El pasado viernes 2 de mayo al menos 49 personas murieron en enfrentamientos entre prorrusos y anti-rusos en Odessa y Slaviansk, al sur de Ucrania. En Odessa, decenas de prorrusos murieron calcinados en un incendio de un edificio sindical. Los gobiernos de Ucrania y Rusia se acusaron mutuamente. Moscú ha reunido a decenas de miles de soldados en la frontera oriental de Ucrania y proclama el derecho a invadir para proteger a la población de origen ruso. La situación amenaza con convertirse no sólo en una guerra civil, sino también regional.
El conflicto se viene profundizando desde la rebelión que en febrero echó al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. En aquel momento hubo masivas movilizaciones populares y fuertes enfrentamientos con la policía; pero quedó al frente del gobierno ucraniano un primer ministro interino pro-europeo, Arseni Yatseniuk.
Los imperislismos ruso, yanqui y europeos tienen fuertes intereses en esta región. Sin embargo, fue la invasión militar rusa con decenas de miles de soldados en Crimea lo que sin lugar a dudas traspasó los límites de un conflicto interno de Ucrania. Tras la invasión y un plebiscito, Rusia ya anexó a Crimea. Un día antes, 50 mil personas se manifestaron en Moscú contra la invasión y contra el presidente ruso Vladimir Putin. Ahora, el presidente ruso Vladimir Putin acusó a Kiev de destruir la “última esperanza” de una solución pacífica al conflicto.