A partir de la protesta y los choques del 12 de febrero, se desató una ofensiva de desestabilización contra el gobierno de Maduro. Ofensiva organizada por grupos opositores de derecha y alentada por el imperialismo norteamericano. Venezuela atraviesa una situación marcada aún por la muerte de Hugo Chávez y por un agravamiento de la crisis económica y social, con una inflación de más del 50% y un fuerte desabastecimiento de productos básicos. El chavismo viene de ratificar su mayoría en los últimos turnos electorales, aunque la oposición liderada por Henrique Capriles logró acortar la diferencia y ganar algunas gobernaciones y alcaldías.
Las protestas se iniciaron desde sectores estudiantiles, impulsadas por la oposición. El opositor Leopoldo López apareció directamente alentando a los grupos que efectuaron sabotajes y destrucciones de edificios públicos y vehículos, con un saldo de varios muertos. Frente a esto, organizaciones populares y afines al chavismo se volcaron a las calles. Pero el gobierno además apeló a la represión con la Policía Nacional para enfrentar a los opositores, hecho que los medios antichavistas han utilizado. Hasta ahora los enfrentamientos dejaron como saldo 15 muertes.
El 18 de febrero los grupos estudiantiles señalan en un comunicado que: “Las protestas estudiantiles y civiles que se están desarrollando en Venezuela son producto de la destrucción sistemática de nuestro país por obra de un régimen comunista”. Y afirmaron que “no dialogamos ni negociamos la Libertad con comunistas” a la vez que reclaman “la renuncia de Nicolás Maduro y todo su gabinete”.
Ese mismo día López se entregó, tras el procedimiento judicial abierto y mediante una negociación que llevó adelante personalmente el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. López en 2002 había sido parte abierta del golpe y, siendo alcalde del municipio del Chacao, fue uno de los firmantes del llamado “Decreto Carmona”, que disolvía el gobierno y lo entregaba al empresario Pedro Carmona Estanga.
En la actual situación Capriles marcó claramente sus diferencias con las posiciones abiertamente golpistas de López. Dejó en claro que su objetivo es capitalizar el malestar por la situación económica y de inseguridad apuntando a las próximas elecciones, reconociendo incluso su debilidad electoral en las barriadas.
El imperialismo yanqui ha intervenido públicamente y el propio Barack Obama hizo declaraciones de condena al gobierno de Maduro y de respaldo a las movilizaciones opositoras. Además expulsó diplomáticos venezolanos de EEUU. También se sumó a esta campaña el ex-presidente de Colombia Álvaro Uribe. La injerencia abierta de EEUU en la política venezolana a través de CNN motivó incluso la resolución del gobierno de Maduro de suprimir su señal dentro de Venezuela, durante varios días.
Crisis económica y social
Hoy en Venezuela la inflación llega a más del 50% y el Gobierno de Maduro viene de aplicar una importante devaluación del bolívar, que implica un ajuste a los salarios. Mientras el cambio de moneda oficial es de 6,3 bolívares por dólar, en el mercado negro cotiza a 83 bolívares. El desabastecimiento de productos de primera necesidad llega al 30%, como por ejemplo harina de maíz, papel higiénico, jabón, aceite o leche en polvo. La ola de inseguridad y delincuencia afecta a todo el pueblo. Esta difícil situación económica y social viene generando malestar y descontento en amplios sectores de la población.
El agravamiento de la crisis tiene causas objetivas en la estructura económica venezolana centrada casi exclusivamente en la producción y exportación de petróleo. Sobre esta base, además, desde la muerte de Chávez se desataron una serie de olas especulativas, que acentúan la escasez de productos, con desabastecimiento, acaparamiento de productos y aumento de precios.
En estos quince años, la política chavista utilizó una parte de la renta petrolera estatal, para promover de las Misiones de salud, vivienda, educación, entre otras, logrando disminuir la tasa de pobreza y mejorando las condiciones de vida de amplios sectores del pueblo. Y avanzó en algunas transformaciones productivas como las estatizaciones de más de cuarenta empresas y la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario.
Sin embargo, la base económica dependiente del país no fue modificada estructuralmente. El petróleo sigue siendo el núcleo de la economía venezolana a tal punto que sus exportaciones representan más del 90% de los ingresos de divisas del país. Su principal comprador sigue siendo EEUU, país donde PDVSA, a través de su filial Citgo, cuenta con 6000 estaciones de servicio.
Chávez dio impulso a la integración latinoamericana, pero para contrapesar al imperialismo norteamericano recurrió a la “ayuda” de otros imperialismos promoviendo inversiones de Rusia y China. En el 2008 el buque nuclear ruso “Pedro el Grande” realizó maniobras conjuntas con las Fuerzas Armadas venezolanas, y en el 2013 estas se repitieron con otros 4 buques. Rusia viene siendo el principal proveedor de armamentos de Venezuela. El 20% del petróleo que exporta Venezuela va a China como pago de un préstamo de casi 40.000 millones de dólares realizado en el 2007. Maduro viene profundizando las relaciones con este imperialismo en expansión.
Sin un desarrollo industrial y agrario diversificado y autónomo, Venezuela sigue dependiendo de las importaciones que llegan al 70% entre los alimentos y bienes de consumo. El comercio de importación y la banca siguen en manos de empresas monopolistas. Todo esto está en la base de la inflación, el desabastecimiento y el endeudamiento que sufren las masas.
Contra las maniobras desestabilizadoras rompiendo la dependencia
El Gobierno bolivariano denuncia las conspiraciones desestabilizadoras y llama al diálogo y la pacificación, al tiempo que desde muchas organizaciones de base, del movimiento obrero, campesino y barrial, se convoca a ganar las calles y se organizan para enfrentar cualquier intento golpista, en todos los terrenos. Al mismo tiempo las necesidades populares requieren ir a fondo en cambios profundos en la estructura económica, en base a la lucha obrera y popular, para derrotar las maniobras golpistas y avanzar hacia una salida liberadora, antiimperialista y antiterrateniente.