miércoles, 13 de agosto de 2014

La construcción del Partido de vanguardia de la clase obrera

[Vamos! Nº34]  Comunismo Revolucionario (CR).



Estamos culminando con éxito nuestra segunda Colecta Financiera y también se cumple un año y medio desde la creación del Comité de Reconstrucción del Comunismo Revolucionario (CR). La colecta financiera, el armado de organizaciones del CR, nuestra integración con procesos obreros como los de Lear, las luchas estudiantiles, de petroquímicos, del campesinado pobre, desocupados, por la vivienda y otros procesos de asalariados son muestras de avances en la construcción del Comunismo Revolucionario.    
Estamos en un período de construcción del Partido de vanguardia, tal como lo planteamos en nuestro documento de ruptura con el PCR-PTP de marzo de 2013.
En primer lugar nos planteamos tener una dirección nacional y editar el periódico del CR: Vamos por la liberación!, que lleva 34 números. Lenin afirmaba que: “A nuestro juicio, el punto de partida de nuestra actividad, el primer paso práctico hacia la creación de una organización deseada y, por último, el hilo fundamental al que podríamos asirnos para desarrollar, ahondar y ampliar incesantemente esta organización debe ser la fundación de un periódico político para toda Rusia…” (V.I. Lenin, “¿Por dónde empezar?”, en Obras Completas, tomo 1 (1894-1901)).
Pero proclamarse construir un Partido de vanguardia no quiere decir que la tarea esté resuelta; apenas es el primer paso, fundamental, pero el primer paso.
En la lucha por esa construcción, nos encontramos en primer lugar con la polémica frente al revisionismo en cuanto a la validez de Partido, basado en el balance sobre la derrota del socialismo en países donde se restauró el capitalismo.
Es una campaña que inundó el mundo y tuvo su punto más álgido posterior a la caída del muro de Berlín en la década de los 90. Década con claro predominio del imperialismo yanqui, donde se acuñaban las teorías del “fin de la historia”, “fin de las ideologías” y el “fracaso del comunismo”. En América Latina avanzaban los gobiernos privatizadores y hambreadores.
Los finales de esa década serían marcados por grandes levantamientos populares como el Argentinazo o el Ecuadorazo. Al no poder imponerse el pueblo, los sectores dominantes impusieron el recambio. Así, el kirchnerismo -con un 25% de los votos- debió hacer concesiones a un pueblo que luchó y dejó muchas vidas, mientras iba amarrando la dependencia al imperialismo chino.
En América Latina se fueron imponiendo gobiernos que mostraron, en sus momentos de expansión, un “capitalismo más humano”, distinto del “capitalismo salvaje” como hoy expresarían los fondos buitres (éstos que Cristina llama “lo peor del capitalismo”). Gobiernos “neo-desarrollistas” con fuerte papel del Estado, que desarrollan una política basada en el consumo, pero sobre la base de la exportación de materias primas y a cambio de la importación, sin desarrollo independiente del mercado interno.
Desde aquí -junto con otras experiencias más radicalizadas guiadas por teorías como “el socialismo del siglo XXI”, donde en definitiva se podría “construir el socialismo” sin la revolución, sin destruir el Estado- fueron imponiendo una práctica en la que el capitalismo se podría mejorar, desechando la idea de la revolución y “las vanguardias”. Bastaría con un líder y movimientos de masas que fueran “construyendo poder popular”.
Pero hoy asistimos a una dura realidad donde las políticas neo-desarrollistas, al no resolver los problemas de fondo como la dependencia y la propiedad terrateniente, cuando les llega su fin de ciclo entran en crisis, profundizan la dependencia y ajustan al pueblo. Es en este contexto, que renueva su vigencia la lucha por la liberación nacional y social en marcha al socialismo, conducida por la clase obrera y su Partido de vanguardia, motorizando el frente único antiimperialista.

El centralismo democrático
Sostenemos la base teórica del marxismo-leninismo-maoísmo en la construcción del Partido de vanguardia y somos conscientes que para construir un Partido revolucionario debemos deslindar campos con el revisionismo y el oportunismo en todos los terrenos: ideológico, político y orgánico. El revisionismo, ataca el concepto de “centralismo democrático”, igualándolo con el dogmatismo, el sectarismo o la falta de democracia.
Si verdaderamente no subestimamos al Estado y si nos proponemos seriamente la lucha por la revolución, sostenemos que una organización revolucionaria a la vez que delimita sus fronteras a través del programa, lo debe hacer también en el terreno organizativo. El centralismo democrático es el principio organizativo que blinda al Partido revolucionario frente a la aceitada maquinaria del Estado oligárquico-imperialista que cuenta con miles de funcionarios profesionales, fuerzas de seguridad, servicios de inteligencia y sus agentes que usa para tratar de destruir al proletariado.
Defendemos el centralismo democrático porque a la vez que sostenemos una dirección centralizada, practicamos una profunda democracia dirigida, y no el “democratismo socialdemócrata” o el liberalismo fraccional. Luchamos por crear una situación política en la que los afiliados sean protagonistas de la construcción de la línea política, practiquen la investigación y puedan discernir sobre los aciertos y errores, donde haya tanto centralismo como democracia, tanto disciplina como libertad, tanto unidad de voluntad como satisfacción moral individual y vivacidad, a fin de beneficiar la lucha por la revolución de liberación nacional y social y el socialismo.
Nada más lejos del maoísmo lo es el autoritarismo y la arrogancia. Nada más lejos del maoísmo y cerca del revisionismo lo es la concepción del “afiliado dócil” y no permitir que “se nade contra la corriente” como un principio del marxismo-leninismo-maoísmo en la lucha de líneas en el Partido respetando los principios orgánicos.
Sin lugar a dudas la construcción del Partido de vanguardia de la clase obrera es la tarea fundamental en toda construcción de masas en el proletariado, el campesinado pobre y medio, entre la intelectualidad, las mujeres, los estudiantes y demás jóvenes y la construcción de frentes únicos revolucionarios. En esta ardua pero apasionante tarea nos encontramos.