Pasaron unos minutos de las tres
de la tarde. El sol pega fuerte en Plaza Italia, pero la sombra alienta un
refresco. En el Zoológico un pato se acerca a las rejas y desde ahí observa a
los transeúntes, vendedores ambulantes y seres que esperan la llegada de un
ómnibus. Desde un micro de la empresa Microomnibus Norte S.A, MONSA, se oyen
aplausos. A los pocos segundos bajan dos conductores con satisfacción
manifiesta. A la oratoria empleada para argumentar el porqué de la medida de fuerza,
le siguió el golpeteo de palmas de los viajantes para expresar su aprobación.
Abajo suena un redoblante y un
zurdo. Néstor Marcolin y sus compañeros del Cuerpo de Delegados se mueven con
baldes, engrudo y afiches para “pegatinar” paradas y colectivos. Mientras,
otros entregan volantes a los que aguardan en fila sobre la vereda.
El destino de los subsidios
Marcolín coordina la iniciativa
mientras hace una síntesis del conflicto “La empresa se guarda lo que recibe de
subsidio porque no pone el servicio público en la calle. Por ejemplo, de Plaza
Constitución tienen que salir 54 colectivos por hora en el pico, pero solo
sacan 22”
En Capital Federal la frecuencia
no parece tener mayores inconvenientes. Los problemas se concentran en los 19
ramales que llegan a Rincón de Milberg, General Pacheco, Escobar, Ingeniero
Maschwitz y otros lugares del conurbano bonaerense. En ese caso, un pasajero
tiene que esperar 40 minutos o una hora, los ómnibus llegan repletos y los
enojos desembocan en el chofer.
Hasta junio de este año MONSA
recibía $23 millones por mes, desde entonces el monto aumentó a $32 millones, o
sea $95 mil para cada colectivo por mes. “No gastan neumáticos, ni gasoil, ni
hora hombre, total el subsidio se lo pagan igual” agrega Marcolin.
El desconocimiento sobre el uso
que la empresa le otorga a los recursos estatales, se expresó en una nota que emitió la Auditoría General
de la Nación. Además la Comisión Nacional de Regulación del Transporte comprobó
la veracidad de la denuncia de los delegados y sancionó a MONSA con una multa.
“Es irrisoria, porque en realidad se termina pagando con subsidio” opina el
delegado.
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Esta semana los noticieros
televisivos levantaron un video, expandido en las redes sociales donde se
muestra a un pasajero que se enfrenta a golpes de puño con un colectivero “Ese
pasajero insultó a un trabajador por el mal funcionamiento del servicio,
nosotros solo somos la cara visible de este gran negociado. Los usuarios tienen
que saber que los dueños de las empresas no viajan en colectivo -responde el
gremialista-, el objetivo nuestro es mostrar el gran robo de subsidio que hay,
no queremos hacer un paro para no perjudicar al público. De esta manera
demostramos el robo que se hace”.
Y todo esto lleva a pensar o
recordar las obligaciones que tienen los empleados del transporte público, “la
responsabilidad que tenemos es mucha. Nosotros manejamos vehículos para una
cierta cantidad de pasajeros, pero cuando la frecuencia no es la que
corresponde se carga más de lo que se puede. Eso produce que se frene menos,
que se doble menos y al empresario esto no le importa”.
La respuesta
Frente al reclamo, la MONSA
inició una causa penal contra el Cuerpo de Delegados. El tribunal falló en
primera instancia que se trata de una legítima medida de fuerza, los abogados
de la querella apelaron y luego la cámara ratificó el fallo. El fundamento es
que la función de los choferes consiste en manejar y cobrar boleto, por lo
tanto, cuando dejan de hacer una de estas dos tareas, ejercen su derecho a
huelga.
Atrás quedaron los cantos con
los que el Polaco Goyeneche deleitaban a sus pasajeros mientras manejaba un
vehículo de la línea que une los barrios Once y Saavedra. Aunque los videos de
youtube muestren una realidad inversa, hoy, con sus formas y su arte, los
delegados de la línea 60 también acaparan el cariño de los que habitan los
colectivos.