viernes, 20 de junio de 2014

Fondos buitres: ¡Dejen de pagar el fraude!

La resolución de la Corte de Estados Unidos, que dejó en firme el fallo de Thomas Griesa que beneficia a los fondos buitres, es una nueva medida de carácter imperialista contra un país oprimido como Argentina. 


Una deuda ilegítima y fraudulenta 

La deuda externa que reclaman los fondos buitres fue contraída por la dictadura fascista de Videla-Viola-Massera. En la última etapa de la dictadura además se estatizó la deuda contraída por monopolios privados, cerca de 16 mil millones de dólares. Sumando a la deuda inicial se llega al monto de 45 mil millones de dólares al salir de la dictadura. 

Alejandro Olmos realizó una exhaustiva investigación sobre esta deuda y probó el fraude contra el Estado argentino. La investigación derivó en el fallo del juez Ballesteros, que ratificó que se trata de una deuda no sólo ilegítima, sino también fraudulenta. 

Pero aún así la deuda fue reconocida, y acrecentada, por los gobiernos entreguitas como el de Alfonsín, Menem y la Alianza. Hace más de 40 años que se sigue pagando, llegando a 176 mil millones cuando asumió Duhalde como presidente interino. Éste, prácticamente sin reservas (US$9.200 millones) y con la deuda en default, asumió aún así el pago de sus intereses. Así la deuda llegó al final de su mandato a 189 mil millones de dólares.   

¿Desendeudamiento?

En el 2003 Néstor Kirchner -con Lavagna como ministro de Economía (hoy con Massa)- reconoció la deuda, desestimó la investigación y levantó la premisa de “honrar la deuda”, aunque pidió tiempo. Así firmó un acuerdo con el FMI  de stand by por tres años. En el año 2006 Argentina canceló por anticipado, con reservas del Banco Central, su deuda con el FMI por 9.500 millones de dólares.

Como muestra de una “política independiente”, el kirchnerismo acuñó el lema de “desendeudarse” para no tener más compromisos, en su lenguaje nac & pop. Pero, traducido, fue “hacer bien los deberes” para tener nuevamente crédito en caso de necesitarlo. 

Fue así que en el 2005 Argentina salió del default, comprometiéndose al pago de 81.800 millones de dólares con el canje de deuda que lanzó. Este canje tuvo una adhesión del 76,15% y recortes de la deuda entre 45% y 75%, según el bono canjeado. Se emitieron los bonos atados al CER (un índice inflacionario) y Cupones PBI -incluidos en el prospecto de oferta del canje de deuda- para tentar a los acreedores con la idea de que recuperarían en 12 años la quita nominal del capital. Uno de los argumentos con los que el kirchnerismo intentó justificar la intervención del INDEC fue dibujar los índices sobre los cuales se calculan estos bonos.
Pero según el presupuesto 2014, el Estado deberá desembolsar otros 11.500 millones de dólares en los próximos dos años. Redondeará con eso un costo total de 20.000 millones de dólares a lo largo de los tres mandatos del kirchnerismo.

La misma premisa de “honrar la deuda”, pero esta vez sí para conseguir más crédito, es la que se usó en el acuerdo entreguista con el Club de París. A raíz de este acuerdo se terminará pagando 9.700 millones de dólares, de una deuda reconocida por el Gobierno de US$6.700 millones y contraída por la dictadura fusiladora de 1956.

En resumen, se puede haber reducido deudas con los holdouts pero con las “exitosas” reestructuraciones y los nuevos préstamos tomados de las cajas públicas del Anses, más los intereses, más los compromisos de los bonos PBI, lo que se ha logrado en esta década ganada es que se deba más que en el 2002, amasando una deuda de 200 mil millones de dólares aproximadamente.

El gobierno se jacta de ser el “más pagador de la historia argentina”. Esto, que se transmitía por cadena nacional como un gran logro, era en definitiva un mensaje a los buitres para que “aflojaran su corazón”. Así les fue.

¡No hay que pagar! 

En cadena nacional Cristina Kirchner daba todos los argumentos para no pagar la deuda. Dijo que fue contraída por la dictadura y acrecentada por los sucesivos gobiernos. Habló de una deuda ilegítima y criticó a los fondos buitres. Pero la respuesta del Gobierno nacional fue nuevamente “honrar la deuda” y tratar de llegar a un acuerdo con el juez Griesa. 

Si se paga el total de lo que pide el 1% que implica el fallo de este juez, el otro 7% que aún no acordó en canje exigirían lo mismo y elevaría el monto de deuda en 15 mil millones de dólares. Esto no podría ser afrontado por la Argentina ya que cuenta en las reservas con 28 mil millones de dólares.

Por su lado, la oposición dentro de los sectores dominantes cierra filas con el Gobierno en tanto y en cuando esté por delante la voluntad de pagar. Todos acuerdan en esto. Está claro que para este gobierno y los posteriores es una cuestión central llegar a un acuerdo, ya que de lo contrario el problema principal ahora y a futuro sería la caída de calificación internacional y la baja de créditos hacia la argentina (nueva deuda). Para las provincias, como Buenos Aires y otras, es crucial ya que habían pedido créditos para afrontar compromisos como aumento de salarios, obras públicas y otras urgencias. Ahora todo eso está en el aire.

Hay una salida popular

La salida es NO pagar la deuda ilegítima, usuraria y fraudulenta. La última medida de la corte de EEUU, de dejar sin efecto la apelación, habilitó a que se pueda confiscar patrimonio argentino en el exterior. Esta medida es un nuevo cachetazo a los “pagadores seriales”, ya que se dio en el medio de que el gobierno mostraba voluntad de pago y gestionaba una reunión con el Juez Griesa.

Es la propia naturaleza imperialista y reaccionaria de esta Corte la que habilita a no pagar la deuda. Y si se toman represalias hay que expropiar empresas, campos y otros intereses vinculados a los acreedores -junto con un impuestazo a los monopolios, terratenientes y bancos- para ponerlos al servicio de una política independiente que lleve adelante el desarrollo industrial y tecnológico que el país necesita.

La política neo-desarrollista agroexportadora, extractivista y “pagadora serial”, ató el país al carro de la dependencia. El temor de “quedar aislados del mundo” es el temor de las clases dominantes que han gobernado, gobiernan y se predisponen a gobernar la Argentina, porque se romperían los acuerdos con los países y monopolios imperialistas. Esto les afectaría para tomar nuevas deudas, seguir profundizando la dependencia y entregar nuestras riquezas (para lo cual han dado garantías jurídicas). 

La deuda externa es uno de los cepos que ata nuestro país a la cadena de la dependencia. Sin lugar a dudas no albergamos ninguna esperanza en que estos gobiernos, por más que forcejeen con los buitres yanquis, vayan a tener una política que abone un camino soberano para la Nación. 

Sólo desde la lucha y el reagrupamiento de las fuerzas antiimperialistas y antiterratenientes, avanzando por un camino revolucionario, se podrá romper con la dependencia conquistando la liberación nacional y social.