Mientras recrudecen los enfrentamientos armados.
Los enfrentamientos son cada vez más fuertes, aunque Ucrania
tiene nuevo presidente. Las elecciones se realizaron el 25 de mayo. La
participación electoral habría alcanzado el 55% del padrón, aunque en las
provincias separatistas de Donetsk y Lugansk fue escasa. Con más del 50% resultó
electo Petro Poroshenko, un magnate bautizado como el “rey del chocolate” que
amasó su fortuna vendiendo golosinas y hoy sus empresas abarcan además la
fabricación automotriz, astilleros, un canal de televisión y otros negocios. Yulia
Timoshenko apenas superó el 10%.
Poroshenko había sido parte del gobierno de Viktor Yanukovich
(el presidente prorruso destituido en febrero) y también del anterior. Apenas
anunciado su triunfo reafirmó que su prioridad es “concretar la senda europea,
el deseo europeo de Ucrania”. Caracterizó que el país “se encuentra en medio de
una guerra y una agresión”, insistió en que “Ucrania debe ser un Estado
unitario” y llamó a negociar tanto con los separatistas como con Rusia. A la
vez se manifestó que se propondrá negociar con EEUU y Europa “para proteger
militarmente a Ucrania” cuando asuma el 7 de junio.
Mientras tanto, no pasaron 48hs de los comicios y recrudeció
la represión del ejército ucraniano contra los rebeldes en las provincias
separatistas del sur con un saldo de al menos 50 muertos más. En respuesta los
rebeldes derribaron un helicóptero, muriendo 13 soldados y un general
ucranianos.
Por su parte Rusia instó al “cese inmediato de las operación
de castigo del ejército” ucraniano, aunque no parece dispuesta a otra invasión
como la que había hecho en Crimea. En cambio, tras diez años finalmente tomó un
gigantesco acuerdo de exportación de gas a China. Mientras tanto, sigue
reclamando a Ucrania una deuda de 3.500 millones de dólares por el gas y
amenaza con cortar el suministro, lo que afectaría también al abastecimiento de
Europa.
En febrero, una gran movilización popular había echado al
presidente prorruso Yanucovich, ante la aparente pasividad de las fuerzas
armadas ucranianas. Fue una respuesta a la opresión nacional por parte del
imperialismo ruso. Pero el presidente electo Poroshenko propone virar la
dependencia rusa hacia occidente: Europa y EEUU. Así Ucrania sigue atrapada en
los enredos de la disputa interimperialista y la guerra civil en curso se
profundiza. La solución no vendrá de una mayor injerencia rusa; pero tampoco de acuerdos militares con la OTAN como es el consenso predominante de
las clases dominantes ucranianas.