La presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su comitiva viajaron a China y reafirmaron su asociación estratégica integral con el imperialismo chino. Como parte de esto, cerraron 15 acuerdos. Los mismos se sumaron a los 20 suscriptos el año pasado en Buenos Aires. El Gobierno avanza así en la licitación directa a empresas chinas.
Principales puntos
En la reunión con los CEO de las 30 empresas líderes chinas, la presidenta les habló del litio –el mineral que se utiliza para hacer las baterías– que hay en Salta y Jujuy y de que en Mendoza está el mayor yacimiento de potasio del mundo. El potasio se utiliza como abono para los cultivos. Les ofreció que analicen sus posibilidades de inversión en el yacimiento de potasio que la brasileña Vale abandonó en su retirada del país.
Además, se anunció la firma de siete nuevos convenios de energía, que se suman a las dos plantas nucleares anunciadas por 13.000 millones de dólares: Atucha III y otra aún sin nombre.
Se sumaron acuerdos sobre la Cooperación en el Proyecto de Construcción de un Reactor de Agua Presurizada en Argentina, que se suma a otro más en vías de construcción.
Junto con esto, se está trabajando para liberar nuevos préstamos para el país. China se va constituyendo en el financista que el Gobierno no encontró, crisis con los buitres mediante, en Estados Unidos y la Unión Europea. Contribuyen así a las reservas del Banco Central con el intercambio (swap) de monedas pactado por 11.000 millones de dólares del cual se usó el 7%, US$ 814 millones.
Desde el Ministerio de Economía se confirmó que la agencia de seguros china Sinosure le garantizó trámites rapidísimos para liberar créditos subsidiados para esos proyectos nucleares y otros que vayan surgiendo. La prueba experimental fueron los préstamos para las represas Cepernic y Kirchner, en Santa Cruz, y para el ferrocarril Belgrano Cargas. En tanto, el ministro de Economía, Axel Kicillof y el vicepresidente del Banco de China, Sun Ping, rubricaron un memorándum de entendimiento en relación con el Financiamiento de la Central Termoeléctrica Manuel Belgrano.
También se firmó un acuerdo para la facilitación de visas a los ciudadanos chinos, más otros acuerdos en telecomunicaciones y comunicaciones que hacen presuponer entrada de películas y canales chinos al país. “Se incorporará la señal de televisión estatal china a nuestro sistema estatal de televisión, como hace muy poco tiempo hicimos también con la Federación Rusa”, dijo Cristina Kirchner.
Uno de los más destacados es el acuerdo para la Cooperación en el Campo de las Actividades Espaciales, firmado en el acto por Julio De Vido y Xu Dazhe, administrador de la China National Space Administration (CNSA). Este último se supone que será para que Argentina acceda al programa chino “de exploración del espacio profundo”, que refuerza la base espacial que los chinos empezaron a construir en Neuquén.
La dependencia
Los acuerdos alcanzados por el Gobierno con China implican importantes inversiones. Sin embargo, son desarrollos y préstamos que más que liberarnos nos atan más y más a la dependencia con ese imperialismo. Implicar en primer lugar un fuerte salto en el endeudamiento, que condiciona a la Argentina más allá del 2020. Según el kirchnerismo pagar al FMI –sin investigar ni cuestionar esa deuda– era “liberarse”; ahora endeudarse con China ¿también será “liberarse”?
Por otro lado, la contratación directa de empresas chinas trae consigo la importación de maquinarias y equipos que se podrían fabricar acá. Varios de los componentes principales serán producidos y abastecidos por China, pese a que en la Argentina existe, por ejemplo, capacidad productiva para diseñar, fabricar y desarrollar las turbinas, reguladores, generadores y el sistema de excitación e hidromecánica necesario en estos emprendimientos. Estas son oportunidades que se pierden de desarrollo industrial nacional y condicionamientos productivos que quedan establecidos.
Incluso, el Gobierno facilita la contratación de obreros chinos en condiciones poco claras. Esta situación ya existe en la industria pesquera en Tierra del Fuego, donde las pésimas condiciones de los obreros chinos son utilizadas para avasallar derechos adquiridos de la clase obrera argentina.
Además, Argentina mantiene un fuerte déficit comercial con China: US$ 5.802 millones. Las importaciones duplican las exportaciones. Las exportaciones argentinas están constituidas principalmente por productos primarios y se importan manufacturas y bienes de capital. Este tipo de intercambio comercial es en definitiva una de las formas clásicas de saqueo imperialista, tal como fue con Inglaterra en otros momentos de nuestra historia y de afianzamiento de la dependencia. Pero estos ejemplos ilustran no solo las consecuencias en la balanza comercial sino también el grado de dependencia tecnológica que va atando la Argentina al imperialismo chino. Ahora esto se agrava aún más.
Lo que es más grave aún es que el Gobierno reafirma la base aeroespacial que está construyendo en Neuquén. Revestida bajo la apariencia de un centro de investigación, el Estado chino dirige su construcción a través de una empresa privada pero en realidad estrechamente vinculada a sus fuerzas armadas.
Entonces, estos acuerdos con potencias imperialistas como China, lejos de presentar una oportunidad de desarrollo nacional independiente para nuestro país, implican un reforzamiento de nuestra estructura dependiente.
nacional independiente, implican un reforzamiento de nuestra estructura dependiente.