miércoles, 16 de diciembre de 2015

Devaluación y después

[Vamos! Nº 66] La economía del PRO.


El gobierno entrante viene con más ajuste y dependencia. Ya se anuncia recorte de subsidios y devaluación. Frente a una economía en crisis, ya conocemos la receta: que pague el pueblo.

No está claro cuántos dólares el gobierno de Macri podrá conseguir en el corto plazo, ni, en consecuencia, de qué magnitud será la devaluación. En la previa electoral, sus economistas daban como valor real del dólar el del dólar blue: rondando los $15, una devaluación de 50%. Ahora, la postergación del levantamiento del cepo cambiario (que se había prometido para el primer día de gobierno) manifiesta esas dudas en el propio equipo económico macrista. Consideran que la Argentina tiene amplias posibilidades de endeudamiento, lo que puede permitirle al nuevo gobierno que no se desmadre la situación económica y ganar algo de tiempo al inicio. Buscan prioritariamente recuperar reservas en dólares para el Banco Central y atender, al menos transitoriamente, los problemas de una economía estancada.

¿Una ola verde?

El gobierno se ha concentrado en buscar diversos financiamientos para juntar entre 15 y 20 mil millones de dólares. En los primeros días de gobierno se mencionaron como opciones de nuevo endeudamiento: U$S 8.000 millones provenientes de los bancos HSBC, JP Morgan, Goldman Sachs, Deutsche Bank, Citibank, Santander , BBVA y un grupo de fondos, U$S 2.000 de ampliación del swap chino, U$S 2.000 millones con un swap de la Reserva Federal de Estados Unidos, US$ 1.400 millones del Banco Central Europeo, U$S 3.000 millones de liquidaciones de exportaciones de soja y otros granos, U$S 3.000 de un swap del gobierno de Brasil. Claro que esto implica profundizar la dependencia y el ajuste, pero eso no ha sido problema para CFK (el Ministerio de Economía reconoció antes del recambio presidencial un aumento de U$S 18.000 millones de deuda pública en 2015) y menos aun lo sería para Macri.

Como parte de esta estrategia tienen previsto encarrilar un acuerdo con los fondos buitres (ya se reunieron con el mediador nombrado por el juez Griessa) y aceitar relaciones con el FMI y el Banco Mundial. Y conceder a los grupos agroexportadores la eliminación de retenciones a trigo y maíz y la reducción para la soja, aunque desde el complejo sojero condicionan la liquidación a un tipo de cambio real de $15.

Macri amagó antes de asumir con no exceptuar el medio aguinaldo del impuesto a las ganancias, para mantener algo más de caja, pero tuvo que dar marcha atrás aunque limitadamente. El flamante ministro de Hacienda, Prat Gay, anticipó quitas masivas de subsidios para luz y gas. Por otro lado, como gesto de bienvenida al nuevo presidente, la Corte Suprema suspendió el decreto de CFK que devolvía casi $100.000 millones del Anses a las provincias en concepto de coparticipación (aunque se mantiene el fallo que estableció la devolución por ese concepto a Córdoba, Santa Fe y San Luis).

Pulseada

El conflicto que claramente no podrá atrasarse en el calendario son las consecuencias esta devaluación anunciada. Difícil saber con precisión a cuánto quedará el dólar, pero sí sabemos que se verá reducido el salario real. En una economía dependiente, el aumento del dólar repercute en un aumento de precios en el mercado interno, tanto para los productos ligados a la exportación como en los importados o en los que contienen insumos importados. Y los grupos exportadores logran “mejorar su competitividad” sobre la base de reducir sus costos de producción bajando los salarios en dólares de los trabajadores. Ya se habla de inflación del 25% para 2016, a lo que deberíamos sumar el salto inflacionario que ya se está dando a fines de este año (3% en noviembre y 5% en diciembre).

En cierta medida el reclamo por el bono de fin de año expresa ya este conflicto. Aunque se expresará con toda su fuerza en las paritarias de inicios de 2016. Macri y sus CEO de monopolios tienen claro qué intereses defienden. La clase obrera también. Una pulseada clave frente al ajuste.