“Saludo y felicito a todos los que hoy estamos acá, porque hoy no es un feriado, como no lo es el 24 de marzo, compañeros. ¡Son días de lucha!”, exclamó Guillermo Rocha en su discurso. A las 11 de la mañana del 2 de abril habían comenzado a encolumnarse los compañeros convocados por el Comunismo Revolucionario y por Izquierda Socialista. Participaron también miembros de la Convocatoria por la Segunda Independencia, la Corriente Clasista René Salamanca y Estudiantes por la Liberación. Todos con la decisión de que este 2 de Abril, trigésimo tercero aniversario de la Guerra de Malvinas, no pasara como un día más, sino marchando en las calles y denunciando al imperialismo inglés en las puertas de su propia Embajada.
Una colorida movilización llegó, al compás de bombos, redoblantes y cánticos, hasta la embajada pirata, protegida por un fuerte operativo policial. Allí pronunciaron sus discursos Guillermo Rocha, por el Comunismo Revolucionario, y José Castillo, por Izquierda Socialista, ambos candidatos en las listas porteñas del Frente de Izquierda y de los Trabajadores.
Rocha comenzó sus palabras aludiendo a que en la Guerra de Malvinas se enfrentó a un imperialismo conocido y odiado por el pueblo argentino, “un imperialismo con el que nuestros abuelos nos enseñaron el antiimperialismo” y la potencia dominante en el período de la conformación del Estado nacional argentino, marcando una estructura económica primario-exportadora.
Sobre la guerra de 1982, remarcó que el plan de Galtieri era realizar el desembarco y sobre la base del apoyo norteamericano lograr una soberanía compartida, pero que esto fracasó y fue sobrepasado por la enorme movilización popular. “El 13 de abril zarpa la flota inglesa hacia las Malvinas. Nosotros entendemos que ya cuando avanza una agresión militar abierta contra la Argentina se produce un cambio en la situación del país, en el cual esta contradicción entre el imperialismo inglés y la nación argentina pasa a determinar inclusive la contradicción entre la dictadura y el pueblo, que no desaparece, pero que se desarrolla totalmente marcada por la pelea contra el imperialismo inglés”. Y denunció que el Ejército había sido preparado para reventar casas de obreros y estudiantes, o para la guerra contra los hermanos chilenos, un ejército preparado para la represión y para servir al imperialismo, y se vio enfrentado a las dos principales potencias de occidente. Reivindicó “a los que enfrentaron con las armas en la mano al imperialismo” y al pueblo que se movilizó y organizó, a pesar de lo que quería la dictadura.
En cuanto al balance de la guerra, fustigó: “Nos oponemos al balance alfonsinista y desmalvinizador que plantea que gracias a Tatcher vino la democracia. ¡Nunca las dictaduras se terminaron de la mano del imperialismo!”. Y sostuvo que fue la lucha y organización popular tras la derrota, que no pudo impedir la Dictadura, la que la llevó a su fin, así como fueron los que negociaron la salida de la dictadura los responsables de que hoy sigan los Stiuso y los Milani en el Estado.
Terminó denunciando el reciente reforzamiento militar inglés en Malvinas y la política del Gobierno kirchnerista de alineamiento con China y Rusia, afirmando que “la política justa es el no alineamiento con las potencias imperialistas” y que “la mejor forma de enfrentar al imperialismo es el antiimperialismo consecuente”.
José Castillo reivindicó la gesta de Malvinas de 1982, marcando que “la Argentina con su intento de recuperación de nuestras islas no hizo otra cosa que defenderse de esa invasión que había sucedido en 1833”, independientemente de los intereses coyunturales que tenía la dictadura de Galtieri. Resaltó también la inmensa movilización antiimperialista en toda América Latina, como la marcha de cien mil personas en Lima en apoyo a la recuperación de Malvinas. Y sostuvo que la única forma de ganar la guerra era “si se transformaba en una inmensa movilización antiimperialista y si se planteaba la unidad latinoamericana”. Si la dictadura y las clases dominantes no querían eso era “porque sabían que si avanzaba la movilización antiimperialista no solo recuperábamos Malvinas, sino que iban a caer todas las empresas con las que el imperialismo nos venía saqueando, los terratenientes, la deuda externa”.
En cuanto a la desmalvinización, resaltó que tuvo tres aspectos: el escepticismo respecto de la posibilidad de enfrentar al imperialismo, el ocultamiento y olvido de los ex-combatientes y la normalización de las relaciones con Inglaterra para el desarrollo de sus negocios en el país. Reivindicó a los 323 héroes caídos en Malvinas, más los 326 caídos en el Crucero General Belgrano y los más de 400 ex-combatientes que se suicidaron posteriormente: “Reivindicamos a los héroes de Malvinas. De ninguna manera los confundimos con esos otros, con los traidores, con los cobardes, como Astiz, que solo servían para matar Madres de Plaza de Mayo o monjas y después se rindieron sin disparar un solo tiro. Los héroes de Malvinas son parte de la tradición antiimperialista argentina y latinoamericana”.
El acto finalizó con las exigencias de golpear a los intereses ingleses en nuestro país, expropiando a sus empresas, rompiendo los tratados de Madrid y Londres y cesando el pago de la deuda externa con Inglaterra, para avanzar en el camino de la recuperación de las Malvinas. Con estas consignas y los cánticos de fondo, fueron quemadas dos banderas inglesas.