miércoles, 4 de junio de 2014

Vai ter Copa?

[Vamos! Nº29]  Crisis social brasileña y el Mundial de Fútbol. A menos de dos semanas para el inicio del Mundial 2014, Brasil se mueve al ritmo de las protestas populares que se han agudizado este año.



La propia organización del mega-evento ha empeorado las condiciones existentes en un país en donde la mitad de la población vive con el ingreso mínimo mensual (R$ 700, equivalentes a $2.500 argentinos), y en donde se estima que el ingreso promedio mensual del 10% más rico del país es 39 veces mayor que el ingreso del 10% más pobre.
La Copa -como llaman al Mundial- ha costado más que los mundiales de Alemania y Sudáfrica juntos y los gastos se triplicaron en relación al presupuesto inicial, de 800 a 2.700 millones de Euros. Según el ex jugador Romário, el 95% de las inversiones fueron públicas y se hicieron en detrimento de otros sectores como educación y salud. De las obras proyectadas, sólo el 41% estaban concluidas hace quince días y muchas se habían desestimado. Sólo los 12 estadios van a estar listos en su totalidad (12 y no 8 como en el resto de los países anfitriones; eso fue parte de la negociación con la FIFA para ser la sede). Estos tienen dimensiones tales que dudan poder llenarlos después de concluido el torneo. Por el contrario, las obras de transporte son las más retrasadas.
La indignación creció cuando desde el año pasado aumentaron los precios, principalmente el transporte público. Se vieron por TV las famosas marchas de junio de 2013, en donde comenzó a cobrar notoriedad el movimiento “Não vai ter Copa” (No va a haber Copa).
A fin de “emprolijar” el terreno para las construcciones y para lavarle la cara a las ciudades con fama de estar entre las más peligrosas de Latinoamérica, el gobierno del PT creó las UPP (Unidades de Policía Pacificadora). Destinadas a la intervención en las favelas, sus métodos de ingreso junto a la BOPE y la Policía Militar nos remiten a las escenas de las películas Tropa de Élite. Muertos, heridos y desaparecidos son una realidad cotidiana en los morros brasileros, en donde viven los millones que el gobierno desea ocultar. Y sólo en las favelas de Maré sostener a los 2.500 militares cuesta R$1,7 millones por día.
Pero el panorama de la bronca y los conflictos se completa cuando recordamos que ¡este año son las elecciones presidenciales! Dilma se presentará en octubre por su relección. Con todos los ojos puestos en Brasil y con varios candidatos en carrera electoral, bien leyeron los trabajadores que hay condiciones para avanzar en los reclamos postergados. El puntapié fue el triunfazo de los garis (como llaman a los barrenderos), que pararon en medio del carnaval pasando por encima de los jerarcas sindicales y conquistaron un 47% de aumento y otras mejoras. A partir de ahí, transportistas, docentes de enseñanza media, primaria, universitaria, no-docentes universitarios, indígenas… todos están luchando. En todos los casos que incluyeron movilización, el Ejército y la Policía Militar han reprimido.
Vai ter Copa? Es impredecible lo que puede suceder. Hay mucha bronca, sobre todo por los gastos desmedidos que ocasionó el evento: en esto coinciden incluso muchos que acuerdan con el Mundial en su país.
Corresponsal



Crisis social
Algunas de las luchas del último tiempo, con particularidades y diferente magnitud y alcance según la ciudad:
- Transportistas por aumento de salario y para que no los obliguen a cobrar también los pasajes (hay otra persona dentro de cada ómnibus con esa tarea).
- Empleados públicos (federales, estatales y municipales), en todo Brasil. Docentes de diferentes niveles, empleados de ministerios, museos.
- Obreros. 6.000 obreros de la construcción pararon en Pará reivindicando mejoras salariales; obreros portuarios en Recife y pequeñas empresas ligadas al circuito de la gran empresa Suape cortaron las rutas; obreros de la Usina hidroeléctrica Porto Velho pararon 3 días.
- Población de favelas. A lo largo y ancho de todo Brasil, descienden de los morros y cortan la principales vías de comunicación.
- Indígenas y miembros de los movimientos de ocupaciones de tierra se han movilizado a la capital y principales ciudades llevando sus reclamos