domingo, 9 de marzo de 2014

Así es el neodesarrollismo

[Vamos! Nº23]  Acuerdo del gobierno con Repsol por YPF y re-endeudamiento.



En abril de 2012, el gobierno había presentado la adquisición del 51% de acciones de YPF como una re-estatización para recuperar la soberanía energética. Mientras tanto, ya negociaba con Chevron y otros monopolios por Vaca Muerta. Sobre Repsol, el ministro Axel Kicillof había planteado: “No le vamos a pagar lo que ellos dicen, sino el costo real de la empresa. Dicen que son 10.000 millones de dólares. ¿Y eso dónde está? Los tarados son los que piensan que el Estado tiene que ser estúpido…” (17/4/12).
Hoy, nos quieren hacer pagarle al monopolio vaciador dirigido por Brufau bonos de deuda por un valor de 6.500 millones de dólares con una tasa de interés sideral. Sólo hasta 2016 rescatar esos bonos implicaría pagar alrededor de 2.000 millones de dólares en efectivo. La suma total con intereses podría ser muchísimo mayor de los 10.000 que mencionaba el ministro. ¿Cuál fue el “éxito” de la negociación de Kicillof?

¿No hay expropiación sin indemnización?
El capital imperialista español se sale con la suya. Son “indemnizados”. Son premiados por haber vaciado. Reciben lo que han pedido -y más- por un porcentaje de la empresa extenuada. Y para Argentina, en un marco de crisis desatada, hacer este desembolso mientras se pone un techo tan bajo a los salarios demuestra a quién quiere el kirchnerismo hacerle pagar la crisis.
La oposición liberal (Massa, Binner, Carrió, etc.) critica sólo detalles superfluos o “se borra” de estos debates porque coincide en lo esencial de este rumbo. Estamos ante un nuevo caso de engorde de deuda externa ilegítima, usuraria y fraudulenta.
El relato K quedó al desnudo. En América Latina expropiaciones sin indemnización hubo unas cuantas… Pero Cristina Fernández no iba a “expropiar sin indemnizar” a un monopolio mientras busca desesperadamente trabar acuerdos con otros. Tiene que ser “confiable”… y para los imperialistas no hay duda que lo es.

Último acto del Vaciamiento de YPF por Repsol y el gobierno
Repsol no sólo no merece ser indemnizada, sino que tiene cuentas pendientes con el pueblo argentino (aparte de las ambientales que son incalculables). Vació, en complicidad con los gobiernos desde 1998 para acá, una empresa estatal que nos costó décadas levantar.
Repsol se dedicó a convertir en dólares (y fugar) nuestras reservas de petróleo y gas, incrementando la producción de los pozos desarrollados por la estatal y exportando todo lo que pudo. No dedicó prácticamente nada a explorar en busca de nuevos yacimientos. Así nuestras reservas reales de petróleo y gas convencional cayeron brutalmente, ya que previsiblemente los pozos sobreexplotados comenzaron a declinar. Esto está en la base del “déficit energético” actual y las necesidades de importar combustible.
Se calcula que entre 1999 y 2011 Repsol distribuyó dividendos (y en realidad también capital) por unos 15.700 millones de dólares. Néstor y Cristina Kirchner estimularon esto con todo a partir de 2007, para que Eskenazi (Grupo Petersen) se quedara con 25% de la empresa prácticamente sin poner un peso (a esta operación la llamaron “argentinización” de YPF). Pero Cristina, tan bien informada, ¿no sabía que las reservas declinaban? ¿Desconocía que Repsol no invertía?
En definitiva, son socios vaciadores que ahora se dan nuevamente la mano con este acuerdo, a costa del trabajo y el esfuerzo de los trabajadores de Argentina.


Sobre falacias y autoabastecimiento
Junto con la reivindicación de la privatización de YPF (ver aparte), la presidenta se refirió a la “falacia” (sic) del autoabastecimiento: “En el año 2003 no había autoabastecimiento argentino”, afirmó y se justificó señalando que en esos años no había trabajo ni industria. También destacó que en los últimos años se incorporaron 8.700 megavatios  a la red eléctrica.
Lo que omitió decir fue que durante todos estos años desde el gobierno se negó sistemáticamente que hubiera desabastecimiento o crisis energética. Luego la reconocieron, pero para pretender justificar la entrega petrolera a Chevron. Por otro lado, los 8.700 megavatios extras no tienen demasiado que envidiar a los 9.500 megavatios incrementados en la década 1992-2002. Lo que realmente hubo en la década K no fue sólo un aumento del consumo energético, sino especialmente una falta de planificación desde los intereses del pueblo y la Nación. Mientras tanto, siguió el vaciamiento de YPF.


La privatización de YPF: “un buen negocio” para Cristina
En su discurso en el Congreso del 1º de marzo, Cristina Kirchner se dio el lujo de hablar bien, públicamente, de la privatización de YPF por Menem-Cavallo (esta vez se la puso muy difícil a los escribas progres del gobierno). Afirmó que: “se privatizaba, pero las provincias pasábamos a ser propietarias de la empresa…”, y agregó: 
“Para las provincias petroleras la privatización, no la desnacionalización, había sido un muy buen negocio. ¿Por qué? Porque por un lado, cobrábamos regalías que hasta ese momento no cobrábamos. ¿Por qué fue el tema de la privatización? Para poder pagarle a las provincias las regalías que no nos liquidaban. Entonces, a partir de la privatización, empezaron a liquidarnos regalías. Pero, además, como teníamos participación en el capital accionario, nos distribuían utilidades a fin de año, porque éramos dueños de la petrolera; con lo cual, no fue un mal negocio para el país y para las provincias petroleras, porque teníamos el ingreso asegurado de las regalías y el de las utilidades que tenía –y muchas– la empresa.” (textual, subrayado nuestro)
Así señaló la enajenación de YPF como una medida “justiciera” con las provincias productoras de petróleo y gas. Se olvidó algunos detalles: la privatización implicó la pérdida completa de poder de decisión soberano sobre la principal fuente energética. Además incluyó decenas de miles de despedidos (por ejemplo en la Patagonia), que Estenssoro efectivizó sin misericordia. Para peor, el Estado se hizo cargo de los pasivos de YPF y la entregó sin deudas. La empresa fue subvaluada en sus activos físicos y por eso mal vendida. Todo al revés de la actual “expropiación”. 
La secuencia histórica de YPF desde Menem para acá (que Cristina no repone exhaustivamente porque debería auto-incriminarse) fue: desregulación del mercado de combustibles en 1990 (que sigue en buena medida hasta hoy, como emergió en el reciente debate gobierno-Shell);  conversión de YPF de sociedad del Estado en sociedad anónima por ley del Congreso en 1992 (sigue hasta hoy); salida a la cotización bursátil con ganancias para bancos extranjeros y especuladores varios (1993 y continúa en la actualidad); provincialización de los recursos que impide toda política nacional coordinada y favorece los intereses de los monopolios (esto fue introducido en la ley 24.145, en la reforma de la constitución de 1994 y luego profundizado por los kirchneristas con la “ley corta”); finalmente la apropiación total por Repsol en 1998 y el sistemático vaciamiento con el concurso de los gobiernos, incluido el actual entre 2003 a 2012. 
En este último período de sus propios gobiernos se “olvidó” del fracaso de Enarsa. En todo este proceso de vaciamiento YPF perdió mucho terreno en extracción, refinación y comercialización frente a monopolios como PAE, Total, Shell, etc. Algunos de ellos de muy buena relación con el kirchnerismo.