A las masivas manifestaciones que vienen recorriendo Brasil contra los millonarios gastos para la organización del torneo en detrimento de la salud, la educación y la vivienda del pueblo, se le sumó la huelga de 5 días de los trabajadores del subte de San Pablo en reclamo de un incremento salarial.
El sindicato, que representa a los 9.800 trabajadores, rechazó el aumento salarial del 8,7% ofrecido por la operadora del sistema público de transporte y exigió un reajuste del 16 por ciento.
El gobierno brasileño respondió a la huelga con represión policial y el despido de 42 trabajadores. El sindicato decidió suspender el paro ante el inicio del Mundial y continuar las medidas de lucha por la reincorporación de los despedidos. Aunque no descartan reanudar la huelga en algún momento durante el torneo, que dura un mes.
Sin embargo, en momentos que la tensión cedía en San Pablo, otro conflicto laboral se caldeaba en Río, a donde los hinchas estaban llegando para el partido del domingo entre Argentina y Bosnia. Empleados de recepción, maleteros y personal de limpieza del sector aéreo del municipio de Río de Janeiro, que han estado exigiendo un aumento de sueldo de por lo menos 5,6% desde hace varios meses, convocaron a una huelga para el 12 de junio a partir de las cero horas en los aeropuertos Santos Dumont, Galeao y Jacarepagúa.
También los conductores de ómnibus de Natal, capital del estado de Rio Grande do Sul, exigen a las empresas un reajuste salarial del 5,8%, y ante la falta de avances en la negociación tras 35 días, también iniciaron una huelga el día del partido entre las selecciones México y Camerún.