jueves, 11 de junio de 2015

Rusia y la OTAN en Ucrania ¿hacia una confrontación directa?

[Vamos! Nº53]  Recrudecieron los enfrentamientos armados cerca de Donetsk.



El este de Europa volvió a sacudirse con los cimbronazos de una potencial guerra abierta. La pulseada militar entre los imperialistas rusos y los europeos y yanquis se tensó el miércoles 3 de junio con los graves choques armados en Marinka, localidad bajo control ucraniano cerca de Donetsk, capital de la provincia del mismo nombre y centro de la autodenominada República Popular de Donetsk (RPD). Allí los separatistas prorrusos lanzaron una ofensiva con artillería pesada, con un resultado de decenas de muertos y cientos de heridos en ambos bandos. Las dos partes se acusaron recíprocamente por los enfrentamientos. Moscú advirtió que las “provocaciones” ucranianas podrían hacer “saltar en pedazos” los acuerdos firmados en Minsk en febrero.

Moscú y la OTAN dentro de Ucrania
Aunque no se sabe si los choques abrirán paso a un ataque ruso en gran escala, lo cierto es que se quebró la tregua con los combates más graves desde que rige el alto el fuego alcanzado en febrero en Minsk (Bielorrusia) bajo los auspicios de Francia y Alemania. Desde entonces se suceden en el este de Ucrania combates casi diarios con muertos, uso de artillería pesada, sembrado de minas, presencia de mercenarios extranjeros y entrada masiva de armamento.
Con el argumento de “mantener la paz y seguridad”, el jueves 4 el Parlamento ucraniano autorizó el despliegue en su territorio de “fuerzas extranjeras”: una eventualidad prohibida por la constitución de Ucrania y que requiere una disposición parlamentaria especial. Los diputados ucranianos ya habían aprobado en marzo una ley permitiendo el despliegue de tropas de Estados Unidos y Polonia para “maniobras militares”. Desde entonces instructores yanquis y polacos, y también ingleses, operan en el oeste de Ucrania. Además, el presidente Poroshenko nombró al georgiano Mijail Saakashvili como gobernador de Odesa (ciudad sobre el Mar Negro, cerca de Crimea), contribuyendo a estrechar el cerco ucraniano al Transdniéster, la región rebelde de Moldavia con mayoría de rusohablantes y que tiene a Odesa como su puerto de salida.
Al aprobar el ingreso de tropas extranjeras -seguramente de la OTAN-, el gobierno ucraniano colocó abiertamente el conflicto bélico en el terreno de la disputa interimperialista por el dominio del este de Europa. En respuesta casi inmediata, el gobierno ruso reafirmó el jueves el “derecho constitucional” del presidente (es decir, de Vladimir Putin) a enviar tropas rusas “al extranjero” (o sea a Ucrania). En marzo del año pasado, la Cámara Alta del Parlamento ruso autorizó a Putin a usar las Fuerzas Armadas para respaldar el contingente militar ruso de ocupación en Crimea y a los ciudadanos rusos en Ucrania.
Según el presidente ucraniano Poroshenko, más de 9.000 soldados rusos (a los que calificó de “grupúsculos terroristas”) se encuentran actualmente en Ucrania sosteniendo la acción de los separatistas de Donetsk. Advirtió, en ese contexto, sobre la posibilidad de una “invasión total” por parte de Rusia.
Ucrania y sus aliados yanquis y europeos de la OTAN acusan desde hace tiempo a Rusia de enviar armas y tropas de combate al este ucraniano en nombre de los separatistas, que controlan allí parte de las provincias de Donetsk y Járkov.
Putin, que en marzo del año pasado ordenó la ocupación y anexión de la estratégica península ucraniana de Crimea en el Mar Negro, niega tener tropas propias en el este de ese país, pero apoya desembozadamente a los separatistas prorrusos y llama “Nueva Rusia” a los territorios del embrión de estado constituido por ellos.

Sanciones contra Rusia
En marzo del año pasado los imperialismos occidentales lograron aprovechar los masivos reclamos democráticos del pueblo ucraniano, voltear al dictador prorruso Yanukóvich y establecer en Kíev un gobierno de coalición de fuerzas socialdemócratas y de derecha fascista, fuertemente respaldado por potencias de la Unión Europea, principalmente Alemania. Poco después, el imperialismo ruso que comanda Putin, apoyándose en la presencia de una mayoría étnica rusa en Crimea y en la poderosa base rusa de Sebastópol en esa península, y después mediante la invasión militar directa, impuso la secesión de esa región autónoma ucraniana y legitimó luego su anexión a Rusia con un referéndum.
Los jefes de Bruselas subrayan la responsabilidad de Putin en la ruptura de la tregua, y se proponen extender la vigencia de las sanciones económicas impuestas a Moscú. Las medidas contra Rusia aprobadas en julio de 2014 -que establecen recortes a la financiación europea de empresas rusas, restricciones al gas ruso y un embargo de armas- están a punto de vencer, y la UE discutirá, en la próxima reunión de jefes de Estado y de Gobierno el 25 y el 26 de junio en Bruselas, su prolongación hasta fin de año.