Desde fines de agosto, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación está llevando a cabo un intenso plan de lucha con paros y manifestaciones en todo el país, cortes de ruta, toma de instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex), puestos de peaje y centros comerciales.
Los maestros llamaron además a sindicatos, organizaciones sociales y centros estudiantiles para que se sumen al movimiento contra las “reformas estructurales” ultraliberales impuestas por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
“Reforma educativa” contra los maestros y la educación pública
La lucha docente enfila contra la brutal “flexibilización” laboral impuesta por la recientemente promulgada Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD). Con el remanido argumento de establecer una “educación de calidad”, la ley somete a los maestros a una “evaluación” permanente, que puede rescindir sus contratos sin importar los años trabajados en el magisterio o la capacitación cursada en horarios no laborales y pagada con sus propios recursos por muchos maestros y maestras.
La reforma educativa es en realidad una reforma laboral que no contempla en absoluto los requerimientos pedagógicos concretos. Maestras provenientes de los estados más pobres como Oaxaca, cuentan por ejemplo que muchas veces, antes de comenzar con los programas de estudio, tienen que enseñar primero a los alumnos indígenas a hablar el español. Una docente de la ciudad de México señala que desde 2007 no le aumentaron el sueldo pese a sus múltiples cursos de actualización y perfeccionamiento. En muchos casos los maestros tienen que pagar con sus propios recursos los insumos necesarios para dar clase.
La pretendida reforma educativa también ignora aspectos propiamente laborales como las horas interinas, los contratos menores a seis meses que no generan responsabilidad para las autoridades, o las licencias sindicales indefinidas cubiertas por personal interino sin derecho a prestaciones.
Un gran movimiento magisterial-popular
La aprobación de la ley generó movilizaciones en Chiapas, Zacatecas, Campeche y Guerrero. En Cancún (estado de Quintana Roo, en la península de Yucatán) unos 500 maestros del comité de lucha, armados con palos, piedras e incluso rejas de alcantarillado, fueron reprimidos por bomberos con chorros de agua y con gases lacrimógenos por policías antimotines municipales. Los bravos maestros respondieron a piedrazos, reafirmaron el paro y cortaron las rutas de entrada y de salida de esa famosa ciudad turística. El gobernador del estado pidió a los docentes “no afectar a la industria turística ni denigrar la imagen de los maestros de Quintana Roo con manifestaciones violentas’’.
Pero uno de los principales centros de la lucha fue el sureño estado de Chiapas. Los maestros, en paro desde el 28 de agosto, tomaron el palacio de gobierno, la Torre Chiapas —que aloja oficinas federales y estatales y otras de la ONU— y el peaje de la ruta que une las dos principales ciudades del estado, San Cristóbal y Tuxtla Gutiérrez. Enfrentando una intensa campaña de desprestigio y amenazas, unos 2.000 maestros chiapanecos participaron en el acampe que la CNTE instaló en el Monumento a la Revolución en la ciudad de México, junto a otros miles de docentes de diversos estados. Por dos veces cercaron la Torre de la petrolera estatal Pemex, impidiendo que entrara o saliera combustible. En las masivas manifestaciones del 2 y 12 de octubre, decenas de miles de personas de diversos sectores populares marcharon al lado de los maestros.
Allí se constituyó un movimiento magisterial-popular inédito. El 6 de octubre, más de 3.000 padres de estudiantes formaron el “Comité Democrático Estatal y Regional de Padres de Familia de Chiapas en Defensa de la Educación Pública y la Nación”, que impidió que entraran a las escuelas los maestros interinos contratados por el gobierno estadual para reemplazar a los huelguistas. El 7 de octubre, miles de padres y maestros tomaron 59 municipios y el Congreso del estado. Y la misma situación de efervescencia contra el enfoque privatizador de la educación vive en los estudiantes de las escuelas preparatorias y técnicas.
En Zacatecas (capital del estado central del mismo nombre), más de 16.000 maestros pararon y marcharon junto con unos 3.000 campesinos locales y de San Luis Potosí y Durango, tomaron el Congreso, bloquearon el complejo Ciudad Gobierno y cortaron las rutas de ingreso al este y oeste de la ciudad.