[Vamos! Nº 57] Con inevitables rebotes en todo el mundo.
El martes 28/7 las Bolsas chinas de Shangai y Shenzhen volvieron a cerrar con precios en baja, a pesar de la masiva intervención del gobierno para sostener los precios de las acciones y evitar el pánico de los “inversores” (es decir de los grandes especuladores financieros). El banco central chino debió prometer nuevas “ayudas” para rescatar los mercados.
El desplome de los índices bursátiles (o sea de la Bolsa) se inició a mediados de junio: en menos de 20 días las acciones de muchas empresas habían perdido un 30 por ciento de su valor. Para estabilizar el mercado financiero, el gobierno chino intervino rebajando varias veces las tasas de interés para activar el crédito y volver a estimular con ese dinero la “inversión” especulativa; suspendió la cotización en Bolsa de muchas corporaciones; e inició un gigantesco programa de compras de acciones para sostener su valor.
Pero la persistencia de la inestabilidad es un indicio de causas profundas, no coyunturales. En lo inmediato los analistas atribuyen el desplome a indicios de un mayor frenazo de la economía china o a temores por una próxima suba de las tasas de interés en Estados Unidos. Pero en la base está la crisis económica mundial que aún persiste, y que se refleja en la baja de las importaciones de los principales clientes de China, especialmente Europa y los propios EEUU.
En nuestra edición anterior (Vamos! Nº 56, 21/07) dimos cuenta de la abrupta caída –de alrededor de un 30%– que experimentaron los valores accionarios de la principal Bolsa china en menos de un mes. Analizamos también la íntima relación que en la economía capitalista existe entre la economía llamada “ficticia” (la especulación financiera) y la economía “real” (la producción).
La economía china tiene ya un peso enorme en la economía mundial: buena parte de ésta está ya vinculada al volumen de sus inversiones en el extranjero, a su demanda de alimentos y de materias primas industriales, y a sus reservas internacionales. Pero la tasa de crecimiento de la economía china ya cayó de más de un promedio del 10% anual hasta hace 5 años, a un 7%, y como consecuencia también bajaron sus importaciones de insumos industriales y alimentarios como metales, minerales y soja. Desde hace varios años el gobierno chino viene sosteniendo la actividad interna con “estímulos” monetarios (como abaratar el crédito para las familias y las empresas), disminuyendo los encajes de los bancos, subiendo las tasas de interés e “inyectando” directamente dinero en el mercado. Pero todo eso contribuyó decisivamente a inflar la burbuja financiera, con valores cada vez más alejados de la producción real.
Los temores, por lo tanto, crecen por los efectos que la situación de la Bolsa china sin duda tendrán sobre la economía capitalista mundial.
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