martes, 23 de abril de 2013

Elecciones en Venezuela: un balance necesario tras el resultado ajustado

Nicolás Maduro ganó la elección: un paso adelante. Pero la derecha oligárquica y proimperialista avanzó. Las razones de un gobierno debilitado. La garantía es el pueblo venezolano, con el apoyo de los pueblos latinoamericanos.



El triunfo del chavismo en las presidenciales del domingo 14 de abril en Venezuela llevó alegría y alivio a millones de personas del pueblo venezolano y de todos los pueblos latinoamericanos. Si hubiera triunfado Henrique Capriles, el candidato de la Mesa de Unidad oligárquica y proimperialista, el sitiador de la embajada de Cuba durante el golpe antichavista de 2002, hubiera sido un brutal retroceso en los avances sociales, democráticos y de soberanía nacional logrados durante los 14 años de las sucesivas presidencias de Hugo Chávez.

El triunfo fue ajustado: la diferencia fue de apenas de 200.000 votos, menos del 2%. De la elección de Hugo Chávez en octubre a hoy el chavismo perdió 700.000 votos. Los ganó Capriles. El gobierno de Maduro se inicia, así, en un escenario de relativa debilidad. 
Hay un triunfo y también un retroceso. ¿Cómo pudo ser?

Subestimaciones peligrosas

El avance de Capriles hasta casi emparejar a Maduro en el 50% es preocupante. Seguramente tiene muchas causas: algunas de coyuntura, y otras de más largo alcance. Todas, decisivas para el destino de la lucha del pueblo venezolano y la nuestra. La desaparición física de Hugo Chávez el 5 de marzo es una, y no menor. 
En lo inmediato, la apelación casi única de Maduro y la dirigencia del PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela) a la mística chavista se demostró insuficiente cuando estaban, y están, en juego cosas tan graves para la nación y para el pueblo como la soberanía nacional y las conquistas sociales. Se relegó la lucha por el programa de medidas antiimperialistas, agrarias y democráticas que aún están muy lejos de haberse realizado en Venezuela. Y quedó en un plano más retórico que real la necesidad de unidad, organización y preparación del pueblo para asegurar las reformas ya conquistadas, para transformar el camino iniciado en una verdadera revolución popular.

Se subestimó la capacidad de la derecha oligárquica y proimperalista para recomponerse de las derrotas electorales y de generar inestabilidad económica y política, agitar el espantajo de la “ingobernabilidad”, y usar los problemas económicos que golpean al pueblo para volcar y ganar a sectores de las masas populares —como ya lo había hecho con una parte significativa de los estudiantes— para disputarle al chavismo las calles con manifestaciones y cacerolazos, erosionarlo en el plano electoral, y quién sabe, en un futuro, en el terreno del golpismo, institucional o abierto.

Las valiosas conquistas nacionales y populares de estos años no pueden ocultar el malestar de importantes sectores del pueblo. En la base del descontento están las insuficiencias de una economía lastrada aún por la dependencia y la falta de una transformación agraria de fondo: la inflación que se come los salarios; los frecuentes cortes de la energía eléctrica; el desabastecimiento de alimentos; la estampida del dólar, agravada por la devaluación practicada hace pocas semanas por el propio Maduro, beneficiosa para colocar las exportaciones petroleras pero desastrosa para los salarios y para la producción nacional; males de una economía no integrada, extremadamente dependiente de las exportaciones más que del mercado interno, y en particular de las exportaciones petroleras, casi única fuente de ingresos del país.

Todo esto facilitó la deserción electoral de una masa importante de votantes del chavismo y, después de la elección, la parálisis o desmovilización de sectores populares ante el desconocimiento del resultado por parte de Capriles (con el respaldo yanqui, europeo y de la OEA) y ante las provocaciones violentas de la derecha oligárquica. 

En quién confiar

La Fuerza Armada Nacional (FAN) declaró “fidelidad” al legado chavista y al resultado electoral. Al mismo tiempo no hay que olvidar que dentro de ellas operan todos los imperialismos, cuyos agentes ya sacaron la cabeza en otras ocasiones, incluso haciendo acampes antichavistas de protesta.

Fue muy importante la decisión de reconocer la elección de Maduro por la Unasur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Venezuela, Uruguay, Venezuela y Surinam; Paraguay sigue suspendido). Seguramente tendrán la misma posición Cuba y Nicaragua.

El triunfo electoral también fue reconocido por potencias imperialistas como China y Rusia. Los chinos y rusos tienen sus propios objetivos y a través del comercio, las inversiones y la “ayuda” militar forjan sus “esferas de influencia” para la disputa del “patio trasero” de Washington. 

La única garantía para defender las conquistas alcanzadas y avanzar en la liberación sigue siendo el propio pueblo venezolano, con la dirección de la clase obrera, organizado y preparado para las contingencias que sin duda vendrán. Su lucha es la nuestra. Junto a él estamos y estaremos.