martes, 1 de septiembre de 2015

El cine argentino exige su lugar en la pantalla

[Vamos! Nº 59]  Cultura.











El cine vive un auge, no sólo en cantidad de espectadores sino en producción nacional. En 2013 su vendieron más de 47 millones de entradas, de las cuales 7 millones correspondieron a películas argentinas. Gran parte de ese crecimiento viene empujado por el estreno de cientos de documentales filmados en formato digital.

Este tipo de películas, aunque abarca menos del 3% del presupuesto de fomento del que dispone el Instituto de Cine (INCAA), sólo en 2013 aportó 82 de los 166 estrenos nacionales.

Esta vía de fomento al cine documental independiente y de bajo presupuesto surge como producto de la lucha y movilización de los documentalistas y tiene como una de sus características la transparencia, ya que por primera vez se estableció un jurado elegido por un miembro de cada una de las asociaciones nacionales reconocidas por el INCAA. Esta transparencia, y el hecho que esta nueva vía no exige antecedentes, se tradujo en una interesante pluralidad temática y estética. Así, en los últimos años, en el cine documental se abordaron temas tan diversos como la lucha de los ´70 (“Seré millones”), el problema de la vivienda (“Casas, la máquina para vivir”), la resistencia de los pueblos originarios (“Incayai”, “La historia invisible”), los músicos populares (“Pichuco”) y la problemática educativa (“La toma”, “Sarmiento”), entre otros.

El gran problema es la distribución
Este aumento en la producción dejó al descubierto la ausencia de políticas públicas que garanticen la exhibición y la distribución de estas películas, dejándolas expuestas a las leyes de mercado, debiendo competir con films de presupuestos millonarios y enormes estructuras de distribución. “Desde el INCAA nos dicen, ‘no se quejen que hay nuevas formas de distribución, nuevas formas de negocios, como internet o la Televisión Digital Abierta’. Pero las estadísticas muestran que cada año hay más espectadores de cine”, señala Fernando Krichmar al ser entrevistado en el programa radial Abran Paso. Fernando es presidente de DOCA, una de las asociaciones de documentalistas. Su película “Seré millones”, estrenada en 2014, solo pudo verse en una sala, el cine Gaumont, y en sus 92 proyecciones, siempre tuvo medio cine lleno. Pero, a pesar de este gran rendimiento, que deja en evidencia que es falsa la idea de que el cine nacional no atrae espectadores, la película tuvo que dejar la sala en pleno crecimiento de público ya que el espacio INCAA Gaumont concentra el 90% de los asistentes y está atestado de títulos nacionales, ya que las grandes cadenas no programan cine nacional, excepto que sean producciones de grandes productoras.

“¿Por qué nadie quiere ponerle el cascabel al gato? Porque el 90% del cine que se consume es el cine norteamericano. Y los yanquis o sus socios son dueños de prácticamente el 90% de las pantallas. La propia directora del INCAA nos planteó directamente que ellos no quieren intervenir en el tema de la distribución, y ahí está la clave. Porque cuando llega el momento de ponerse duro con la distribuidoras, de armar un circuito alternativo, no lo hacen”, asegura el documentalista. Para dar un ejemplo, salvo el Cine Gaumont, ninguno de los espacios INCAA es propiedad del Estado y por tanto su programación depende de la voluntad de sus programadores.

“Por eso, desde distintos espacios de documentalistas, estamos planteando que, además de los subsidios a la producción haya un fondo exactamente igual pero que sea para el lanzamiento, donde cada uno pueda presentar un proyecto, donde haya un jurado transparente y que ellos evalúen cuánto dinero se le da a cada película a la hora de su estreno para que puedan adecuar una sala, organizar una gira, generar exhibiciones alternativas, ir a los cines recuperados. Hoy en día eso no existe y por eso estás condenado a ir a rogarle a las grandes distribuidoras norteamericanas que te estrenen. Y obviamente no tienen ningún interés en proyectar documentales que son muy libres desde lo temático y desde lo político”.

En relación a las leyes que obligan a las grandes cadenas a pasar cine nacional y ante la pregunta de Abran Paso, Krichman explica que no se están cumpliendo. Y agrega que “encima eso es imposible de controlar. Muchas veces, las grandes cadenas toman como cuota nacional los cortos publicitarios que proyectan antes de las películas”. Entonces concluye: “Nosotros creemos que esta gran disparidad hay que tratar de compensarla desde el Estado. Pero si el Estado no se va a hacer cargo de aplicar concretamente lo que le corresponde, que den una colaboración monetaria para que los mismos realizadores y los grupos se hagan cargo de eso”.