El 6 de junio fue publicada una nota escrita por Diana Kordon y Lucila Edelman “para La Nación”, titulada “La contradicción entre lo que vemos y lo que escuchamos”. Es una más dentro de una serie de notas que vienen publicando en ese medio desde hace ya más de un año. En este caso se denuncia la significación política de la foto de Cristina Fernández de Kirchner con Gildo Insfrán y Gerardo Martínez en el palco de la celebración de “la década ganada” el 25 de mayo, dos semanas antes.
Coincidimos con varias de las cuestiones que se señalan en esta nueva nota (ver VxL Nº6). Se denuncia al gobernador de Formosa, el kirchnerista Insfrán, un “ejemplo” de represión y muerte hacia los originarios. También la colaboración de Gerardo Martínez en el trabajo de infiltración de la dictadura. La foto es un apoyo de CFK a ambos.
Sin embargo, hacer estas denuncias a través de las páginas del diario La Nación mella el filo de la crítica. Debido al carácter de este diario, es incompatible desde una óptica popular y le da un flanco muy grande al kirchnerismo.
Por un lado “se tiene” que obviar que fueron los editorialistas de La Nación Carlos Pagni y Mariano Grondona, los que despidieron “con honores y hondo pesar” al fascista José Alfredo Martínez de Hoz, saludando a su familia como se destaca en los avisos fúnebres de ese medio junto al fascista Videla o Blaquier. La colaboración de La Nación con la dictadura no es sólo asunto del pasado.
También escribe “para La Nación” Juan José Cresto, ex director del Museo Histórico Nacional, notas como “Roca y el mito del genocidio”. Y demás no está decir que su fundador, Bartolomé Mitre, fue un genocida de la guerra de la triple alianza contra el Paraguay.
Si el periódico La Nación hoy golpea a Cristina Kirchner, Gerardo Martínez o Gildo Insfrán, sólo lo hace desde el punto de vista de un sector de las clases dominantes enfrentado al gobierno, nunca desde una posición popular. Y en este momento al diario le conviene que haya autores que critiquen al gobierno, y que incluso digan las cosas que la editorial nunca escribiría.
Entonces, ser columnista de este diario de la oligarquía argentina por el hecho de que sea “opositor” no es “aprovechar las contradicciones entre las clases dominantes”. Más bien es embellecerlo y entrar a jugar en su terreno. Es una muestra más de una línea que se basa en “unir todo contra los K”, en lugar de llevar adelante una línea consecuentemente antiimperialista y antiterrateniente que se oponga a los K. Por este último camino es el pueblo el que puede avanzar. Por el otro no.