martes, 1 de septiembre de 2015

El reclutamiento y la asimilación de los nuevos afiliados

[Vamos! Nº 59]  Partido. Extractos del libro de Jorge Rocha publicado por Ediciones de Nuestra Época.











En este nuevo aniversario de la muerte de nuestro querido camarada Jorge Rocha reproducimos extractos de su libro “Fortalecer el Partido revolucionario de la clase obrera. Problemas de organización”. Nos concentramos en el punto 5 del capítulo II referente al reclutamiento y la asimilación de los nuevos afiliados.

En la reciente Conferencia Extraordinaria, donde fundamos el Comunismo Revolucionario - Partido Marxista Leninista Maoísta, nos trazamos diversos objetivos. Uno de ellos es hacer crecer el partido en todo el país y enraizarlo en los centros proletarios, del campesinado pobre y medio y llenar de jóvenes la organización. Nada mejor que la experiencia y las enseñanzas de Jorge, plasmadas en este valioso libro publicado por Ediciones de Nuestra Época en 2014 y realizado sobre la base de su trabajo redactado entre fines de 1989 y abril de 1990 (y que en ese momento fue aprobado por el Comité Central del PCR).

(…) Fortalecer al Partido es una necesidad para llevar adelante las luchas y el frente único. Una necesidad, como ha quedado demostrado en el último período, para conocer más y mejor la realidad y practicar la línea de masas. Es una necesidad contra las persecuciones y discriminaciones que enfrentamos para garantizar la continuidad de nuestro trabajo en las empresas y centros decisivos; para mejorar la composición proletaria industrial de nuestras filas, mejorar el funcionamiento leninista de nuestras organizaciones y construir nuevas células. Porque hay lugares donde no saldremos del funcionamiento con puntas sin reclutar. Necesitamos crecer para acrecentar la posibilidad de cambiar la actual correlación de fuerzas en las organizaciones del movimiento obrero así como también en las organizaciones campesinas y populares.

Y esta batalla, al tiempo que no podemos enfocarla al margen de la lucha política, de las iniciativas y del funcionamiento celular, del avance en la difusión y cobro de nuestra prensa, y al margen del grado de arraigo de nuestro partido en las empresas y lugares concretos, exige asimismo enfocarla como una lucha particular, que exige tiempo y esfuerzo específico. Que exige actividades específicas de reclutamiento y asimilación, requiere planes colectivos e individuales y un seguimiento y control también colectivo e individual. Porque existen miles de compañeros que nos conocen, respetan, y acuerdan en diverso grado, desde ya, con nuestra política y con nuestra trayectoria: que admiran a nuestros mártires, que reconocen nuestro papel dirigente; de los cuales, muchos de ellos, no están dentro de nuestras organizaciones porque no hemos librado nosotros una lucha sostenida para que ingresen.

Hay una anécdota conocida en nuestro partido que resalta la facilidad con que se afilió en 1970 quien fue el dirigente de la lucha y de la toma de Perdriel en Córdoba. Cuando se le planteó el ingreso al Partido, este camarada sorprendido preguntó: ¿Pero cómo, no es que ya estaba en el Partido? Pero sería un error simplificar esta experiencia. Era un período de un gran ascenso revolucionario de masas y, aunque el propio camarada no lo supiese, Gody Álvarez había desarrollado una intensa y permanente labor para llegar a afiliarlo. Porque claro es que la afiliación y la asimilación de nuevos compañeros no es espontánea y sin lucha. No fue así nunca y menos lo es ahora en que el enemigo está a la ofensiva en denigrar tas banderas revolucionarias. […]

Una política de poder, una política de frente único, requiere de un experimentado y poderoso Partido Comunista Revolucionario; y relegar el crecimiento del Partido significa en los hechos, dígase lo que se diga, conceder en un terreno fundamental a la ofensiva reaccionaria, y renunciar de antemano a revertir una situación de debilidad orgánica que se ha ido conviniendo en una traba para nuestro desarrollo general (...)

La afiliación es un salto cualitativo. Y a su vez, ese salto cualitativo no es más que el inicio de un largo proceso político e ideológico en el que, al calor de la lucha de clases, ese compañero se irá transformando en un militante y en un cuadro comunista. Pero esto sólo será posible si luchamos también por integrarlo a una célula, si ésta funciona política y colectivamente y si hacemos de la tarea de ganar a cada obrero sencillo un tesoro inapreciable e insustituible para el avance y el triunfo de la revolución.

Una cuestión particular a abordar es nuestra política de reclutamiento y asimilación entre las mujeres, para lo cual tenemos que generalizar nuestras mejores experiencias. Estas nos han demostrado que en la lucha política surgen también alrededor de problemas muy concretos y sencillos profundos debates ideológicos. Esa es una de las claras enseñanzas de nuestro trabajo femenino y, en el último período, de nuestra participación en el Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó recientemente en Rosario. Encuentro que fue expresión, a su vez, del movimiento femenino que existe y se desarrolla en profundidad en todo el país (...) Porque la doble opresión para la inmensa mayoría de las mujeres es una realidad concreta, diaria, en el trabajo, en su casa y en la vida en general. Y si hay un lugar donde debemos concebir la afiliación orgánica como un primer paso, es el movimiento femenino; porque al afiliarse una compañera da un gran paso y resuelve un problema, pero abre a su vez muchos más. Y éstos requieren nuevos análisis y discusiones, mucho valor para avanzar, una política para la familia y una ayuda política e ideológica permanente y concreta.

Otra cuestión decisiva para dar un viraje en nuestro crecimiento es lograr un gran reclutamiento en la juventud. Es cierto que la ofensiva revisionista y alfonsinista logró penetrar en las masas juveniles, y que han ganado terreno el escepticismo y el apoliticismo. Es cierto también que las clases dominantes han logrado introducir una valoración histórica de las últimas décadas en el país totalmente falsa, donde las luchas revolucionarias de las masas han sido ocultadas, falseadas o denigradas, y que la actual generación no nace a la política en un periodo de ascenso revolucionario como el que conocimos en la década del sesenta. Pero sería un grave error no vislumbrar los cambios que se han venido produciendo en los últimos anos y las perspectivas que se han abierto para el desarrollo de la verdadera izquierda entre las masas juveniles.[…]

(…) Se desarrolla hoy en la juventud un gran debate político e ideológico en el que tenemos que introducimos audazmente, con nuestras verdades, desarrollando nuestros vínculos de masas para auscultar en mayor grado los nuevos problemas, los pensamientos y sentimientos de los jóvenes, para así desarrollar mejor nuestra labor para incorporarlos a la lucha revolucionaria.

El reclutamiento juvenil debe ser mucho más masivo que el del Partido y a través de métodos propios de la juventud. La JCR no debe ser un calco del Partido, a riesgo de aislarse de las masas y ser un pequeño grupo sectario. […] Es éste un elemento fundamental, también, para planteamos dar un viraje en el reclutamiento juvenil y luchar para cumplir con éxito este gran objetivo.

El corazón de la batalla por dar un viraje en el reclutamiento debemos darlo en las 50 grandes empresas y en los centros agrarios fundamentales del país. En las grandes empresas donde tenemos trabajo y también en las que aún no tenemos trabajo. Todo nuestro esfuerzo político, propagandístico y organizativo debe tener ese centro, y debemos persistir en él para luchar por cumplir con los objetivos trazados en el 5o Congreso, aprendiendo de aquellos lugares donde hemos avanzado política y sindicalmente y hemos crecido.

El Partido, para ser realmente un partido de vanguardia, debe incorporar a sus filas a los mejores y más avanzados compañeros de la clase obrera, principal y centralmente de la gran industria, porque como se sabe es allí donde las contradicciones de clase aparecen más nítidas y la lucha de clases es más tajante. Y porque por su número, su grado de concentración, por la historia de sus luchas y el grado de organización que en ellas tiene el movimiento obrero argentino, por el peso dirigente que tienen sobre las demás fuerzas populares, son las grandes empresas y los cuerpos de delegados los lugares donde se decide el triunfo de la línea de hegemonía proletaria, el centro en donde está planteada la lucha por cambiar la correlación de fuerzas para avanzar en la lucha por la liberación de nuestra patria.

Esa ha sido la gran enseñanza de las luchas obreras y populares en la Argentina por más de un siglo, y particularmente del Cordobazo y demás rebeliones populares desarrolladas en la década del 60 y principios del 70. Son los cuerpos de delegados de las grandes fábricas los organismos que, como la experiencia lo ha demostrado, se han constituido en el corazón del vasto movimiento obrero y popular argentino cada vez que éste ha conmovido al país. Y es también una verdad comprobada por nuestra historia que sin ganar los sindicatos será imposible que el movimiento obrero pueda hegemonizar el movimiento popular y orientarlo en una dirección revolucionaria

Por eso es también que la lucha por dar un viraje en el reclutamiento y por incorporar lealmente a los nuevos afiliados, será un estímulo para integrar nuestra línea, luchar por una concepción leninista de Partido y para volcar, en muchos lugares, la definición de una correcta política de concentración. Y pata que ésta sea a su vez una guía para orientar correctamente nuestra política de reclutamiento y asimilación.