Las usinas oficialistas se mostraron indignadas por la difusión que se dio desde Clarín y otros medios a la muerte de otro niño qom en el Chaco, de 14 años, Oscar Sánchez. Una “canallada mediática”, según se publicó en Página/12. “¿Qué tiene que ver el gobierno nacional?”, respondió Aníbal Fernández en su conferencia matutina. No conforme agregó: “¿Entonces también tenemos que ver nosotros con el hambre y la miseria en África?”.
Fernández explicó que el caso no muestra el hambre y la miseria que persiste en el Chaco, sino que correspondería más bien a un caso particular ya que el niño poseía una enfermedad congénita, hidrocelafia. Esto le dificultaba la asimilación de alimentos y fue agravado por una neumonía. Desde Página/12 se insistió, además, con que en Chaco la pobreza y la indigencia vienen bajando. Según las cifras oficiales, claro.
Seguramente, no es un detalle la discapacidad que sufría Oscar Sánchez desde su nacimiento. Pero no fue su hidrocefalia lo que lo llevó a la muerte, sino la falta de atención adecuada… y la miseria. La misma falta de atención que mató a su madre por una peritonitis. Oscar tenía adeás tuberculosis, una conocida aunque ocultada enfermedad que persiste no sólo en el Chaco sino incluso en los barrios pobres del Gran Buenos Aires. Oscar pesaba 11 kilos porque no recibió los cuidados especiales que necesitaba. La particularidad de su caso es que era más vulnerable. Su muerte era evitable.
Las estadísticas del gobierno chaqueño muestran para Resistencia una canasta básica de 749 pesos por mes para una familia. Claramente, con estas estadísticas no se mide la pobreza y la indigencia: se oculta y se miente. “¿Qué tiene que ver el gobierno nacional?” Desde hace más de un año ni siquiera publica estadísticas oficiales sobre pobreza e indigencia.