La lucha popular logró sentar en el banquillo de los acusados a viejos jerarcas sindicales como José Pedraza, un actor principal en las privatizaciones menemistas, amasando fortunas con empresas armadas para explotar a miles de trabajadores tercerizados y precarizados en el ferrocarril. Hoy, la precarización laboral, signo distintivo de la política kirchnerista, se cobró la vida de Mariano Ferreyra. Luego de su asesinato los trabajadores continuaron la lucha y conquistaron el pase a planta de miles de precarizados en el ferrocarril.
En el juicio, se logró una condena de 15 años para Pedraza y otros acusados, pero está lejos de la justicia necesaria.
Por otro lado, al no acusar a los policías como partícipes del plan criminal se eliminó la responsabilidad política y en particular la de Aníbal Fernández, en ese momento Ministro de Seguridad. Junto con esto, y para mostrar “su imparcialidad” el presidente del tribunal explicó por qué Tomada no tiene nada que ver, cuando ni siquiera era parte de la causa.
La lucha popular logró sentar a los acusados y condenar a los responsables. Esto no es poco para los tiempos que corren, si tenemos en cuenta que se hizo con las centrales sindicales en contra o apoyando solo de palabra en algunos casos. Fueron una vez más los sectores combativos los que batallaron para que la causa no se archivara.
Pero en este contexto apostar todo a la prisión perpetua para Pedraza y otros acusados era depositar demasiada confianza en esta Justicia, subestimando el carácter oligárquico imperialista del actual Estado y sus instituciones. Estado donde rige la “santísima trinidad” del acuerdo monopolio-gobierno-sindicato. Y aquí se aplicó descarnadamente esta lógica.
La enseñanza de esta lucha debe estar apuntada a romper esa “santísima trinidad”. Para lograrlo es necesario avanzar en la democratización con la recuperación de los Cuerpos de Delegados, Comisiones Internas y Sindicatos para el clasismo, y barrer con los jerarcas como Pedraza, Martínez y otros que dirigen el movimiento obrero argentino.
Este camino es necesario para que el movimiento obrero, con la ayuda del Partido de vanguardia, dirija la lucha de todos los sectores que estén dispuestos a terminar con este Estado mediante la revolución de liberación nacional y social que imponga un Estado de nuevo tipo, un Estado de nueva democracia.