miércoles, 8 de octubre de 2014

Doblemente combativas

[Vamos! Nº38]  Entrevista a Mariela, obrera despedida de Lear. El rol de las mujeres resuena en las luchas contra los despidos. Es también el caso de la Comisión de Mujeres en este monopolio yanqui, haciéndole frente a la explotación y la opresión.



La alegría desbordaba el cansancio de más de cien días de conflicto. La alegría de “no dejarse pisotear” por la empresa, como diría Mariela durante la entrevista. Luego de colaborar cortando algunas cebollas y papas para el suculento guiso de pollo del mediodía, conversamos sobre esta lucha ejemplar, la constitución de la Comisión de Mujeres, la vida dentro de la planta.
Mientras Alfredo y Titi continuaron las tareas en la cocina, Mariela se dispuso a contarnos sus vivencias. Preguntamos y acompañamos a los tres obreros despedidos de Lear, que en aquel lluvioso domingo por la mañana sostenían el acampe.
-Yo he trabajado en la línea hasta los 6 meses y medio de embarazo, en el rotary como cualquier persona. Y justo yo estaba embarazada con otra chica, éramos dos en la misma línea. A mí mi embarazo me trató muy bien. Pero ella tenía retención de líquido, presión alta y trabajábamos paradas todo el día. Entonces un día a mí me agarró la loca, porque a ella no la sacaban y a mí tampoco. Fui a quejarme a enfermería a decirle que los tableros, que nos teníamos que agachar para poner los cables y que la espalda no te daba más. Porque, imaginate, vos embarazada tenés 7 kilos de más, ella tenía 20 kilos de más. Vos te agachabas y te pesaba, te mataba la espalda. A mí me daba un dolor de espalda terrible.

Mariela hace 17 años que trabaja en el monopolio autopartista. La situación de las embarazadas era una de esas quejas despreciadas por la empresa, contenidas por el SMATA, hasta que pudieron recuperar la Comisión Interna.
-Vos tenés que trabajar parada en una máquina. Y vos no podés ir al baño y largar la máquina. Para que vos puedas ir al baño, ellos tienen que parar la máquina o tiene que venir una persona a quedarse en tu lugar y entonces vos puedas ir al baño. Eso tiene torres, fierros donde vos colgás los cables. Entonces vos con tu panza chocás las torres. Si a vos te toca un líder piola, te sacaba y te decía quedate haciendo este trabajo pavote sentado. Pero si a vos te tocaba un líder que era forro, chupamedias, cagaste. Te quedabas en la máquina, que se llama rotary, hasta que ellos te vinieran a hacer relevo. Y cuando una está embarazada, se te hinchan los pies, la vejiga te aplasta y tenés que ir 20 veces al baño. Te baja la presión. Entonces vos necesitás una disponibilidad horaria que por ahí los demás no la necesitan.

Hubo varios intentos hasta que lograron recuperar la Comisión Interna. Cada elección era una “esperanza de que las cosas cambien”. Hasta que hubo un delegado que no se vendió, que fue despedido. Y luego tres, que fueron suspendidos –entre ellos Alfredo-. Las elecciones eran por nombre, hasta que en 2011 el Sindicato decide hacerlas por lista, con la pretensión de no permitir ningún delegado combativo. Pero se armó la Lista Celeste.
-Le ponen Celeste por la ropa celeste y gana la primera Comisión Interna. El SMATA decide que tenía que entrar sí o sí una mujer, que se postulen dos de la mañana, dos de la tarde y una mujer. Ellos jamás pensaron que nosotros ya estábamos organizados. Ya sabíamos que iba a entrar una mujer y ya la habíamos elegido. Entonces ahí se postula y entra la primera delegada mujer en todo el SMATA, que es la Chiqui. Y ahí gana la nueva Interna independiente celeste.
-¿Qué repercusión hubo tras la recuperación de la Interna?
-A los dos días los llaman del Ministerio de Trabajo que tenían que firmar un acta. Y ahí es cuando nosotros decimos que es el acta a la baja, que por eso al día de hoy nos despiden. El acta decía que toda aquella persona que entre a trabajar iba a entrar con 18 pesos la hora. Y así tenía que ir escalonando categorías durante 4 años. Recién después de 4 años iban a tener la categoría que tenemos nosotros ahora. Y aparte después de dos años que ellos estuvieran, escalonando categorías, recién ahí la empresa iba a decidir si quedaban efectivos o si no quedaban efectivos. Y el acta también decía que había una Banco de Horas, como hay en Volkswagen. El Banco de Horas es que si a vos te suspenden, la empresa te paga el 100%. Pero después vos volvés a trabajar y la empresa te cita a vos los sábados y domingos para que hagas horas extras. Si vos te negabas a hacer horas extras, porque ponele que no podías venir, como ellos ya te habían pagado esa plata, te la descontaban del sueldo. Eso dice el acta.
-¿Qué hace la conducción del SMATA?
-Como esto era un acuerdo en el que ya estaban metidos Débora Giorgi, la ministra de Industria, el SMATA y el Ministerio de Trabajo, el SMATA firma igual en nombre de la Comisión Interna. El SMATA con sus congresales. Y el Ministerio lo homologa. La ley dice que no pueden homologar un acta no firmada por la Comisión Interna, pero el Ministerio de Trabajo igual lo homologa. Entonces a partir de ese momento empieza la pelea del Sindicato con la Comisión Interna, porque no se alinearon.
-Y vinieron los aprietes contra quienes apoyaron a la Celeste...
-Al día siguiente de que el Sindicato firma el acta, venimos a trabajar y estaba la patota del SMATA afuera. Medían dos metros cada uno, todos con chaleco verde. Yo paso caminando, a mi me saludan, pero apenas paso la puerta empezaron a insultar. Porque no solamente estaba la patota que eran delegados de Ford o de Volkswagen, también estaban los activistas verdes de Lear ahí metidos. Entonces eran ellos los que decían: “ah, ésta se llama fulana, decile”. Entonces claro, primero no decían nada, cruzabas el portón y te gritaban de todo hasta que vos entrabas a la planta.
-¿Insultaban a las mujeres o a todos?
-No, insultaban a las mujeres particularmente. Porque ellos cuando están todos juntos son todos cancheros. Esperaban que vos pasaras y allá a 30 metros te gritaban de todo. Entonces vos ibas entrando y vos escuchabas.

Ese mismo día unas veinte mujeres decidieron ir a ver al gerente de Recursos Humanos, para que no permita esas agresiones. Sin respuesta, terminaron haciendo una presentación por discriminación de género en el INADI, por este hecho y por una cantidad de situaciones en la planta.
-Así empezamos. Entonces como la Chiqui era la única delegada, decidimos mediante esa denuncia conformar la Comisión de Mujeres. A partir de esa denuncia el de Recursos Humanos venía y te preguntaba: “¿Te sentís bien? ¿Querés días? Te podemos dar días si te sentís mal. Porque vos está embarazada y hay que respetarte, entonces te voy a traer una silla y vas a trabajar sentada y vas a ir al baño cuando vos necesites ir al baño”. Cambiaron bastante las cosas a partir de esa presentación.
-Vienen acompañadas por Elia Espen, que les hizo entrega de su pañuelo de Madre de Plaza de Mayo.
-Sí. Elia Espen hace tres años, cuando quisieron destituir a la Comisión Interna por no haber firmado el acta, fue la que acompañó a la Interna al SMATA central para que revoquen el sumario que les habían iniciado. Hace tres años que Elia nos viene acompañando. Este año ella decidió entregarnos su pañuelo de lucha. Porque ella decía que no era solamente un pañuelo de lucha sino que ella lloró, sufrió, la metieron presa, buscó a su hijo hasta que se enteró que su hijo había sido arrojado al mar. Entonces ella veía en nosotras, ella se acuerda de que cómo ella luchaba, nosotros luchamos. Obviamente que nosotros luchamos por el puesto de trabajo. Ahí nos entregó el pañuelo, lloramos todas.
-¿Qué pasó en la familia de las compañeras cuando empezaron con este conflicto?
-A veces es difícil con la familia. Es difícil para muchos, porque si vos no venís a la carpa y ves cómo es el trato con los compañeros, muchos se separan. Es difícil para las mujeres. Vos imaginate qué difícil es explicarle a tu pareja: “mirá, me voy a bloquear un portón con 50 tipos y yo”. Es difícil. Yo por lo menos tengo un compañero al lado que me apoya bastante, que ya trabajó en Lear él, entonces más o menos los conoce a todos, entonces sabe cómo es el trato. Pero a muchos les cuesta. Pero yo creo que lo bueno que tuvo este conflicto fue que las mujeres se integraron.
-Para la mujer es más difícil…
-El lugar inferior lo ponen lo hombres, porque es la única forma de poder dominar. Pero en realidad todas organizamos, todas estamos acostumbradas a organizar la casa, el trabajo, los hijos. Nada más que por ahí no nos valoramos nosotras tanto, no nos damos cuenta del poder que tenemos. Pero así sea organizar tu casa yo creo que uno tiene que tratar de organizar su vida para hacerlo mejor. Yo por ejemplo con todo esto le he demostrado a mi hija, que tiene diez años, que se puede, que uno lucha por lo que piensa y por lo que quiere, que uno no se tiene que callar la boca. Más allá de si ganamos o perdemos el conflicto, yo la enseñanza que le dejo a ella es: “mamá peleó por hacer lo posible por ganar”. Si después ganamos o perdemos no importa. Por lo menos intentamos, pero no nos dejamos pisotear la cabeza, y seguimos adelante.