Irak está al borde de una nueva intervención militar imperialista de Estados Unidos, abierta o disimulada.
Tras la rápida ocupación de gran parte del noroeste de Irak —incluyendo Mosul, la segunda ciudad del país— por combatientes islámicos sunitas de varios grupos entre los que predomina el ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria, también conocido como ISIL, Estado Islámico de Irak y el Levante), el gobierno yanqui desplegó portaaviones y barcos destructores con misiles teleguiados en el Golfo Pérsico, y envió marines y asesores militares a Irak. Fuerzas del régimen proyanqui de Nuri Al Maliki ya llevaron a cabo ataques militares “selectivos”.
Los medios imperialistas machacan la versión de que se trata de un conflicto entre los sunitas y los chiítas predominantes en el gobierno. Tratan de hacer olvidar que los EE.UU. instalaron el actual régimen mediante una ocupación asesina, que duró casi 10 años tras la invasión y los bombardeos masivos de 2003 sobre barrios de Bagdad y poblaciones del interior como Faluya. Entonces justificaron la invasión de Irak mintiendo que el régimen de Sadam Hussein tenía “armas de destrucción masiva”; encubrieron los numerosos crímenes de guerra de EEUU; silenciaron, persiguieron y encarcelaron a quienes denunciaron esos crímenes en Estados Unidos; y, en nombre de la remanida “lucha contra el terrorismo”, terminaron imponiendo un gobierno fundamentalista chiíta que oprime a los sunitas del centro y el oeste de Irak y a los kurdos del norte.