martes, 27 de enero de 2015

Sobre el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba

[Vamos! Nº 44]  Contexto y perspectivas tras el anuncio.













El pasado 17 de diciembre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos anunciaron el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, rotas por el imperialismo yanqui en enero de 1961 –dos años después del triunfo de la revolución cubana–. Estas negociaciones llevan un largo tiempo y se llevaron a cabo en forma muy silenciosa, con la participación de Canadá y el Papa. El presidente Obama propuso al Congreso norteamericano el levantamiento del bloqueo comercial y financiero impuesto por Washington, que sigue en pie y deberá ser debatido allí.

Este cambio evidencia la derrota de la política exterior yanqui hacia Cuba, que intentó –por medio del hostigamiento económico, político y hasta militar– someter a un pueblo y un gobierno de una nación soberana. En su discurso el presidente Obama reconoció “que las décadas de aislamiento de Cuba por parte de EEUU no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática” (claro que se refiere a la “democracia” al estilo yanqui implementada con golpes de Estado, como el último realizado en 2009 contra Manuel Zelaya en Honduras).

A la vez, Obama aclaró que no van a desistir en sus objetivos, sino que pretenden “renovar nuestro liderazgo en el continente americano” y que es hora de aplicar un “nuevo enfoque” (comunicado de la Casa Blanca, 17/12/2015).

En los 50 años transcurridos los yanquis llevaron a cabo una larga serie de provocaciones: Desde 1959 Estados Unidos suspendió la compra del azúcar cubano y el suministro de petróleo a la isla; organizó y financió en 1961 la invasión de los “gusanos” (los oligarcas cubanos emigrados a Miami) derrotada en Playa Girón; impuso el cerco naval de 1962, y sanciones económicas y la expulsión de Cuba de la OEA cuando se proclamó socialista; perpetró con el ejército boliviano el asesinato del Che; inspiró y respaldó acciones de terrorismo y numerosos intentos de asesinar a Fidel Castro; y conservó –hasta hoy– la base militar yanqui en Guantánamo.

Otro de los momentos más tensos fue la “crisis de los misiles” en 1962, por el estacionamento de misiles soviéticos en Cuba para usar al pueblo cubano como peón en la pugna hegemonista con el imperialismo yanqui. Confrontado con EEUU, el gobierno cubano aceptó este triste papel y luego iría consolidando su subordinación política y económica a la URSS. El capitalismo ya se había restaurado en la URSS y por esos años ya sería denunciada como socialimperialista por el Partido Comunista de China encabezado por Mao Tsetung (es decir: socialista de palabra pero imperialista en los hechos).

Hoy, el acuerdo se produce en el marco de una complicada situación económica en Cuba y cuando busca una apertura a las inversiones extranjeras, habiendo hoy no sólo una fuerte presencia de Rusia en la isla sino especialmente una creciente penetración del imperialismo chino (como en la ampliación y modernización del puerto de Santiago de Cuba y en el megaproyecto del puerto de Mariel, una zona franca para el comercio exterior).

El acuerdo

Algunos puntos del acuerdo incluyen reabrir, en los próximos meses, la embajada de EEUU en La Habana y comenzar con las visitas de funcionarios entre ambos países. En su comunicado la Casa Blanca asegura que impulsará “un apoyo continuo y sólido que perseguirá la mejora de las condiciones en materia de derechos humanos y la implementación de reformas democráticas en Cuba”.

También planeta facilitar el “envío de remesas a Cuba por parte de personas de EEUU”; autorizar “el incremento de ventas y exportaciones comerciales de ciertos bienes y servicios desde los Estados Unidos”; facilitar las transacciones autorizadas entre Estados Unidos y Cuba; iniciar acciones de cooperación en materia de salud, inmigración y narcotráfico; y allanar el camino a intercambios turísticos y financieros.

Obama se comprometió a revisar la calificación de Cuba como un Estado patrocinador del “terrorismo”; no objetaría la participación de Cuba en la “Cumbre de las Américas”, en el próximo mes de abril en Panamá.

Por lo que se sabe Cuba se comprometió, a su vez, a liberar a 53 presos, considerados “políticos” por los Estados Unidos; a facilitar el acceso de la población a internet, y a permitir más visitas de “evaluación” de la ONU y de la Cruz Roja.

Ambos gobiernos acordaron liberar de inmediato a varios presos significativos: Cuba al espía Alan Gross; y a un espía cuyo nombre no se dio, preso durante 20 años y que Obama describió como uno de los más importantes agentes de inteligencia que Estados Unidos tuvo en Cuba, que proporcionó a EEUU la información que condujo a la detención en 1998 del grupo llamado de “los Cinco”. Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González, René González y Ramón Labañino fueron detenidos hace 16 años (en 1998) cuando reunían en Miami información sobre los planes terroristas y políticos de los cubanos residentes en EEUU. De ellos, René González y Fernando González ya habían sido liberados previamente. Ahora terminó de ser liberado el resto, constituyéndose en un gran triunfo de la lucha del pueblo cubano y latinoamericano.

Las razones de EEUU

Esta “apertura” de los EEUU se da en el marco de una silenciosa pero avasalladora penetración del imperialismo chino en la región y de un empantanamiento económico del imperialismo ruso (producto de la crisis económica y el bloqueo de los países vecinos de Europa y los EEUU). EEUU busca recuperar terreno, mediante concesiones políticas y económicas a países como Cuba que, aunque enfrentados con EEUU, han pagado con creces la política de dependencia llevada adelante.

El acuerdo con Cuba es parte de una estrategia para la región, ya que también aprovechará la delicada situación económica que atraviesan los países como Brasil o Argentina (producto de su política neo-desarrollista) para cruzar lazos de “ayuda” y fomentar más la apertura a su mercado. La presencia del vicepresidente de los EEUU en la asunción de Dilma Rousseff en Brasil es una señal clara de su voluntad de disputa de ese mercado.

Por otro lado, el bloqueo económico y las operaciones políticas desestabilizadoras en Venezuela y ahora la aprobación por parte del Congreso norteamericano de la “ley de defensa de los derechos humanos en Venezuela” –al mismo tiempo que Obama anuncia el acuerdo con el gobierno cubano– es un mismo juego con el objetivo de neutralizar a Cuba y aislar a Venezuela.

Antecedentes inmediatos

El 29 de marzo de 2014, la Asamblea Nacional de Cuba aprobó por unanimidad la nueva Ley de inversiones extranjeras, que abre a “inversión de capitales” la economía del país. Esta medida extraordinaria que ahora se aprobó en el parlamento tiene antecedentes en las inversiones de capitales rusos, europeos y chinos desde hace años.

La nueva Ley se trata de una medida que el gobierno de Raúl Castro impulsa para combatir la crisis agravada desde 2008 por la escasez y el alza de los precio de los comestibles que Cuba importa. La legislación abre casi todos los sectores a los capitales externos, y será orientada a sectores prioritarios como el agrícola y forestal, comercio mayorista, industrias, turismo, construcción, energía, minas y transportes, entre otros. La excepción la constituyen las áreas de educación y salud, así como los medios de comunicación. Esta apertura se plantea como una necesidad “estratégica” para la “actualización del modelo cubano”, que incluye la expansión de un sector privado que ya involucra medio millón de cuentapropistas, todos ex empleados públicos.

Se exime a las compañías extranjeras del impuesto sobre utilidades durante ocho años, y recién después comenzarán a pagarlo a una tasa del 15%. Inclusive serán liberadas de esa carga impositiva si “reinvierten” sus ganancias en la isla.

El gobierno prometió seguridad a los capitales para eliminar el fantasma de las expropiaciones realizadas en los años 60. La ley garantiza “la plena protección y seguridad al inversionista, el cual no podrá ser expropiado, salvo por motivos de utilidad pública o interés social” y, en ese caso, con una indemnización. El ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, remarcó que Cuba “necesita de 2.000 a 2.500 millones de dólares anuales en inversión extranjera directa para llevar adelante su modelo socioeconómico socialista, próspero y sustentable”.

Las empresas extranjeras no podrán reclutar libremente trabajadores, sino que deberán hacerlo a través de entidades empleadoras del Estado cubano, como hasta ahora. No obstante, el Ministro señaló que se facilitará la contratación y se negociarán los salarios, con el fin de “que las empresas sean eficientes y los trabajadores se sientan más estimulados”.

El acuerdo diplomático con los EEUU se da en este marco, donde se muestra por parte del gobierno cubano un salto en profundizar una política dependiente que socavó por décadas la economía de la isla.

Por la liberación

Seguimos exigiendo el fin del bloqueo yanqui a la isla, sin dejar de señalar que EEUU, por su naturaleza imperialista, buscará aprovechar las posibilidades que se le presentan.

Por eso también preocupa la política de dependencia del gobierno cubano, expresada en la Nueva Ley de Inversiones Extranjeras. Más allá de los momentos coyunturales de inversiones y préstamos que vendrán, el camino profundizado con esta ley impactará en la economía del país con un pueblo empobrecido y recrudecerá también el “desembarco” de las lacras de los imperialismos a mediano y largo plazo.

Reivindicamos el camino antiimperialista que marcó el “Che” Guevara y otros revolucionarios, profundizando el camino agro-industrial independiente apoyándose en otros pueblos y naciones oprimidas. Los acontecimientos obligan a los revolucionarios latinoamericanos a redoblar nuestra solidaridad y cariño a nuestro hermano pueblo cubano para juntos transitar en Latinoamérica el camino de la liberación nacional y social en marcha al socialismo. En este contexto, recobran plena vigencia las palabras del comandante Ernesto “Che” Guevara cuando –recordando la intervención belga en el Congo y el asesinato de Lumumba– afirmó ante el pueblo de Cuba en 1961: “Que no se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada…”