Hace un par de años se cumplió el bicentenario de la primer ley de fomento minero establecida por la Asamblea General Constituyente de 1813, siguiendo los lineamientos del Plan de Operaciones elaborado por Mariano Moreno. Según Moreno la minería debía estar al servicio y “la felicidad de 400 mil habitantes” y en contra de las minorías que “son como el agua estancada” de la sociedad.
Sin embargo pocos años después, el 8 de febrero de 1826, Bernardino Rivadavia asumió la presidencia en virtud de una constitución unitaria, pergeñada por la supremacía de estancieros y comerciantes del puerto de Buenos Aires, intermediarios de los imperios predominantes entonces, Inglaterra y Francia. Rivadavia venía de estar en Londres como ministro plenipotenciario; y fue allí que se constituyó la River Plate Mining Asociation –de la que él mismo era accionista– con el objetivo de explotar las minas de Famatina.
A poco de asumir, entonces, Rivadavia le otorgó la explotación de las minas de Famatina a la River Plate Mining Asociation, por sobre aquella empresa formada por un grupo de capitalistas riojanos, quienes –con el apoyo de Facundo Quiroga y junto al aporte de capital de ganaderos de la provincia de Buenos Aires– constituyeron el Establecimiento de la Casa de Moneda y Mineral de Famatina, que en ese momento representó para La Rioja una muy importante industria.
Luego, a comienzos del siglo XX durante el gobierno radical de Hipólito Irigoyen y con el importante impulso de los generales Manuel Savio y Enrique Mosconi, se dictaminó la pertenencia de los recursos del subsuelo a la Nación. Años después, en la segunda mitad del siglo XX, el artículo 40 de la Constitución de la Nación del año 1949, sancionada durante el primer gobierno del Gral. Perón, estableció que “la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo”, concretando luego que “los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptibles e inalienables de la Nación, con la correspondiente participación en su producto que se convendrá con las provincias.”
Saqueo y contaminación durante el gobierno K
Mucho ha cambiado la minería –técnicamente– desde entonces. Desde principios del siglo XX se habla de megaminería y de minería a cielo abierto, con maquinarias realmente enormes, se realizan inmensas excavaciones y se muelen a polvo volúmenes impensados de suelo para separar pequeñas cantidades de mineral, oro y plata utilizando volúmenes ingentes de agua con sales de cianuro –muy tóxicas al contacto con el aire y el agua– para separar el mineral. Hoy la minería a cielo abierto se ha impuesto, pese a las importantes luchas y movilizaciones de pueblos enteros contra la destrucción y la polución del medio ambiente, el deterioro de la agricultura y de la salud de las poblaciones, el desplazamiento de los pobladores originarios, como en Famatina y Chilecito.
No obstante, el gobierno argentino no solo permite el impacto ambiental negativo, la apropiación de recursos no renovables –que en realidad deberían ser usados en nuestra industrialización– y la apropiación de “la riqueza y su explotación que tienen por fin el bienestar del pueblo”, sino que estamos como al principio, con la extracción minera en manos de los países centrales.
Las principales empresas son inglesas, canadienses y australianas, siendo su principal financiera nada menos que el banco Barclays, el garante de los canjes de bonos de nuestra deuda en 2005 y 2010. Hay que contar, además, la importante presencia del imperialismo chino, que se lleva el hierro de Sierra Grande, entre otros. También se han anunciado acuerdos entre el presidente chino Xi Jinping y Cristina Fernández para la explotación de potasio y litio. Y observamos además que semejante proyecto extractivista aporta al fisco ingresos mucho menores que las retenciones a los granos.
Las condiciones generadas por la Constitución de 1994 dejaron a las provincias con “el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio” (art. 124 de la Constitución de 1994), que impide una política minera nacional y enfrenta en condiciones de enorme desigualdad a provincias pobres con poderosísimas empresas mineras extranjeras. Facilidades arancelarias y desgravación impositiva para importar maquinarias e insumos, estabilidad fiscal por 30 años, limitadas regalías provinciales, por lo cual, los ingresos fiscales a más de la generación de empleo, no se corresponden con los beneficios que obtienen los monopolios imperialistas.
Mientras que en el año 2000 la producción minera representó el 0,2% del PBI, en 2011 representaba el 1,2% (aproximadamente 4.500 millones de dólares), siendo las retenciones entre el 5% y el 10%. Desde 18 proyectos en 2003, saltamos a unos 700 proyectos en 2014; eran 849 las empresas y ahora son 1270 empresas operando (Página/12, 12/11/2014). Las mayores explotaciones ya autorizadas están en: Sierra Grande (Río Negro: produce hierro); Veladero (San Juan: produce oro, plata); Pachón (San Juan: produce cobre); Pascua-Lama (San Juan: produce oro, plata); Bajo de la Alumbrera (Catamarca: produce cobre, molibdeno, oro, plata); Cerro Vanguardia y otros (en Santa Cruz: producen oro, plata, uranio); Cerro Solo, Huemules y otros (en Chubut: producen oro, plata, uranio, plomo, cobre, zinc). La actividad minera continúa creciendo, siendo en el mejor de los casos la creación de empleo directo e indirecto alrededor de 250.000 puestos de trabajo.
Una idea de la magnitud del despojo lo representa la Barrick Gold Co., la que tiene la explotación de Veladero y Pascua-Lama, suspendida hoy en el lado chileno por su agresión al medio ambiente y en defensa de cinco comunidades diaguitas del país vecino. Con el nombre de Minera Argentina Gold Sociedad Anónima (MAGSA) obtuvo en el período 2007-2009 una tasa de ganancia promedio de 32,7%, mientras que la tasa de ganancia promedio en ese período de los principales monopolios imperialistas fue en la Argentina del 8,5%. Un dato más revelador es que MAGSA se apropió del 82,3% de la ganancia minera.
El propio ministro de Planeamiento Julio De Vido sostuvo que en el año 2014 las exportaciones mineras alcanzarían a 15.200 millones de dólares y sostuvo que “a fin de año las exportaciones mineras van a llegar a la mitad de las de soja” (Página/12, 12/11/2014). Siendo que las exportaciones de soja dejan un 35% de retenciones al Estado, cabe preguntarse ¿porque la minería aporta sólo entre el 5% al 10%?
Algunas razones se encuentras en el carácter esencialmente dependiente a los centros capitalistas mundiales del modelo neodesarrollista kirchnerista.
En la megaminería se muelen a polvo volúmenes impensados de suelo para separar pequeñas
cantidades de mineral de oro y plata, utilizando volúmenes ingentes de agua con sales de cianuro.