A ciencia cierta no podemos aseverar quién es el autor del derribo del avión de pasajeros de Malaysia Airlines en Ucrania, causando la muerte de sus 298 ocupantes. La primera acusación la hizo el gobierno Ucraniano. La respuesta de Rusia no se hizo esperar.
Todos aceptan que no se trató de un accidente. El avión fue derribado. El gobierno de Kiev acusa a los rebeldes pro-rusos, que controlan la zona. Rusia denunció primero un intento de magnicidio contra el mismísimo Vladimir Putin que, según afirman, habría volado la zona apenas 30 minutos antes. Además circuló la versión de que, minutos antes de que el Boeing 777 desapareciera de los radares, tres cazas ucranianos habrían volado la zona y podrían haber derribado el avión. (Curiosa seguridad para el presidente ruso, volar sobre una guerra civil tras haber invadido Crimea.)
Investigadores norteamericanos que analizaron parte de los restos del avión afirman que podría haber sido derribado por un misil ruso Buk tierra-aire. La defensa rusa consistió en afirmar que los rebeldes pro-rusos no poseen ese tipo de misiles. Así, en realidad, lo que terminan confesando es que Rusia es quien provee el armamento a los grupos separatistas, cuestión que venían negando públicamente.
Si se trató de un atentado o de un “daño colateral” no lo sabemos. Pero evidentemente el hecho muestra descarnadamente que la guerra civil en Ucrania -que ya suma más de 1500 muertes- recrudece. Y cada imperialismo juega su parte.