“Si creéis que ahorcádonos podéis acabar con el movimiento obrero... el movimiento del cual los millones de oprimidos, los millones que laboran en la miseria y la necesidad esperan su salvación, si ésta es vuestra opinión, ¡entonces ahorcarnos!
Aquí pisoteáis una chispa, pero allí y allá, detrás de vosotros, frente a vosotros, y por todas partes, las llamas surgirán. Es un fuego subterráneo. No lo podréis apagar.”
August Spies
El 1° de Mayo fue declarado Día Internacional de los Trabajadores, por la Segunda Internacional, reunida en París en 1889 en homenaje a los obreros ejecutados en EEUU.
En 1886, la American Federation of Labor de Estados Unidos había lanzado un llamamiento a la huelga en la lucha por la jornada laboral de 8 horas que se venía llevando adelante. El 1° de mayo, en Chicago se desarrollaba una manifestación. Una bomba explota en medio de las fuerzas policiales, es la excusa para que se abra fuego sobre la multitud de obreros. Al final, varios dirigentes reconocidos son arrestados y acusados por la policía, bajo las órdenes del procurador del Estado de “hacer las redadas primero y consultar las leyes después”.
Ocho trabajadores fueron juzgados por “complicidad de asesinato” de los policías muertos. No hubo ninguna pretensión de que ninguno de los acusados hubiese cometido ni planeado el bombazo. Por el contrario, se instruyó al jurado diciendo que “La ley está siendo juzgada. La anarquía está siendo juzgada. Estos hombres han sido seleccionados por el Gran Jurado, e inculpados por ser líderes. No son más culpables que los miles de sus seguidores. Señores del jurado; hállenlos culpables, hagan un ejemplo de ellos, cuélguenlos y salven nuestras instituciones, nuestra sociedad” (demás está decir que esos “señores del jurado” no eran otra cosa que hombres de negocios de la época, un pariente de uno de los policías muertos y demás “ciudadanos imparciales”).
Como no podía ser de otra manera para la justicia burguesa, los 8 acusados fueron hallados culpables. Siete de ellos sentenciados a muerte, uno a 15 años de cárcel.
La clase obrera de nuestro país no estaba ajena a esas luchas de fin de siglo por la reducción de la jornada laboral. El club alemán Vorwarts convocó en 1890 a todos los gremios obreros a celebrar ese 1º de Mayo como fiesta universal de todos los trabajadores. Había dirigentes de la Sociedad Cosmopolita de Oficiales Sombrereros, Tipógrafos Alemanes, Sociedad Figli del Vesubio, Sociedad Scandinavian Norden, Círcolo Reppublicano Campanella, Sociedad de los Países Bajos, Unione e Fratellanza, Societé de Mutuo Socorso de Chivilcoy, entre otros. En el documento que se firmó allí podía leerse como primer punto: jornada de ocho horas para todos. Los obreros yeseros fueron los primeros en obtener la jornada, en 1895. Luego seguirían los pintores y los constructores de carruajes
La clase obrera en el poder
“¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonen millones, otros caen en la degradación y la miseria.”
George Engel
El proletariado de todos los países del mundo se pone de pie cada 1° de Mayo. Nunca imaginaron aquellos “señores” la certeza de las palabras de Albert Spies: el odio de clase fue creciendo y organizándose. No pudieron evitar que grandes revoluciones proletarias conmovieran al mundo, garantizando la conquista del poder por la clase obrera, donde por primera vez el trabajo, la comida, la educación fue patrimonio de millones y millones de seres humanos. Primer testimonio de esto fue la triunfante Revolución Rusa de 19 17.
Insistían e insisten en que sólo hay un sistema posible, y a pesar de sus embestidas, sus teóricos y sus aparatos represivos, la clase obrera y los pueblos de cada país siguen de pie para barrer, más temprano que tarde, este sistema imperialista de explotación y opresión.