[Exclusivo Internet] Contra la superexplotación de los obreros de la confección.
Manifestaciones, cortes de ruta, luchas callejeras contra la represión policial. Los textiles de Bangladesh reclaman un salario mínimo de 100 dólares. Ganan 40, y los monopolios fabricantes de ropa les ofrecen 48.
A fines de setiembre, cinco meses después del terrible accidente de abril, cuando un complejo fabril de 8 pisos se derrumbó en Savar (Bangladesh, al nordeste de la India) evidenciando las condiciones criminales en que los monopolios locales y de los países imperialistas hacen trabajar a los obreros bangladeshíes y provocando la muerte de más de 1.100 personas, los trabajadores de la confección volvieron a ganar las calles, cortar rutas y enfrentar a la policía durante varios días. Una veintena de trabajadores fueron heridos en los combates callejeros.
Las protestas, en reclamo de un salario mínimo mensual de 100 dólares, se extendieron fuera de la capital Dhaka. Un jefe policial del distrito industrial de Gazipur, cerca de Dhaka, donde hay cientos de fábricas, dijo que “hasta 200.000 trabajadores” se unieron a las manifestaciones. 300 plantas industriales fueron cerradas por las patronales porque los obreros —muchos de ellos mujeres— atacaron las fábricas que permanecían abiertas.
Bangladesh es el segundo exportador mundial de ropa después de China: esa industria constituye el 80% de las exportaciones y más del 40% de los trabajadores industriales del país, y deja 20.000 millones de dólares anuales. Provee a grandes monopolios y a minoristas de ropa barata de todos los continentes. Entre los clientes de esos talleres con trabajo semiesclavo están la yanqui WalMart, la cadena británica de ropa Primark y New Wave Style, que abastece a la compañía española Mango y a la italiana Benetton. Es notoria la complicidad o directa responsabilidad de los gobiernos de muchos países del tercer mundo con los métodos brutales de la flexibilización, precarización y tercerización generalizados en los ’90 y vigentes hoy.
En 2010, varios meses de manifestaciones continuas obligaron al gobierno y a los dueños de las fábricas a acordar un salario mínimo mensual de 3.000 taka (40 dólares).
Los sindicatos reclaman un mínimo de 8.114 taka (107 dólares, unos 600 pesos argentinos) por mes. Los empresarios alegan que, debido a la crisis mundial, apenas pueden aumentar los salarios un 20%, llevando el salario mínimo a 3.600 taka (48 dólares).