[VxL! Nº5] La revolución: en 1810 y hoy
La Revolución de Mayo de 1810 se dio en un marco mundial convulsionado por la lucha, en particular en Europa, de la burguesía ascendente y las masas populares contra las viejas relaciones de producción y el poder feudal. Era una “época de revolución social”, como analizó Marx: la época de la crisis del régimen feudal y las revoluciones burguesas, como la Revolución Francesa de 1789. Así fue cómo la burguesía, luego de varios siglos de lucha antifeudal, logró conquistar el poder y desarrollar plenamente las relaciones de producción capitalistas.
Las revoluciones de independencia en América Latina se dieron en la época de las revoluciones burguesas, pero no fueron de igual tipo: la hegemonía de terratenientes y comerciantes terminó condicionando el desarrollo posterior de nuestras naciones.
A comienzos del siglo XX, como analizó Lenin, se abrió una nueva época de revolución social: la época del imperialismo y la revolución proletaria. Del libre comercio se pasó a los monopolios, y las burguesías monopolistas de los países imperialistas pasaron a explotar no solo a la clase obrera de sus propios países, sino a los pueblos de todo el mundo, aliándose y subordinando a las clases dominantes nativas. El mundo quedó desde entonces dividido en dos tipos de países: un puñado de potencias imperialistas y una gran mayoría de países coloniales, semicoloniales y dependientes, entre éstos los de América Latina. Y esta contradicción se entrelazó con otras dos: la que existe entre la burguesía y el proletariado, y las contradicciones interimperialistas. Tres grandes contradicciones que caracterizan a esta época, aún vigente.
En la época del imperialismo se profundizaron las crisis económicas y llevaron a permanentes agresiones a los países oprimidos y hasta dos guerras mundiales. Pero también motivó el surgimiento de sucesivas oleadas de luchas nacionales en los países oprimidos por el imperialismo junto con el triunfo de revoluciones socialistas.
En esta nueva época “…cambian cualitativamente los protagonistas y la clase que necesariamente debe dirigir a las amplias masas en la revolución para que pueda triunfar. La clase obrera, y esto fue ampliamente fundamentado por el marxismo, es la única clase en condiciones de dirigir las revoluciones, tanto en los países imperialistas en que se plantea la revolución socialista directa, como en los países oprimidos; en que es imprescindible, dada su estructura económica social y el carácter del Estado a destruir revolucionariamente, una etapa previa de liberación nacional y social, que es de nuevo tipo, cuyo triunfo abra curso ininterrumpidamente a la revolución socialista.
“Como ya esbozó Lenin y desarrolló ampliamente Mao, en la teoría y en la práctica de la Revolución China, en la nueva época revolucionaria abierta con la fase imperialista, las revoluciones de liberación nacional son ya parte de la revolución proletaria y no de la revolución burguesa. Por lo que la clase obrera es la llamada a dirigir el amplio frente interesado en la liberación nacional y social en los países oprimidos por el imperialismo.” (1)
Las revoluciones en Rusia, China, Cuba y otros países –cada una con sus distintas condiciones particulares- comprobaron en la práctica estos desarrollos.
Por pertenecer a una nación oprimida por el imperialismo, los comunistas revolucionarios de la Argentina somos patriotas y somos internacionalistas. Luchamos contra la explotación y la opresión. Luchamos por la liberación nacional y social en marcha ininterrumpida al socialismo. Nuestro sentimiento patriótico y el odio a los imperialismos y sus socios locales no nos aíslan sino que nos hermanan con todos los pueblos oprimidos y todos los explotados del mundo. Como el Che Guevara, que decía que era tan argentino como boliviano, peruano o cubano y tan patriota de América Latina como el que más.
(1) Comité de Reconstrucción del Comunismo Revolucionario, “Nuestra ruptura con el PCR y la reconstrucción del comunismo revolucionario”, 10 de marzo de 2013.