El día 19 de mayo a las 7 AM comenzó la ceremonia en la plazoleta ubicada en la calle por donde entró el malón de 1859. Precedidos por las Ñañas de la comunidad mapuche urbana de Bahía Blanca, con el kultrúm, las trutrucas, pifilcas y trompes sonando en la mañana, se homenajeó a los hermanos que murieron intentando recuperar la tierra usurpada de Bahía Blanca.
La presidenta de la asociación Kumelén Newen Mapu, Fabiana Méndez, enfatizó que los invasores no eran los mapuches, como la historia oficial de los vencedores cuenta. Los originarios dirigidos por Calfucurá defendían su tierra, espacio, hogar y cultura donde vivían hace miles de años. Luego se procedió a pintar con estencil un kultrúm, instrumento ritual de hondo simbolismo, sobre la piedra conmemorativa. Allí, años atrás, una placa celebraba la derrota del malón, hoy felizmente retirada.
Luego nos encaminamos a la plaza céntrica Rivadavia, donde tras los combates de 1859 se apilaron los guerreros salineros muertos y heridos -según la trasmisión oral- y se procedió a incinerarlos. El brutal y macabro espectáculo mereció en ese momento una protesta de la Corporación Municipal al Comandante del Fuerte Orquera, responsable de este inhumano y espantoso hecho.
Procedimos a plantar dos carteles que cuentan la verdadera historia y a pintar cuatro toqui -el hacha- símbolo de la autoridad de un jefe guerrero y de la resistencia mapuche. Evis Millán señaló la importancia de haber hecho por primera vez el acto en la Plaza Rivadavia, real escenario de la macabra pila, y comenzar a difundir esta historia de lucha y resistencia desconocida hoy por la mayoría de los bahienses. Por memoria, justicia y pluriculturalidad.
Corresponsal