[Vamos! Nº 59] Economía.
En su reciente discurso en la Bolsa de Comercio la presidenta planteó: “Tuvimos 12 años de crecimiento sostenido porque hemos aumentado el poder adquisitivo de los argentinos.” Entonces agregó: “Nuestros socios comerciales tienen problemas, bajaron su demanda y también cayeron los precios internacionales. La devaluación no nos va a servir. Al contrario, terminaría de destrozar la última barrera que tenemos, que es la fortaleza del mercado interno.” (26/8)
Sin embrago, un análisis de los datos de la economía argentina de los últimos años ponen en cuestión el discurso oficial:
• PBI: El crecimiento de la economía está estancado desde el 2013. Son casi tres años en continuado de crecimiento escaso o casi nulo del PBI según cifras del INDEC (incluso llega a estar por debajo del crecimiento del 1,1% anual de la población argentina). Sobre estas cifras, además, hay que considerar el grado de manipulación de las estadísticas, ya que el crecimiento del PBI se calcula teniendo en cuenta la inflación anual. Desde 2007, con la intervención del INDEC, la inflación oficial viene siendo distorsionada hacia abajo (esto fue admitido incluso por Página/12 y hasta por las centrales oficialistas en determinadas situaciones). Como consecuencia se sobreestima el crecimiento del PBI.
• Ocupación industrial: Como dato coherente con este estancamiento, viene cayendo en los últimos tres años el Índice de Obreros Ocupados en la industria.
• Devaluación e inflación: El gobierno insiste en que se opone a una devaluación. Sin embargo, el dólar oficial no detuvo su ritmo ascendente en ningún momento. Desde que asumió Néstor Kirchner en 2003 hasta hoy el peso se devaluó 232%; y en enero de 2014, tras asumir Kicilof como ministro de Economía, implementaron además un salto devaluatorio de 23%. La inflación tiene un ritmo fuertemente ascendente con picos de 36,5% como en el año 2014 (estimación de ATE-INDEC).
• Salario real y pobreza: Sobre el poder adquisitivo de los trabajadores y el mercado interno, relacionado con la creciente inflación y la devaluación ininterrumpida, el salario real de los trabajadores viene cayendo en forma constante desde el último trimestre de 2013. Esto es así según datos tanto de la CTA Autónoma como de la CTA oficialista. Al mismo tiempo se dio un crecimiento de los índices de pobreza están también en ascenso desde el año 2011, más allá del ocultamiento que la intervención del INDEC intente hacer de esta realidad.
La dependencia pasa su factura
El kirchnerismo aprovechó durante varios años el ascenso del imperialismo chino para atar la economía argentina a la cola del dragón. Forcejeó así con otros imperialismos y se produjeron cambios en la disputa interimperialista por el dominio de la Argentina. Tras suspenderse el pago de la deuda externa en 2002, creció a tasas chinas la exportación con centro en la soja, minería y algunos productos industriales. La entrada de dólares reactivó la economía y posibilitó políticas sociales y la recuperación del poder adquisitivo del salario. Pero en el mismo período, según la propia CFK, destinaron US$ 190 mil millones a pagos de la deuda pública desde 2003; además otros US$ 55 mil millones se fugaron del país en ganancias de monopolios. La década kirchnerista no fue en definitiva una década de liberación nacional, sino un ciclo en el que la economía del imperialismo chino traccionó el crecimiento de la economía argentina. Pero se siguió consolidando su carácter dependiente.
Otros países de America Latina transitaron procesos similares. En 2009 China se convirtió en el principal socio comercial de Brasil, quien le vende fundamentalmente productos primarios como soja y mineral de hierro. Tan sólo cinco productos, todos primarios, representaron 75% del valor de los envíos de América latina a China en 2013. Y entre 2010 y 2013 casi el 90% de la inversión China en América Latina se dirigió a actividades extractivas, particularmente minería e hidrocarburos (según Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL).
Hoy, Argentina vende a China y Brasil el 30% de sus exportaciones. Soja a China y automóviles a Brasil. Los problemas de la economía China reducen la demanda de soja y hacen caer su precio. Esto también afecta a Brasil, que entró en recesión y bajó un 30% la demanda de auto durante este año. Tanto por vía de la soja o de los autos, la economía argentina sufre las consecuencias. La dependencia pasa su factura.