[Exclusivo Internet] Ezeiza y Esteban Echeverría, Provincia de Buenos Aires. Tras más de una semana sosteniendo una dura lucha, los trabajadores del monopolio avícola Cresta Roja frenaron más de 700 despidos y lograron el pago de la quincena y el aguinaldo que les debían, los días caídos y otras conquistas. Una lucha y un triunfo ejemplar.
12.000 pollos por hora, 216.000 pollos por día, se producen en cada una de las dos plantas de la empresa Cresta Roja en las localidades bonaerenses de Ezeiza y Esteban Echeverría. Unos 2.000 trabajadores se distribuyen entre las Plantas I y II, trabajando 9 horas frente a líneas de producción continuas, desplumando, cortando, congelando, empaquetando… Pero no estos últimos días. Durante más de una semana, las dos plantas estuvieron completamente paralizadas por decisión de sus trabajadores, enfrentando los más de 700 despidos y la flexibilización de las condiciones de trabajo que quiso imponer la patronal.
El desenlace: triunfo de los trabajadores
El miércoles 22 el Gobierno difundió que se había logrado un acuerdo para el fin del conflicto, negociado con el Sindicato de la Alimentación (STIA). La lucha de los obreros de Cresa Roja obligó tanto al Gobierno Nacional como al de la Provincia a intervenir apresuradamente, con el objetivo de desactivar un hecho que claramente era un palo en la rueda para la campaña presidencial de Scioli. El acuerdo consistía en que el Gobierno le daría a la empresa subsidios millonarios para la alimentación de los pollos, mientras que se reincorporaría a todos los trabajadores pero reduciendo la jornada a 7 horas y media, reduciendo también los salarios y pagando lo adeudado y el aguinaldo en tres cuotas. “La empresa después te aumenta los ritmos y te hace producir lo mismo que antes hacíamos en 9 horas en 7 y media, ¿y cómo te quedan las manos?” nos explicaba un trabajador de la Planta I, mientras al corte de la ruta 205 llegaba un grupo de obreros con media res congelada que habían conseguido como donación. Pero las maniobras del Gobierno y la empresa chocaron con la fuerte decisión de los trabajadores, que en asamblea conjunta rechazaron la propuesta y decidieron mantener las medidas. Por la noche, el Gobierno anunció que aceptaría las demandas de los trabajadores, pero aún no había nada firmado.
El jueves se mantuvo el corte de la ruta 205 y el corte intermitente en la autopista Jorge Newbery Ezeiza-Cañuelas, a la espera de una nueva reunión en el Ministerio de Trabajo provincial para la firma de un acta-acuerdo y de una asamblea conjunta de las dos plantas. En la bandera con la que los trabajadores cortaban la colectora, como un preanuncio, se leía: “Basta de mentiras Grupo Rasic”. Y efectivamente, nuevamente la patronal insistió con la flexibilización de las condiciones de trabajo, proponiendo que se trabajen 9 horas, pero que 1 hora y media se pague en negro. Con mucha bronca por la provocación empresarial, nuevas asambleas rechazaron la propuesta. En un comunicado de prensa, los trabajadores denunciaron la maniobra: “es ilegal y avasalla nuestros derechos como trabajadores. Esto demuestra su intento de hacer pasar un ajuste, que implicaría que la patronal luego de ser subsidiada millonariamente podría evadir los impuestos por cargas sociales y de esta manera continuar acrecentando sus ganancias a costa de nuestro sudor”. Se resolvió mantener las medidas de lucha y convocar para el viernes una movilización al Municipio de Ezeiza.
El viernes 24 una columna de unos 500 trabajadores de ambas plantas, con sus trajes blancos y al grito de “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode, se jode”, marcharon a la Municipalidad desde el corte en la ruta 205. La negativa de los funcionarios a recibirlos fue respondida con el corte de las vías del ferrocarril Roca. Así, no solo consiguieron la reunión, sino que lograron que entre una delegación de 50 trabajadores elegidos por las bases. Así, finalmente se obtuvo la firma del acta-acuerdo, cediendo a todas las demandas de los trabajadores: la reincorporación de todos los despedidos, el pago de la quincena y el aguinaldo que les debían y los días caídos, mantener las 9 horas de trabajo por convenio y el retiro del gerente de Recursos Humanos que instrumentó los despidos. Un triunfo contundente.
El detonante, la unidad obrera y la lucha
Cresta Roja es un monopolio avícola que pertenece al Grupo Rasic Hermanos, y es la segunda productora de pollos del país, vendiendo en el mercado interno y exportando. El grupo se ocupa de toda la cadena de producción: cuenta con granjas, molinos, plantas de engorde, procesado y comercialización. En total ocupa a unos 5.000 trabajadores, 2.000 de los cuales están en las dos plantas de procesado de Ezeiza. Allí, el trabajo se divide en dos turnos de 9 horas (de 5 a 14 y de 14 a 23 hs), y se cobra quincenalmente, entre $6.000 y $7.000, dependiendo de la antigüedad. Una gran parte son jóvenes trabajadores que ingresaron en los últimos 5 o 6 años.
Los problemas se iniciaron a principios de año, cuando la empresa emprendió una serie de maniobras con los salarios: les bicicleteó el bono de fin de año y empezó a pagar la quincena en cuotas. “Acá nosotros desde hace 6 meses empezamos a tener problemas cuando empezamos a cobrar en cuotas. Nos empezóa tocar mal, porque no había pasado nunca, y no nos empezó a gustar nada. Y en vez de ir reduciéndose las cuotas como dijeron fue al revés, cada vez en más cuotas” nos comentó Luis, delegado de la Planta II. Así se iniciaron una serie de medidas de lucha, que la empresa respondió sistemáticamente con telegramas de despido. “A mí me despidieron 5 veces, y me tuvieron que reincorporar por la presión de mis compañeros. La última me cambiaron de sección” nos comentó Gonzalo, de la Planta II, en uno de los piquetes que bloqueaban la salida de camiones con mercadería.
La empresa argumenta una situación de crisis por las dificultades para exportar. El año pasado solicitó ante el Ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires un procedimiento preventivo de crisis, y sostuvo que arrastra una deuda de casi $2.000 millones. La empresa ya venía cobrando los Repro del Gobierno para cubrir salarios, y exigía nuevos subsidios. En ese marco se lanzó a una “reestructuración productiva”, con el objetivo de despedir al 30% de sus trabajadores, amenazando con que si no se vería obligada a cerrar. “Yo desde que entré acá hace 4 años, la producción de faenar pollo nunca bajó, siempre fue igual y quizá a más velocidad, por eso nosotros no creemos que la empresa esté en crisis”, repetían los trabajadores.
El jueves 16 de julio por la tarde, la empresa cerró sus puertas y envió alrededor de 700 telegramas de despido “con causa”, que luego irían aumentando, acusando a los trabajadores de violar las anteriores conciliaciones obligatorias. Casi como un chiste, en los telegramas se planteaba: “Que su actitud no solo provoca graves perjuicios a esta Compañía, sino que además pone en riesgo la continuidad de las operaciones, afectando las paz social y provocando además un sufrimiento innecesario y/o la muerte de miles de aves”. Al mismo tiempo, las dos plantas fueron militarizadas, con carros y efectivos de infantería de la Policía Bonaerense adentro, para evitar una ocupación.
Ante la situación, los trabajadores de la Planta II resolvieron iniciar las medidas de lucha: bloquear los portones de la fábrica con piquetes para que no pudiera entrar ni salir mercadería, y cortar la autopista. Pero además sucedió lo que la empresa siempre había querido evitar: la unidad de las dos plantas. “La empresa siempre intentó dividirnos de la otra planta, nos decían que los de la Planta II eran problemáticos y esas cosas” comentaban en el corte de la Planta I. “En 20 años es la primera vez que se logra juntar a las dos plantas”, decía Luis de la Planta II. Los obreros de la Planta I se sumaron a las medidas y cortaron la ruta 205. A partir de ahí el conflicto sería protagonizado conjuntamente por los trabajadores de ambas plantas, haciendo asambleas conjuntas, un fondo de lucha común, y manteniendo los cortes y piquetes a pesar del intenso frío.
Los trabajadores de las dos plantas están mayoritariamente representados por la seccional Buenos Aires del Sindicato de Trabajadores de Industrias de la Alimentación (STIA). En el conjunto de los 5.000 trabajadores de Cresta Roja están además los sindicatos de la Carne, Molineros, Camioneros y Obreros Rurales. En las Plantas I y II de Ezeiza a su vez existen Comisiones Internas: salvo algunas excepciones, estas se mantuvieron al margen de la lucha. “Nunca estuvimos respaldados ni por el Sindicato ni por la Comisión Interna, siempre estuvimos solamente los laburantes de la empresa, unidos y siguiendo la lucha a morir” resumió Gonzalo de la Planta II. “El Sindicato y los delegados son lo mismo, están arreglados con la empresa” planteó un grupo de obreros de la Planta I. La Comisión Interna de la Planta I intentó el miércoles 22 que se aprobara lo que había negociado el Sindicato, que implicaba la reducción a 7 horas y media, recibiendo el rotundo repudio de los obreros. Frente a esto, fue la organización de las bases y la democracia la que garantizó la lucha y la que llevó al triunfo.
Una lucha ejemplar
La lucha de los obreros de Cresta Roja es un ejemplo de que con la unidad, la lucha y la independencia es posible enfrentar el ajuste con el que las patronales y el Gobierno quieren hacer pagar la crisis a los trabajadores y el pueblo. En ese mismo sentido, tras el triunfo, los trabajadores dieron una importante muestra de solidaridad de clase, donando todos los alimentos que tenían para sostener el conflicto a la lucha de la Línea 60.
Esta lucha y este triunfo a su vez muestran que con la organización democrática de base se puede pasar por encima de las direcciones sindicales traidoras: ahora una de las tareas centrales será avanzar en la recuperación sindical, imponiendo delegados y Comisiones Internas en ambas plantas que respondan a los trabajadores. Para garantizar el triunfo, para prepararse para enfrentar nuevos ataques patronales y para lograr nuevas conquistas.