesto en oro. La noche anterior al pago
del impuesto, los ejércitos shuar liquidaron al ejército hispano, ataron al
gobernador a su cama y le volcaron en la garganta oro hirviente recién
derretido, preguntándole si por fin había saciado su sed.
Ahora, ante la nueva colonización de las mineras, los shuar dicen que
se unirán “como los dedos de un puño”. El dirigente Ankuash advierte: “El
bosque siempre nos ha dado todo lo que necesitamos, y vamos a defenderlo, como
nuestros antepasados, a fuerza de lanza. Para obtener el oro, primero tendrán
que matar a cada uno de nosotros”.
En la década de 1990, el Banco Mundial financió un estudio geológico de
la región que presentó indicios de más de 300 minerales. En 1995, cuando el
Ecuador entró en guerra con Perú por tercera vez en medio siglo, la exploración
fue suspendida.
Las corporaciones mineras extranjeras que habían establecido bases
exploratorias en el Cóndor después de la guerra, sabían lo suficiente sobre la belicosidad
de la población originaria como para permanecer con bajo perfil, y enmascararon
su propósito. Primero entró Gemsa, después la canadiense Billiton, y ahora la china
EcuaCorriente (ECSA). “Nunca pidieron permiso, nunca explicaron sus planes
—dicen los shuar—. Hace unos años nos dijeron que habían comprado la tierra,
que vendría la minería, que nos iban a dar trabajo. Fue un crimen en partes”.
En 2005 EcuaCorriente hizo público el proyecto Mirador. La Billiton canadiense
anunció que construiría una gigantesca mina de cobre a cielo abierto. La mina
requiere el vaciamiento de montañas y la tala de otras. Una enorme “laguna de
cola” retendrá los más de 200 millones de toneladas de efluvios tóxicos
generados en los 18 años de vida útil de la mina. El sitio designado para los desechos
se encuentra cerca del Río Quimi, un afluente del Río Zamora, cuyas aguas sirven
a la economía agrícola local en su camino hacia la cuenca del Amazonas. Se
construyen rutas y puentes para que transiten camiones de 18 ruedas que transportarán
cientos de toneladas de concentrado de cobre en un circuito diario sin escalas
entre la mina y un puerto en la costa de Ecuador. Estos proyectos extractivos reciben
gran parte del gasto en infraestructura del gobierno de Correa.
La china ECSA asegura que con la pileta de desechos “no hay problema”,
y que cuando la mina deje de funcionar podría convertirse “en un lago
turístico” para nadar y practicar deportes acuáticos. El gobierno de Correa se
hace cómplice de esa propaganda mentirosa. Pero los originarios no se tragan
ese verso: “Sabemos lo que la extracción de petróleo ha hecho en el norte de
Ecuador. Sabemos lo que hace la minería industrial… Las empresas entran y se
llevan todos los minerales, dejando sólo devastación”.
La corporación china, con el consentimiento del gobierno, lanzó contra
los shuar una campaña de descrédito idéntica a la que difundían los
colonialistas ingleses para justificar la explotación de los nativos en la
India. “Los indios no pueden lecciones a nadie sobre el medio ambiente", declaró
su vocera. “Pescan con hojas venenosas que arruinan los ríos. Talan árboles.
Ellos sólo quieren nuestro dinero, pero no son bastante responsables para
usarlo. No hacen otra cosa que plantar yuca y beber cerveza chichi”.
“Nos llaman salvajes porque no pueden conquistarnos”.-
Ya en octubre de 2006, los shuar organizaron una
primera acción contra la introducción de la minería en el sur, con una marcha
al sitio Mirador. Antes de que llegaran, decenas de encapuchados armados con
fusiles, machetes, palos y cuchillos llegados en camiones les bloquearon el camino
y apalearon a los manifestantes (igual que en nuestra catamarqueña Andalgalá en
julio de 2011 y otras manifestaciones contra la minería a cielo abierto).
Más tarde un grupo de comunidades Shuar llevó a cabo un "barrido
de minas" de su territorio, desmontando los campamentos de Mirador,
tomando los edificios y reteniendo directivos de la empresa. Después de un
enfrentamiento de tres días, todas las máquinas de la empresa fueron arrastradas
lejos en camiones. El Estado respondió con la militarización de los campamentos
mineros. En toda la zona estallaron protestas en las rutas: el tráfico minero
fue bloqueado con neumáticos en llamas, piedras y con sus propios cuerpos. El
12 de noviembre de 2006 el gobierno del entonces presidente Alfredo Palacio los
reprimió con gases lacrimógenos y balas de goma y de plomo.
Ahora con Correa prevén más represión. "Va a haber guerras en toda
la región", dice un dirigente shuar en el remoto pueblo de Ayantaz.
"Van a mandar a la policía y los militares, y nosotros tomaremos nuestras
armas. Los extranjeros siempre nos han llamado salvajes porque no podían
conquistarnos. Si siguen haciendo lo que hacen, nos obligan a mostrarles
barbarie, a actuar como los indios que somos". Una mujer shuar sostiene un
machete: según ella, será el "arma de la mujer" si las minas
proyectadas hacen estallar el conflicto.
Correa: meta bala, por el “progreso” de las
mineras.- A poco de prestar juramento como presidente
en enero de 2007, su izquierdista Alianza PAIS convocó una asamblea para
redactar una nueva Constitución. Entro otras disposiciones, la “Constitución de
Montecristi” consagró el concepto indio de sumak kawsay o "buen vivir en
armonía con la naturaleza". Una vez consolidado con el paso del tiempo, Correa
viró lejos de aquella la retórica de los derechos indígenas de su campaña
presidencial. En discursos por televisión llamó a los indígenas “conductores de
burros" que estaban bloqueando el acceso del país a la “olla de oro”. La
represión a las protestas en las rutas desde la sureña provincia de Zamora
hasta Quito contra los decretos de Correa para expandir la minería industrial y
privatizar el agua se cobraron la vida del maestro shuar Bosco Wisum en
setiembre de 2009.
Ahora, el reelegido Rafael
Correa reafirmó que impulsará la explotación de minerales a gran escala durante
su nuevo mandato de cuatro años que se inicia el 24 de mayo de 2013 (El Universo, 23-2-2013).
China, el nuevo “hermano grande”.- El destinatario central de este mensaje fue y sigue siendo China. Con
las políticas neodesarrollistas de Correa, Ecuador se convirtió en un deudor
serial, y todo su programa económico pasó a depender de los préstamos de China;
y China los concede a cambio de un amplio acceso a los minerales, que ya no son
de los ecuatorianos.
Para Ecuador —como para Venezuela y Bolivia— China se ha convertido en
un prestamista de última instancia, ofreciendo a Quito una línea de crédito a
largo plazo de hasta US $ 10.000 millones y préstamos a bajo interés
garantizados con los recursos naturales. A inicios de 2013, la deuda de Ecuador
a China suma casi la cuarta parte de su PIB.
Históricamente en América Latina, los bancos de desarrollo de los
imperialismos “occidentales” imponían la obligación de efectuar reformas
políticas y económicas; el Banco de Desarrollo de China quiere los recursos.
Con la vista puesta en ellos, desde 2005 China prestó a nuestros países 75.000 millones
de dólares, más que el Banco Mundial, el BID y el Export-Import Bank de EEUU
juntos. El sitio “Mirador” —que según se estima contiene hasta 11 millones de
toneladas de cobre, con una gran reserva secundaria de oro— es sólo una de las recientes
inversiones estratégicas de China en reservas minerales de América Latina. Las
empresas chinas Zijin, Minmetals y Chinalco ya se apropiaron de las mayores
minas de cobre en Chile, Perú y México.
Alberto Acosta, ex ministro de minería de Correa, primer presidente de
la asamblea constitucional de 2008 y reciente candidato de la Unidad
Plurinacional de las Izquierdas, denuncia la esencia de la política
neodesarrollista de Correa. “No hay nada nuevo en el plan de desarrollo de
Correa para el próximo siglo. Simplemente ha reemplazado al tío Sam con el tío
Chen… Cita a los teóricos de la escuela de la dependencia, pero la idea es el mismo
modelo económico centro-periferia de exportación de materias primas”.
Para imponer esa política, criminaliza y encarcela a quienes luchan
contra el entreguismo mientras por radio y TV se machaca el sonsonete del
“desarrollo”, la “minería responsable”, “el hombre por sobre la naturaleza”, y
“los indios contra el progreso”. Y como Correa —de fondo un neoliberal con
toques de redistribución— se presenta como “de izquierda”, expone a quienes se
le oponen a la acusación de ser “de derecha” o hasta de “apoyar a los EE.UU.”.
Con esas acusaciones absurdas trató en marzo de 2012 de desacreditar la “Marcha
Plurinacional por la Vida, el Agua y la Dignidad”, que varios miles de personas
de decenas de organizaciones populares protagonizaron durante dos semanas a lo
largo de casi 600 kilómetros desde Zamora a Quito.
“Advertimos al país y al mundo que el gobierno tiene la intención de
militarizar la región amazónica para promover los intereses de las empresas
mineras y petroleras”, declaran los shuar. “La Cordillera del Cóndor y el resto
de nuestros territorios son inalienables, y manifestamos nuestra decisión de
defenderlos hasta el fin”.
Las megamineras imperialistas, mientras tanto, hacen cola en la puerta
de los despachos gubernamentales, donde tienen sus socios.