Como era previsible, la participación de Cuba por primera vez en la Cumbre de las Américas se robó la escena central del evento que reunió a más de treinta jefes de Estado. Fue destacado como un “hecho histórico” desde medios como Página/12 hasta Clarín. Lo que no era tan previsible fue la catarata de elogios por parte del presidente cubano Raúl Castro al presidente yanqui Barack Obama. ¡Hasta le pidió disculpas!
Mientras tanto, Estados Unidos mantuvo su decreto que acusa a Venezuela de “amenaza” a su seguridad. Por este punto la Cumbre finalizó sin un documento. Al día siguiente, la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson, reafirmó que el decreto “ya está en práctica y no vamos a cambiarlo”.
“Un punto de inflexión para toda la región”
El presidente buitre Obama afirmó que se estaba abriendo un “nuevo capítulo” en la política internacional estadounidense, que todas las naciones debían “liberarse de los viejos argumentos y los viejos resentimientos que además a menudo nos atrapaban en el pasado” porque “los Estados Unidos miran hacia el futuro” y no quieren quedar “atrapados en la ideología”.
Entonces señaló que los cambios “en cuanto a la política estadounidense hacia Cuba marcan un nuevo inicio en la relación entre el pueblo de Estados Unidos y el pueblo de Cuba”. Luego reafirmó su pedido al Congreso yanqui para que levante el bloqueo y destacó que, a partir del restablecimiento de relaciones, habrá más comercio, más ciudadanos estadounidenses que viajen a Cuba, más intercambio cultural, más proyectos “humanitarios”, internet, flujo de información, más recursos para Cuba, oportunidades y “potencialmente más inversiones”.
Según sus palabras, la presencia de ambos presidentes en un mismo evento representa “un momento histórico”. Y concluyó: “este cambio representa un punto de inflexión para toda la región”. Evidentemente, tras recuperarse de la crisis económica, los Estados Unidos buscan recuperar su influencia y penetración en Latinoamérica.
También hizo referencias formales al narcotráfico, energía renovable, “inclusión”, “inequidad”, pobreza, “sistema inmigratorio fallido”, crecimiento económico, “progreso”, educación, democracia, segregación, respeto mutuo entre naciones y hasta derechos humanos. No hizo mención directa al pedido de levantamiento del decreto contra Venezuela, aunque sí respondió al presidente ecuatoriano Rafael Correa –que hizo un reclamo en este sentido– afirmando cínicamente que en Estados Unidos sí hay “libertad de prensa”.
Histórica claudicación
Raúl Castro arrancó su intervención destacando los “interesantes” discursos de Obama y otros mandatarios que lo precedieron en el uso de la palabra. Luego desarrolló la larga historia de agresiones e intervenciones militares yanquis contra la nación cubana, desde sus inicios. Pero semejante historia de lucha fue clausurada con un dócil pedido de disculpas “al presidente Obama y a otros presentes en esta actividad por expresarme así”. Y por si no se había escuchado bien agregó: “Le pido disculpas porque el presidente Obama no tiene ninguna responsabilidad con nada de esto. ¿Cuántos presidentes hemos tenido? Diez antes que él, todos tienen deuda con nosotros, menos el presidente Obama”. ¡Cuánta distancia con la histórica lucha antiimperialista del pueblo cubano!
No conforme con semejante eximición de culpas del primer mandatario del imperialismo más poderoso del planeta, sostuvo: “Obama es un hombre honesto. Me he leído algo de su biografía en los dos libros que han aparecido (…). Admiro su origen humilde, y pienso que su forma de ser obedece a ese origen humilde”.
Y siguió… “Mientras exista el bloqueo, que no es responsabilidad del presidente [Obama], y que por acuerdos y leyes posteriores se codificó con una ley en el Congreso que el presidente no puede modificar, hay que seguir luchando y apoyando al presidente Obama en sus intenciones de liquidar el bloqueo.” A esto sumó el “reconocimiento [a Obama] por su valiente decisión de involucrarse en un debate con el Congreso de su país para ponerle fin” al bloqueo.
Fuertes palabras dedicadas a Obama: disculpas, admiración, apoyo, reconocimiento, valentía… Y para Venezuela, algo más que un comentario: “Venezuela no es ni puede ser una amenaza a la seguridad nacional de una superpotencia como Estados Unidos. Es positivo que el presidente norteamericano lo haya reconocido”.
Tanto esfuerzo para invocar inversiones yanquis en la isla y continuar con “el proceso de actualización del modelo económico cubano con el objetivo de perfeccionar nuestro socialismo”. El socialismo, evidentemente, hace rato dejó de existir en Cuba.
Ridiculeses
Uno de los discursos más duros contra Estados Unidos fue el de la presidenta Cristina Kirchner. Desde ya, insistió en que el decreto del presidente Obama contra Venezuela hizo que la Cumbre se vea “ensombrecida”; aunque también definió a la presencia de Cuba en la Cumbre como un “hecho histórico del triunfo de la revolución cubana”.
Con cierta ironía pidió que, además de la “inclusión” y “equidad”, se incorpore la cuestión de la sinceridad y se refirió al narcotráfico, su principal destino de consumo, su financiamiento, el lavado en paraísos fiscales y los golpes de Estado, responsabilizando a Estados Unidos. Y agregó que considerar a Venezuela como una “amenaza” para la seguridad de ese imperialismo es “inverosímil, casi rayado en lo ridículo”; lo mismo que la acusación del Reino Unido contra Argentina en relación a Malvinas.
CFK no cuestiona a Estados Unidos desde una posición antiimperialista, como se encargó de aclarar, sino desde la defensa de una política de dependencia que se ha asociado principalmente con el imperialismo chino y también el ruso (a donde viajaría luego de la Cumbre). Desde esta lógica es que también destaca como un “triunfo histórico” el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y su apertura a la penetración de todo tipo de capitales imperialistas.
Mejor, para no caer en ningún ridículo, recordar y practicar el consejo del Che: “No se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así, nada”.