[Vamos! Nº25] En su visita por Roma y luego París en la semana del 18 de marzo, la presidenta Cristina Kirchner cuestionó la posición de los imperialismos occidentales de no reconocer el plebiscito en Crimea a favor de su anexión a Rusia.
Como reprodujo Página/12: pidió “no tener doble estándar” a la hora de dirimir los conflictos soberanas porque “no se puede estar en desacuerdo con la integridad territorial con Crimea y estar de acuerdo con Malvinas”. “Que la integridad territorial sea para todos”, apuntó. La presidenta no cuestionó la masiva ocupación militar en Crimea por parte del imperialismo ruso, tras la caída de su presidente amigo Yanukóvich, marco en el cual se realizó dicho plebiscito.
Mientras tanto, Rusia tomó posesión de la flota ucraniana en Sebastopol y continuó con la anexión de Crimea en tiempo récord. Previamente, el canciller ruso Lávrov había afirmando cínicamente que “Crimea significa más para Rusia que las Islas Malvinas para Gran Bretaña” (Vamos! Nº24, pág. 11).
Lo destacado del asunto no es la incoherencia de conveniencia de tal o cuál imperialismo. ¿A quién puede llamarle la atención? Lo curioso del asunto es que la presidenta por un lado dice enfrentar la ocupación inglesa en Malvinas pero por el otro terminó avalando la ocupación rusa en Crimea. ¿Esto a quién beneficia?
Tal es así que el propio presidente Vladimir Putin no tardó en agradecer el favor y el martes 25/3 llamó personalmente a la presidenta Cristina Kirchner. Página/12 lo festejó dedicándole una tapa.