Según el gobierno y los medios hegemónicos –tanto oficialistas como opositores- el BRICS constituye un bloque de “países emergentes” o “en vías de desarrollo”. Sería, según este enfoque, un agrupamiento opuesto al de los países “centrales” o “desarrollados”, como EEUU o la Unión Europea. Es una caracterización tan difundida como curiosa, que pone en una misma categoría a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. ¿Qué tendrá de “emergente” el imperialismo ruso, que hasta volvió a utilizar la bandera zarista enarbolada en el siglo 17? ¿Y China, la segunda economía mundial, también sería un país “emergente”?
En realidad, este concepto forzado de “bloque emergente” lo que hace es ocultar el carácter imperialista de Rusia y de China. No sólo EEUU y los países europeos están manchados con la sangre de invasiones militares como Vietman, Argelia, Iraq o Las Malvinas. También Rusia tiene su propia historia de invasiones –desde Checoslovaquia hasta Crimea- y bases militares en países dependientes. Y China aspira precisamente no a romper sino a ocupar el rol hegemónico de EEUU en el mundo. Entonces el BRIC no es un agrupamiento de pares, sino que integra países imperialistas y también naciones dependientes, como India, Sudáfrica y Brasil.
Por otra parte, la propia mención de países “centrales” o “desarrollados” omite que ese desarrollo tiene uno de sus pilares precisamente en la opresión de naciones dependientes, semicolonias y colonias. Omisión que va de la mano de aspirar a la penetración imperialista (yanqui, europea, rusa o china) para desarrollar (o neo-desarrollar) la economía. Así el Gobierno se justifica defender los intereses de la española Gestamp en lugar de los puestos de trabajo de los obreros suspendidos y despedidos.
Ahora el Gobierno festeja la invitación del presidente ruso Putin para asistir a la próxima reunión del BRICS, mientras sigue profundizando la subordinación comercial con China. Pero nuestra liberación no vendrá de cambiar de collar.