martes, 15 de abril de 2014

Guerra de Malvinas: El cambio de la contradicción principal

[Vamos! Nº26]  A 32 años del conflicto bélico - Nota 2. La dictadura y los cambios en el escenario internacional de los ‘80 con Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Los hechos y consecuencias de la guerra.



En la primer nota, publicada en el Vamos! Nº25, comenzamos describiendo el contexto internacional de mediados de los ‘70, signado por la bipolaridad entre EEUU y la URSS. Analizamos también las corrientes internas y la lucha dentro de la dictadura argentina. En esta segunda nota analizamos en el nuevo escenario internacional de los ‘80, los cambios dentro de la dictadura y la guerra que en 1982 enfrentó militarmente a Argentina con Inglaterra.

Cambios dentro de la bipolaridad y en la dictadura
El período signado por la bipolaridad entre las dos superpotencias imperialistas, EEUU y la URSS, tuvo distintos momentos. Con la derrota de Vietnam en 1974 EEUU pasaba a la defensiva y el social-imperialismo ruso se iba convirtiendo en la superpotencia más agresiva. Así lo analizó el propio Mao Tse-tung.
En 1980 asumió la presidencia de EEUU Ronald Reagan, como expresión del sector más agresivo de la burguesía monopolista yanki. Aprovechando el empantanamiento de la invasión rusa en Afganistán y sobre la base de un plan económico y militar que elevó sideralmente los presupuestos armamentísticos, EEUU fue logrando el contragolpe que le permitiría ir pasando a la ofensiva en la disputa de la hegemonía mundial durante los ‘80.
Margaret Thatcher había asumido como primer ministro del Reino Unido Británico en 1979. La alianza anglo-norteamericana era la piedra angular de la OTAN -alianza militar que además incluía a Francia y Alemania occidental-, opuesta al Pacto de Varsovia, encabezado por Rusia social-imperialista e integrado además por los otros países de la URSS, Alemania oriental, Polonia, Checoslovaquia y muchos otros países.
En el año 1979 se produjo el histórico paro nacional contra la dictadura fascista. 1980 es el punto de inflexión de la situación económica favorable que venía aprovechando la dictadura. En marzo de 1981 realizaron la transición ordenada de la presidencia de la Junta Militar argentina del general Videla al general Viola, que se presenta dentro de la dictadura como un “desarrollista” y que vendría a dejar atrás al “liberalismo” de Videla y Martínez de Hoz y abrir a la vez un proceso de “convergencia cívico-militar” que incluiría a sectores colaboracionistas del radicalismo, del peronismo, del PC argentino, etc.
El general Galtieri asumió la jefatura del Ejército y el almirante Anaya pasó a ocupar la jefatura de la Armada. Tras asumir, Galtieri realizó un viaje a EEUU y desplegó una campaña propagandística en los medios. En diciembre de 1981 se produjo una crisis política dentro de la dictadura: cayó Viola y, tras asumir un presidente provisional durante unas horas, Galtieri pasó a ocupar la presidencia de la Junta Militar argentina. El 30 de marzo se realizó un paro nacional de la CGT-Brasil y la movilización de trabajadores fue reprimida en inmediaciones de la Plaza de Mayo.

2 de Abril de 1982
El 2 de abril se produjo el desembarco de las fuerzas del Ejército y la Marina argentinas y el control de la guarnición militar inglesa y de Puerto Argentino. El imperialismo inglés respondió rápidamente. El 5 de abril su flota militar zarpó hacia Malvinas y Gran Bretaña declaró una zona de exclusión alrededor de las islas.
El objetivo que se había trazado Galtieri al frente de la dictadura había sido asumir el control de Malvinas para negociar diplomáticamente. Sobre la base de haber desplazado al grupo pro-ruso de Videla y Viola de la hegemonía de la dictadura, apeló a EEUU esperando su neutralidad y un rol mediador para una salida diplomática. Galtieri calculaba que esta táctica podía dejarle un saldo político de masas, sobre las FFAA y en general dentro de la política Argentina y Latinoamericana.
La mediación de EEUU la llevó adelante el propio secretario de Estado norteamericano Alexander Haig, sin ningún resultado. Informalmente trascendió una propuesta de tres banderas sobre las Malvinas: las de Argentina, Inglaterra y EEUU. Desencadenados los hechos del 2 de abril, la ONU respaldó a Inglaterra, con apoyo de EEUU, donde Rusia y la China de Teng Xiao-ping se abstuvieron.
Inglaterra venía atravesando un prolongado período de retroceso y una grave crisis económica y social interna, incluso recortando el gasto militar de su guarnición en Malvinas. Pero el gobierno de Margaret Thatcher precisamente venía a revertir esa situación interna y externa con una política neoconservadora que llevaría adelante con mano de hierro.
En las frustradas negociaciones Inglaterra dejó en claro, incluso al propio EEUU, de su decisión de recuperar su rol internacional, su agresividad y lo inaceptable de cualquier salida diplomática. Inglaterra es la segunda fuerza militar de la OTAN y un aliado histórico y decisivo para EEUU en el mundo bipolar. La denominada “revolución conservadora” encabezada por Reagan y Thatcher, que diez años después llevaría a la impensable desintegración de la URSS, estaba comenzando.
Así se esfumaban los planes de de Galtieri de recuperar -o compartir- Malvinas, mediante un golpe de mano y una salida diplomática negociada. La agresión militar británica sobre las islas era inevitable.

El cambio de la contradicción principal
Con las islas bajo control argentino y la flota colonialista inglesa en camino, el conflicto militar era inexorable. Junto con el respaldo de la mayoría de los países sudamericanos y del tercer mundo, se desató un sentimiento nacionalista, anticolonialista, antiimperiaslista antiinglés y antiyanki de masas. Se despertó un odio histórico de generaciones de argentinos y latinoamericanos, desde las invasiones inglesas a Buenos Aires, la guerra de la Triple Alianza, el pacto Roca-Runciman, los empréstitos, su participación en los bombardeos a Plaza de Mayo y en la Libertadora del ‘55.
Este es el contexto que permite entender la Plaza de Mayo repleta del 10 de abril de 1982, con el helicóptero de Mr. Haig yéndose tras fracasar su “mediación”, con Galtieri gritando desde el balcón: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”.
La contradicción principal venía siendo dictadura-pueblo y la dictadura expresaba al conjunto de los intereses imperialista, antinacionales y antipopulares, incluidos los pro-ingleses. Con la guerra de Malvinas, los hechos y el proceso objetivo determinaron que la contradicción imperialismo inglés-Nación Argentina se impusiese objetivamente como principal y determinante al resto de las contradicciones en el desarrollo de la situación política argentina. La contradicción dictadura-pueblo no desapareció durante la guerra y tuvo un desarrollo particular, principalmente determinado por el proceso de la guerra que enfrentaba a la Nación Argentina con el imperialismo inglés.

La guerra
La dictadura no tomó medidas económicas significativas contra Inglaterra en el territorio nacional. Respetó sus monopolios, bancos y grandes latifundios, que en algunos casos operaron como bases del imperialismo inglés. Entonces, la guerra se limitó centralmente a la acción bélica y diplomática.
La flota inglesa se aproximaba a las islas tras recorrer 13.000 kilómetros y, junto a bombarderos que habían partido desde la pista militar norteamericana de la Isla Ascensión, el 1º mayo atacó desde el aire a Malvinas. Las defensas argentinas derribaron dos See Harriers ese día.
El 2 de mayo Margaret Thatcher dió la orden para el ataque submarino al Crucero General Belgrano fuera de la “zona de exclusión”, teatro de operaciones militares determinado por los propios ingleses. Este artero crimen de guerra dejó el saldo de 323 argentinos muertos.
El 4 de mayo de 1982, pilotos argentinos alcanzaron con un misil Exocet al destructor Sheffield, que terminó hundido, y son averiadas otras naves. Otros ataques, basados en la destreza pero fundamentalmente en el heroísmo, alcanzaron directamente a la flota con media docena de hundimientos, una docena de averías incluso la del portaviones insignia “Invencible”, sumado al derribo de harriers y helicópteros.
El 21 de mayo se produjo el desembarco inglés en San Carlos, con un gran número de bajas, el hundimiento de la fragata inglesa Ardent. Pero, golpeando el accionar aéreo argentino, el avance terrestre inglés logró ir avanzando, aunque resistido heroicamente en numerosas batallas como la de Pradera de Ganso, Monte London, Tumbledown y muchas otras. Tras tres semanas de cruento combate bajo condiciones climáticas criticas, el 14 de junio se produce la capitulación de Puerto Argentino.

Lo que Malvinas desata
La guerra fue desatando una crisis en el frente dictatorial tal como venía hasta abril del ’82. En primer lugar porque una parte se opuso a enfrentar a Inglaterra apoyada por EEUU, vértices de la OTAN y del mundo occidental. Otros, como los videlistas y los violista, coherentes con el abstencionismo ruso en la ONU, además veían en la derrota de Malvinas la posibilidad de recuperar la hegemonía de la dictadura.
El cambio diplomático que significó participar del Movimiento de Países No Alineados -enviando al canciller argentino Costa Méndez al encuentro de ese movimiento que por entonces presidía Fidel Castro realizado en La Habana el 3 de junio de 1982- desató fuertes enfrentamientos dentro de la dictadura.
La disciplina de las FFAA -preparadas para la represión, posteriormente alistadas para enfrentar a Chile y no para enfrentar al imperialismo- hizo crisis. Al método de los estaqueamientos de soldados, o el de los oficiales que huían y abandonaban a su propia iniciativa a soldados y suboficiales en el campo de batalla, le apareció su opuesto: el del heroísmo y el arrojo de enfrentar con las armas a una poderosa potencia imperialista.
Y fundamentalmente se desató un nivel de movilización y organización popular en los lugares de trabajo, estudio y en los barrios por Malvinas, contradictorios con el régimen dictatorial. Y que sería imparable terminada la guerra.