[Vamos! Nº21] El gobierno nacional sinceró la devaluación, sigue negando la inflación y ahora pretende postergar las paritarias. Mientras, militariza el conflicto social y persigue a los trabajadores. La lucha de la clase obrera y el pueblo enfrenta esta política y exige liberación, para que paguen monopolios, terratenientes y bancos.
Una caja sin financiación y un gobierno ajustador
En mayo de 2013 Cristina Fernández de Kirchner había afirmado: “Los que quieren devaluar que esperen otro gobierno”. Pero como dice la canción… “el futuro llegó hace rato, todo un palo, ya lo ves!”
El pasado mes de diciembre los ministros De Vido y Kicillof habían vuelto con las manos vacías del último viaje a China y Rusia donde esperaban hacer acuerdos para la financiación de alrededor de 20.000 millones de dólares para obras hidroeléctricas, hídricas y de comunicaciones.
Entonces, si algo esperaba el ministro de Economía en la negociación con el Club de Paris era acordar –sobre la base de pagar la deuda del 2014 con ese organismo- una línea de créditos para abordar el primer semestre del corriente año: fracasó. Inmediatamente anunciaron la devaluación llevando el dólar de $6,30 a $8,00.
El dólar cotizaba a $4,27 cuando CFK inició su segundo mandato en el 2011. Ahora se necesitan 8 pesos por cada dólar, si se logra sortear del cepo cambiario, o más de 12 el dólar “blue”. El sinceramiento grafica el fin del ciclo económico. Solamente en el mes de enero salieron 2.500 millones de dólares de las reservas del Banco Central, llegando a su cifra más baja desde el 2006: 28.500 millones de dólares. Este ritmo es insostenible y el panorama va de mal en peor.
La devaluación se traslada a los precios: porque incide en la importación de insumos y bienes intermedios necesarios para la producción en el país, y porque –en una Argentina dependiente y dominada por terratenientes y monopolios- arrastra los precios de los bienes de consumo interno a sus precios de exportación (ver “La devaluación es inflación”, página 2). Así se devalúan también los salarios.
Tras la devaluación, el gobierno pretende negar su incidencia en la inflación y los salarios para imponer un recorte salarial en las paritarias. Hay gremios que piden 35% de aumento, como la Unión Ferroviaria, mientras otros como la UTA pararon pero acordaron un 23%. El gobierno cuenta con el apoyo de la CGT de Caló y la CTA de Yasky, que ya salieron a plantear que hay que cuidar el trabajo. Ahora buscan postergar las paritarias ¡hasta abril!
Con la devaluación, hay ganadores y perdedores. El conjunto de los trabajadores que perciben un salario fijo, regulares e irregulares, activos o pasivos, a tiempo completo, flexibilizados o tercerizados, o los que reciben planes sociales son los prisioneros castigados por estas medidas políticas. Incluso los pequeños productores y empresarios también son afectados.
Por otro lado se benefician: los monopolios exportadores, que tienen sus ingresos de acuerdo a los dólares que obtengan por vender su producto en el mercado mundial; los bancos, que regulan estas operaciones; los pooles de siembra y terratenientes, que especulan con una mayor devaluación para vender los más de 3.000 millones de dólares que mantienen en acopio.
Inmediatamente luego de las medidas se precipitó el ajuste en varias ramas de la industria. En Tierra del Fuego, donde su industria electrónica está basada en un altísimo porcentaje de componentes extranjeros con un escaso valor agregado en el país, ya se perdió miles de puestos de trabajo, con la inmovilidad de la UOM. El efecto de la devaluación será devastador.
La industria autopartista tiene un piso de 50% de dependencia en insumos externos. Los monopolios como Kromberg & Schubert o Lear, para no bajar ganancias, descargan en sus obreras y obreros los costos de la devaluación. Se acrecentaron los despidos en esas fábricas y sus trabajadores son de los primeros destacamentos que están luchando contra los despidos y suspensiones.
Las terminales automotrices nivelarán gran parte de los efectos de la devaluación en el mercado interno con el aumento del costo de sus vehículos. Pero seguirán ganado ya que exportan el 70% de su producción a Brasil. Así podrían compensar el deterioro que registrarán en el mercado interno.
Crisis de gobernabilidad en puerta
La ausencia de Cristina Fernández de Kirchner en medio del conflicto policial, la crisis energética y ahora la devaluación, haciendo escasas apariciones en escenarios benévolos políticamente, hacen preocupar al conjunto de las clases dominantes. Debilitada con la derrota en las elecciones, tuvo que hacer acuerdos y relevos apuntando a medidas de recauchutaje de la economía para llegar al 2015.
El gobierno parece un barquito de papel zarandeado por acontecimientos que no logra encausar. Pasó de tratar de tapar la gravedad de los apagones a la amenaza de estatización, y terminó en un anuncio de multas que remite a “soluciones” ya probadas y fracasadas. Como los acuerdos de precios en medio de la inflación y ahora con la escalada devaluadora.
Las denuncias de barricada de Kicillof contra Clarín o la Shell y el neoliberalismo son un taparrabos que no alcanza a tapar la dura realidad del fin del ciclo económico y político. Pareciera que estos argumentos políticos apuntan más a encontrar una explicación ante un posible escenario de crisis de gobernabilidad.
Desde el 2001 que los sectores dominantes no están tan preocupados por la gobernabilidad. Una chispa puede incendiar la pradera y están por arrancar las negociaciones paritarias. Mientras juegan en la interna por arriba, los jerarcas sindicales se esfuerzan para que no se desmadre por abajo. Moyano unió fuerzas con Barrionuevo, hablan contra la inflación, hacen silencio con la devaluación y trabajan para un recambio dentro de las clases dominantes.
Todos los sectores de la oposición burguesa se van reagrupando ante una situación de incertidumbre política en la transición y un posible derrumbe institucional. El peronismo está dividido en varias porciones. El duhaldismo junto a Clarín trabajan en el armado de Massa presidente. Scioli también se muestra como presidenciable apuntando a traccionar una porción del kirchnerismo más peronista. El “kirchnerismo puro” no perfila candidatos aún… tiene otras urgencias…
El reagrupamiento UNEN de Binner con la UCR y otras organizaciones, apunta a avanzar como una opción presidenciable en un escenario con el peronismo dividido y un Macri lanzado con el PRO por centro derecha.
Las urgencias populares y las tareas políticas
Hoy hay una característica que iguala a los diferentes sectores de clases dominantes y es que todos coinciden en poner paños fríos a la lucha obrera y popular.
Justamente lo contrario es lo que las fuerzas populares, democráticas y clasistas debemos empujar como tarea central: trabajar para coordinar a los sectores combativos para lograr imponer un plan de lucha con un programa de emergencia. Por un bono de 4.000 pesos; salario básico de 9.000 pesos; 82% para los jubilados y pensionados; derogación del impuesto al salario; aumento de las asignaciones familiares; aumento de los subsidios para las organizaciones sociales; ampliar el cupo de becas para los jóvenes que no estudian ni trabajan con pleno empleo; prohibición de los despidos y suspensiones; pase a planta de todos los trabajadores precarizados; absolución de los obreros petroleros de Las Heras y desprocesamiento a los luchadores populares.
La lucha por abajo llevará más inestabilidad por arriba. Pero no servirá de nada si no se va forjando el reagrupamiento popular y antiimperialista que tenga en el orden del día romper con la dependencia; para conquistar la reestatización de los recursos estratégicos, la reforma agraria que democratice la tierra, y otras medidas fundamentales.
Porque necesitamos avanzar en la liberación. Sin abonar falsas expectativas en salidas intermedias, que alientan el escepticismo y el desconcierto. Forjando las herramientas que conquisten direcciones obreras y populares, que sean capaces de actuar con independencia en escenarios de crisis política, para lograr abrir un período de transición que permita dar un salto en la acumulación de fuerzas para conquistar la liberación nacional y social, sólo posible con revolución.
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