martes, 28 de abril de 2015

Genocidios reconocidos, olvidados y fraguados

[Vamos! Nº 50] Denuncias del Papa Francisco desde el Vaticano.  En una misa Jorge Bergoglio reconoció el genocidio armenio pero, de paso, atacó la experiencia histórica del socialismo en la Unión Soviética.










En una misa en el Vaticano el pasado 12 de abril, Jorge Bergoglio reconoció el genocidio armenio perpetrado a partir de 1915 a manos del gobierno turco. Lo caratuló como “el primer genocidio del siglo XX”. Este año se cumple el centenario del inicio de aquella deportación forzosa de la nación armenia que significó el exterminio de más de un millón y medio de personas.

Sin embargo, las palabras de Bergoglio se vuelven claroscuras cuando agregó una denuncia contra otros genocidios del siglo XX, que –según él– serían los “perpetrados por el nazismo y por el estalinismo”. Afortunadamente, el holocausto nazi ha quedado demostrado sólidamente. Pero denunciar el supuesto “genocidio” del primer Estado socialista –cuando la URSS ha sido fundamental en la derrota del nazismo con una sangría de más de veinte millones de muertos– no tiene asidero científico, sino que suma a una intensa propaganda que fragua la historia para pretender igualar el comunismo con el nazismo para denostar la construcción socialista en la ex URSS.

El genocidio armenio

El actual gobierno turco sigue negando el genocidio armenio y reaccionó con dureza contra las palabras del Papa Francisco, llegando incluso a acusarlo de expresarse así porque Argentina sería “un país que dio la bienvenida a los nazis” (Telam, 14/4). Una verdadera calumnia de parte de un gobierno que por estos días prepara los “festejos” por el centenario de la batalla de Galípolli, cuando Turquía estaba aliada a Alemania en la Primera Guerra Mundial. Hoy el genocidio armenio es reconocido por 22 naciones, entre ellas la Argentina.

Creaciones y olvidos
En forma contrastante, Jorge Bergoglio no dio un solo argumento que permita comparar al socialismo soviético conducido por Stalin con el nazismo. En realidad, semejante comparación en primer lugar relativiza al genocidio nazi, que no sólo significó el asesinato de alrededor de seis millones de judíos sino que ocasionó una guerra en la que murieron alrededor de 60 millones de personas. También se ha sumado el cuestionamiento al Papa por olvidarse de mencionar (o negar) el genocidio de Namibia (África) por parte del Imperio Alemán entre 1904 y 1909 (La Nación, 19/4).

En verdad, la URSS conducida por Stalin fue imprescindible en la derrota del nazismo. El sacrificio soviético fue gigantesco. La batalla de Stalingrado fue el punto de inflexión en la terrible Segunda Guerra Mundial. Claramente no fueron los criminales bombardeos atómicos de EEUU en Hiroshima y Nagasaki (que tampoco mencionó el Papa) los que definieron la guerra; cuatro meses antes el Ejército Rojo ya había derrotado a los nazis en Berlín, triunfo del que se están cumpliendo 70 años (ver próximo Vamos!). Las omisiones papales también incluyen los crímenes yanquis en Vietnam y del Estado sionista en Palestina.

Pero mucho más grave aún es que el primer Papa latinoamericano y argentino niegue el genocidio más grande de la historia: la conquista, colonización y saqueo de América por parte de España y la Iglesia Católica. Fueron masacrados millones de indígenas originarios de estas tierras. También se “olvida”, en la historia reciente, del genocidio llevado adelante por la última dictadura fascista en nuestro país con 30 mil detenidos-desaparecidos.

La campaña contra el primer Estado socialista

Muchas de las acusaciones contra José Stalin alcanzan lo fantasioso. Tal es así que Mao Tse Tung –que solía discutir fuertemente con el líder soviético– respondió a la campaña desatada contra Stalin tras su muerte afirmando que: “Como primer punto, defendemos a Stalin y, como segundo, criticamos sus errores; es por eso que hemos escrito el artículo ‘Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado’. A diferencia de aquellas gentes que denigran y liquidan a Stalin, nosotros lo tratamos conforme a la realidad.”(1).

Mao le cuestionó no haber abordado correctamente la continuidad de la lucha de clases bajo el socialismo, lo que lo llevó a confundir contradicciones en el seno del pueblo con contradicciones con el enemigo. Esto explica la grave represión interna que llevó a cabo Stalin y los serios errores que cometió, que fueron aprovechados por los sectores revisionistas en el seno del Partido y el Estado.

No es casual que la campaña contra Stalin desatada tras su muerte en 1953 fue encabezada por Nikita Jruschov, un revisionista que encabezó la restauración capitalista en la URSS en el XX Congreso del PCUS en 1956. Jruschov llegó incluso a acusar a Stalin de “déspota del tipo de Iván el Terrible”(2), lo que en definitiva significa decir que el feudalismo y el socialismo fueron equivalentes. Pero al final ha sido con la restauración capitalista (que ya nadie niega) que Rusia ha retomado la bandera zarista.

Hoy, al comparar el socialismo soviético con el nazismo, el Papa Francisco no hace más que reafirmar la campaña anticomunista y coincide con el enfoque del actual presidente ruso. Como hacen todos los dirigentes que se posicionan en la disputa interimperialista –y no del lado de los pueblos– denuncian algunos crímenes, ocultan otros y también fraguan los hechos.