En medio de un escenario político complejo, teñido por la disputa por el recambio de gobierno, los trabajadores del Banco Central se dispusieron a intervenir de manera independiente y salieron a pelear por el plus salarial como habitualmente hacen luego del cierre de la paritaria.
Este plus salarial tiene fuerza de derecho adquirido, ya que desde 2004 se aplica como forma de paliar el impacto del Impuesto a las Ganancias. Pero hace dos años que en el Banco vienen queriendo aplicar un ajuste y es por eso que este año nuevamente los trabajadores tuvieron que ir al Paro. A esto se le sumó la bronca que generó el avasallamiento de la carrera bancaria por parte de las autoridades, que metían por la ventana a adeptos políticos y familiares con cargos altos (hasta el hijo y la mujer del presidente).
Las autoridades especularon con los resultados electorales, manejando los tiempos. Jugaron permanentemente con el Sindicato, buscando que la Comisión Gremial Interna (CGI) extreme las medidas para aislarla del conjunto y hacer jugar al Sindicato como “moderado que puede conseguir las cosas dialogando”. Habían quedado “heridos” luego del triunfo de los trabajadores del “premio aniversario” que habían ganaron en junio y llevaban dos meses de haber finalizado la paritaria sin atender a la CGI.
Con paciencia y llenándose de argumentos, la CGI fue empezando un proceso de discusión oficina por oficina, juntando firmas contra el impuesto al salario y el respeto de la carrera. En tres días ya habían juntado 1500 firmas.
Luego de una serie de reuniones, las autoridades terminan por acercar una propuesta que quedó corta, no solamente en cuanto al monto ofrecido (la mitad de lo del 2014), sino que no atendía el resto de las cuestiones que se venían discutiendo: carrera bancaria; plan de salud para jubilados y tercerizados.
La propuesta era una clara provocación. Si se profundizaba el conflicto acordaban con el Sindicato (que en el Congreso Nacional venían de levantarle la mano a Scioli) y el Ministerio, una Conciliación Obligatoria que pase el conflicto para después de las elecciones.
Es así que los trabajadores en asamblea definieron iniciar un paro por 72 horas el lunes 28 de septiembre luego de escuchar la propuesta. Luego, el miércoles 30, sin nueva propuesta y en un hall adornado con siluetas de “paracaidistas”, definieron en una nueva asamblea continuar el paro por 48 horas más, y movilizar para manifestarse en la puerta del Museo del Banco donde Vanoli Jr. (hijo del presidente) realizaba una exposición de cine nacional, acto encabezado por el propio presidente y repleto de paracaidistas, asesores y familia, caniche incluido.
Esa misma tarde, el Ministerio dicta la Conciliación por 15 días, que luego sería prorrogada por cinco más. Pero hubo un error de cálculos: van a segunda vuelta. El shock los dejó inmovilizados la primera semana. Solo atinaron a meter mano a una “Conciliación Voluntaria” acordada entre el Sindicato, el Ministerio y la patronal para contener un conflicto que amenazaba con profundizarse.
Los trabajadores definen en asamblea acatar la Conciliación, pero manifiestan su voluntad de ir al paro. Por eso la acataron de manera activa con asambleas en la entrada, movilizaciones y abrazos al Banco. Todo esto, mientras el Central queda en la mira por la falta de reservas y la venta de dólar a futuro. Así, las autoridades tuvieron que sentarse a negociar con la CGI, llegando a un principio de acuerdo luego ratificado en una asamblea general que contempla: un incremento salarial de $1000 en el ítem “comida” más una suma no remunerativa equivalente al 60% del salario de cada trabajador; un nuevo plan de carrera bancaria que contempla mayor movilidad para los cargos inferiores y un plan de ingreso del personal tercerizado que realiza tareas de limpieza y mantenimiento, iniciando en 2015 con 15 compañeros.
Este triunfo es producto de la conjunción de dos cosas fundamentales: la voluntad de lucha de los trabajadores y una política gremial que busca su protagonismo.
Corresponsal