miércoles, 23 de octubre de 2013

El imperialismo yanqui zafa de la quiebra… por apenas tres meses

[Vamos! Nº16] Con un precario acuerdo presupuestario. Un frágil acuerdo en el Congreso evitó transitoriamente el default de EEUU. La escena evidencia un debilitamiento relativo del imperialismo yanqui, en medio de la crisis económica internacional.


Ya sobre el filo de la cesación de pagos, que se iba a producir el jueves 17 de octubre, los dos grandes partidos estadounidenses —el demócrata y el republicano— llegaron a un precario acuerdo sobre los dos puntos en pugna: el presupuesto para 2014 y la suba del límite de endeudamiento.
Así evitaron que Estados Unidos entrara en default por primera vez en su historia; pero sólo hasta el 7 de febrero. Tras la aprobación de la ley de presupuesto en el Congreso, regresaron al trabajo de 800.000 empleados del gobierno central, tras 16 días de cierre de hospitales, escuelas, oficinas de seguro social, etc.; pero sólo hasta el próximo 15 de enero.
Los republicanos, que son mayoría en la Cámara de Representantes y minoría en el Senado, chantajearon al gobierno afirmando que sólo votarían la ley de presupuesto si suspendía por dos años la entrada en vigencia de la reforma de salud, conocida en EEUU como “Obamacare”. Este programa, que ni siquiera es de salud gratuita sino apenas de relativo abaratamiento de la atención médica —que en EEUU es privada y cara— es el caballito de batalla de Obama para contrapesar el descontento popular acumulado en varios años de crisis económica y de políticas expansionistas y belicistas del gobierno demócrata de Obama, que llevó el gasto militar a más de 700.000 millones al año. La respuesta de Obama fue la suspensión de 800.000 empleados. Republicanos y demócratas volvieron a mostrar su desprecio al pueblo y que sus intereses están en otro lado, defendiendo a los monopolios.
El tope de endeudamiento de EEUU está fijado en cerca de 17 millones de millones de dólares, una cifra monstruosa: la deuda pública de Washington ya es mayor que todo su producto bruto.
Si el Congreso le impidiera al gobierno elevar aún más ese techo, los EEUU entrarían en default e incumplirían sus pagos nacionales e internacionales: algo absolutamente impensable hasta ahora, pero imaginable hoy con la declinación del imperialismo yanqui y en medio de una crisis económica internacional. Las consecuencias serían la caída del valor del dólar y de los bonos que coloca en el exterior, afectando al comercio y la economía mundial. Algo más de un billón de dólares de esa deuda es en bonos en poder de corporaciones de inversión del Estado chino, y casi otro tanto de Japón. El resto se debe a los propios grupos financieros yanquis, o a petroleros árabes, o a la Reserva Federal. Por estas razones los imperialismos mostraron alivio con el pacto transitorio entre republicanos y demócratas.

Chinos: “a desamericanizar”  
Crisis fiscales y de deuda cada pocos meses; dos millones de desocupados; caída de la inversión privada. Todo esto empieza a tener manifestaciones en la política exterior yanqui: Obama debió ausentarse de una cumbre asiática y cancelar viajes a cuatro países de esa región, en la que está avanzando notoriamente la influencia de su rival China.
Precisamente China tradujo el relativo debilitamiento yanqui —y sus temores por la seguridad de las “inversiones” financieras chinas en bonos estadounidenses— a través de la agencia oficial de noticias Xinhua: “Es un buen momento para que el mundo comience a considerar construir un mundo desamericanizado”, escribió.
La nueva crisis presupuestaria yanqui estremeció los mercados mundiales. El Tesoro norteamericano dejó de ser un lugar seguro para otros gobiernos, bancos y  monopolios. Temiendo el posible retraso de los pagos oficiales, dejaron de comprar bonos y acciones de empresas que podrían ser afectadas por la contracción económica en EEUU. Aunque atribuyéndolo a la puja partidaria en el Congreso, Obama hizo explícito el debilitamiento norteamericano: “No hay razones por las que no podamos gobernar de manera responsable, pese a nuestras diferencias, sin tener que tambalearnos de crisis en crisis”.

Obama con disfraz de trabajador, luego de suspender a 800.000 empleados.