“Vencimos, vencimos a la desidia, vencimos a la impunidad, vencimos la mirada discriminadora y criminalizante que hay hacia los jóvenes, con un ejemplo, con el caso de Luciano”. Con estas palabras se expresaba Vanesa Orieta, hermana de Luciano, en la conferencia de prensa de los familiares y el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) en donde anunciaron la aparición del cuerpo del joven desaparecido desde hacía 5 años y 8 meses. Mezcla de fuerza, por haber logrado este paso, y tristeza, por la confirmación de la peor noticia.
“Esto se podría haber resuelto mucho antes, eso quiero que entiendan. Nosotros estuvimos 5 años y 8 meses, golpeando todas las puertas, organizándonos, haciendo todas las actividades posibles para que se visibilice la causa, para que la sociedad tome conciencia, para que el Estado en su conjunto ponga a disposición todas las herramientas para encontrar a Luciano” expresó Vanesa. Y es que, efectivamente, si no hubiera sido por la movilización y el trabajo de la familia y muchas organizaciones sociales y políticas, seguramente el caso de Luciano hubiera sido uno más entre los miles de pibes de los barrios que desaparecen y mueren impunemente en manos de la policía, en medio del cerco mediático y de la desidia y complicidad del Estado. Más de 4.200 son los pibes muertos en casos de gatillo fácil y torturas en lugares de detención desde 1983.
Luciano desapareció la noche del 31 de enero de 2009. Tenía 16 años. La policía lo tenía marcado desde hacía tiempo y lo hostigaba para que robara para ellos. Luciano se negaba una y otra vez. Varias veces lo habían amenazado, detenido, golpeado, torturado. Esa noche había salido para ir a jugar a los videojuegos a un cyber, pero nunca volvió.
Está comprobado que esa noche estuvo en la Comisaría 8ª de Lomas del Mirador y en un patrullero que, saliendo de su recorrido programado, circuló por una zona de descampados. Los libros de detenidos de esa noche están adulterados. Hay testigos que afirman que vieron a la policía detenerlo y torturarlo. Aún así, los ocho policías implicados directamente siguen libres.
Las huellas digitales de Luciano coinciden con las de un cuerpo que la misma noche de su desaparición llegó al Hospital Santojanni como víctima de un accidente automovilístico y fue clasificado como NN (sin identificación) y enterrado en el Cementerio de Chacarita. Restan las pruebas de ADN. La familia había pasado por ese hospital en su búsqueda, pero les dijeron que no había nadie con la descripción que daban.
Algunos medios quieren dar por cerrado el tema: “fue un accidente” dicen, punto y aparte. Pero es claro que hay demasiados cabos sueltos y cosas que no cierran. Y que detrás de todo esto hay responsables concretos. Porque, como señala el comunicado de Correpi, no sería la primera vez que la policía dibuje una escena para encubrir un asesinato. Los nuevos elementos implican a la policía y al poder político tanto de la Provincia de Buenos Aires como de Capital Federal.
La aparición del cuerpo es un logro de la lucha, y abre una nueva etapa. Como dijo Vanesa: “esto no termina acá, esto recién empieza, porque nosotros necesitamos saber la verdad”. Y agregó: “sepan todos los familiares que conocimos en este tiempo, de los pibes del gatillo fácil, de las personas desaparecidas, que vamos a seguir. Porque esto ya no tiene que ver con Luciano, esto tiene que ver con la violencia institucional, y esto tiene que ver con cambiar una mirada. Los pobres tenemos derechos”.
Por verdad, por justicia. Por Luciano. Y por todos los pibes y víctimas de la impunidad.