martes, 15 de abril de 2014

Masivo paro contra el ajuste

[Vamos! Nº26]  Editorial. El contundente acatamiento al paro del 10 de abril convocado por la CGT Azopardo y la CTA golpeó fuerte la política de devaluación salarial del gobierno y abre una nueva situación política en la Argentina. También se mostraron nuevos reagrupamientos y el avance de los sectores combativos y clasistas en el movimiento obrero y demás asalariados. La inseguridad la pagan los sectores populares.



La lucha docente parió el paro nacional 
No hubiera habido paro de la CGT y la CTA si no había una histórica lucha de los docentes que rompieron la tregua, en la que también venían encaramados Hugo Moyano y Luis Barrionuevo acompasando los tiempos de Sergio Massa o Daniel Scioli.
La lucha docente de todo el país -y en particular de la Provincia de Buenos Aires- amenazó con romper los topes salariales y desbordó a dirigencias afines al gobierno K. Se encendieron luces amarillas para el conjunto de las clases dominantes; ya que en definitiva no les conviene que las paritarias se descontrolen, porque les interesa que se respeten los acuerdos sobre la devaluación y la inflación.
El paro expresó la bronca de millones de trabajadores que ven licuar sus salarios por el valor de los productos de primera necesidad. Los precios cuidados aumentaron un 20%. También el impuesto a las “ganancias” se lleva otra parte del salario de miles de trabajadores. A esto se suma los aumentos de tarifas de hasta un 400%, mientras Repsol recibirá 10 mil millones de dólares.
La protesta también expresó la bronca por las olas de robos y asesinatos en las barriadas populares, donde una parte de la creciente marginalidad es reclutada por el narcotráfico y las cúpulas policiales, amparadas por funcionarios y la Justicia. ¿De qué vale el salario cuando muchas veces está en juego la vida en la calle o la parada de colectivo?
El gobierno hizo todo lo posible para restarle fuerza a la medida: cerró paritarias a las apuradas (y a la baja), denunció que el paro servía a Massa y llevó adelante todos los aprietes y amenazas que pudo, llegando hasta la represión en la Panamericana que no logró evitar el corte. Pero la contundencia de la medida volvió a mostrar la fuerza de la clase obrera. Lo que tomó fuerza es el reclamo de salario, jubilación, derogación del impuesto a “ganancias” y contra la precarización.

Lo nuevo que se mostró 
La masividad de la jornada y el desborde, sobre todo en el proletariado industrial a los jerarcas sindicales, mostraron una nueva situación por abajo en muchas fábricas y lugares de trabajo. Terminales industriales como la Ford y Fiat pasaron por encima de sus gremios y pararon las plantas. Lo mismo ocurrió en diversas autopartistas enroladas en SMATA. El dirigente kirchnerista Pianelli sufrió una dura derrota. Luego de que anunciara públicamente que “el subte no para”, los trabajadores pararon y no anduvo ninguna línea.
Esto es parte de lo nuevo que ya se venía manifestando en la lucha docente, con gran protagonismo en las asambleas y la contundencia en los paros.
El otro factor destacado de la jornada estuvo en la decisión del sindicalismo combativo y clasista en hacer activo el paro, con cortes y movilizaciones. En Bahía Blanca, más de 1.400 obreros químicos y petroquímicos con su sindicato y delegados a la cabeza pararon, marcharon y realizaron un acto en el corazón del Polo Petroquímico. Fue el lugar más importante donde los obreros industriales pararon e hicieron activo el paro.
Los piquetes en varios puntos neurálgicos del interior y el área metropolitana fueron la forma de mostrar independencia y también sirvieron para propagandizar reclamos no contemplados en la convocatoria de la CGT, como la absolución de los petroleros de Las Heras. Mostraron en la práctica cómo es golpear juntos, por el programa del paro, pero marchando separados por la historia de los jerarcas y sus proyectos políticos.
En este sentido vemos equivocado el posicionamiento de Pablo Michelli (CTA) de no mostrarse con independencia del acuerdo Moyano-Barrionuevo, en momentos donde Massa y Clarín trabajaron activamente con esos dirigentes sindicales. Este alineamiento sólo trae desconcierto en los sectores combativos dentro de la CTA y da lugar a divisiones que fomenta el kirchnerismo (como se ve en ATE Capital).

Los desafíos 
La respuesta del gobierno ha sido seguir adelante con su política de ajuste, con devaluación salarial y más tarifazos. Ya lo manifestó el ministro de Trabajo, Carlos Tomada: “el paro no nos hace mover ni un ápice del rumbo”, afirmó. Y agregamos, menos aún ahora cuando el FMI salió a respaldar de manera contundente las medidas económicas y el ministro de Economía, Axel Kicillof, se saca fotos en el G20 para mendigar créditos. Toda una definición del fin del relato.
Entonces, la nueva situación política que se abre tiene como característica a un gobierno que debe avanzar en el ajuste, pero con un movimiento obrero que dice basta.
Esta nueva etapa recién empieza y será dura. El gobierno deberá hacer el trabajo sucio de las clases dominantes hacia el 2015, pero forcejea para no ser un limón exprimido y mantener poder de fuego para disputar. El ajuste trae consigo más represión, militarizando como acaba de hacer Scioli o reprimiendo y encarcelando como hace Cristina Kirchner. También se agudizará la disputa y la inestabilidad política.    
El avance del sindicalismo combativo y clasista en el movimiento obrero genera nuevas y mejores condiciones para abordar ese escenario e ir preparando desde abajo el paro activo de 36hs, dándole así continuidad al plan de lucha.
En este camino, es necesario mantener un programa opositor e independiente, golpeando juntos pero marchando separados con la CGT de Moyano, y no darle tiempo al kirchnerismo ni a otras variantes de las clases dominantes.
En esa dirección, el próximo 1º de Mayo se presenta como una buena oportunidad para que las fuerzas combativas, clasistas y antiimperialistas del movimiento obrero y popular recuerden de manera unitaria el Día Internacional del Trabajador, muestren sus avances en el movimiento obrero y levanten un programa de lucha, con perspectivas liberadoras.